¿Cómo preservar lo humano cuando la inteligencia ya no es exclusiva del ser humano?
El juicio crítico, la empatía, la motivación, la capacidad de interpretar, de reflexionar, la moderación, valores y virtudes, van más allá de lo que cualquier algoritmo podría alcanzar. Preservar esa singularidad no es resistirse al cambio, es tomarlo, avanzar con él, transformarnos, reinventarnos, sin dejar de cultivar lo que nos hace irreductibles, nuestra esencia humana.
¿Cómo preservar lo humano cuando la inteligencia ya no es exclusiva del ser humano?
Reconocer lo humano no se define sólo por la capacidad de pensar, sino por cómo habitamos el pensamiento con ética, deseos, emociones, creatividad y cómo usamos la mente para conectarnos socialmente, crear cultura y dar sentido a la experiencia.
A diferencia de la Inteligencia Artificial, que opera según algoritmos y estructuras lógicas preestablecidas, el pensamiento humano suele ser impredecible, creativo y emocional. Esta combinación única de racionalidad y pasión es la esencia de lo que nos hace humanos.
Según Álvarez, et. al, (2025); en su reciente obra sobre la Inteligencia Artificial, de aquí en más IA, afirma que no sólo transformó nuestra manera de vivir, trabajar e interactuar, sino que también nos llevó a reflexionar sobre los que nos hace humanos, nuestros miedos y sueños, y sobre el impacto de las propias creaciones en el mundo que queremos construir. La historia de la inteligencia artificial es en el fondo una historia sobre nosotros mismos, nuestro deseo de entender cómo pensamos y de crear algo que pueda hacerlo también.
El ser humano, el ser docente posee conexión emocional, cultural y ética que la tecnología no replica.
En su ensayo Gentil singularidad, Altman, S. —CEO de OpenAI— propone una alternativa a las narrativas que suelen acompañar el concepto de “singularidad tecnológica”. Tradicionalmente, esta idea describe un punto en el que la inteligencia artificial supera la capacidad intelectual humana, provocando cambios impredecibles y radicales. Altman, sostiene que hemos construido sistemas que son más inteligentes que las personas en muchos sentidos y capaces de amplificar significativamente el rendimiento de quiénes los utilizan.
Sin embargo, existe una paradoja de la IA, donde se manifiestan los límites y posibilidades que conlleva. Esto se ve reflejado en un estudio reciente del Instituto Tecnológico de Masachusset (MIT Media Lab) que investigó los efectos del uso de modelos de lenguaje de IA, como ChatGPT, en la cognición humana.
Los resultados preliminares sugieren que el uso repetido de IA podría provocar una pérdida de control cognitivo, disminución en la memoria y la creatividad, además de integrar sesgos o errores.
Se considera un estudio significativo por abrir el debate sobre las implicaciones a largo plazo de la IA en el cerebro humano.
Es por ello que el juicio crítico, la empatía, la motivación, la capacidad de interpretar, de reflexionar, la moderación, valores y virtudes, van más allá de lo que cualquier algoritmo podría alcanzar. Preservar esa singularidad no es resistirse al cambio, es tomarlo, avanzar con él, transformarnos, reinventarnos, sin dejar de cultivar lo que nos hace irreductibles, nuestra esencia humana.
Algunas claves para resguardar la singularidad humana
* La autora es docente investigadora de la Facultad de Derecho y de la Facultad Filosofía y Letras. Universidad Nacional de Cuyo, Mendoza, Argentina. mail: [email protected]