Peleando en la cubierta del Titanic

El orden mundial vigente no sólo carece de sentido ante la primera amenaza existencial que enfrenta la humanidad; también resulta contraproducente para enfrentarla. Los nuevos enemigos de la especie no tienen fronteras

Trabajo de los rescatistas en el terremoto que afectó a Turquía y Siria. Fotos: AP
Trabajo de los rescatistas en el terremoto que afectó a Turquía y Siria. Fotos: AP

Pelear en la cubierta del Titanic. Eso hacen los liderazgos de las principales potencias que lanzan guerras o se trenzan en escaladas de tensiones mientras ocurre el naufragio.

En la cubierta del Titanic bailan los que mantienen matrices energéticas y formas de producción que aceleran el calentamiento global, y pelean los liderazgos por tener ambiciones hegemónicas y por proyectos geopolíticos, cuando el momento histórico les impone unir sus capacidades científicas, tecnológicas y económicas en la lucha conjunta y coordinada contra el fenómeno que modifica la biósfera sentenciando la extinción de la especie humana.

El orden mundial vigente no sólo carece de sentido ante la primera amenaza existencial que enfrenta la humanidad; también resulta contraproducente para enfrentarla. Los nuevos enemigos de la especie no tienen fronteras. Modificando la biósfera, además de producir fenómenos climáticos devastadores, el calentamiento engendra los microorganismos que, con el coronavirus, iniciaron la era de pandemias globales, uno de los brazos de la tenaza que amenaza la vida humana.

El planeta Titanic ha empezado a naufragar mientras en la cubierta algunos bailan y otros pelean. El resultado es el mismo: desconocer y acelerar el naufragio.

A los terremotos no los produce la acción humana, pero puede atenuar o agravar sus consecuencias. Y lo que se ve en Turquía y Siria es que las agrava. A pesar de estar Anatolia sobre fallas geológicas que han causado sismos devastadores, como el que dejó 30 mil muertos en Erzincán en 1939 y el que dejó en 1999 casi 20 mil en Izmit, el terremoto que acaba de devastar Gaziantep y otras ciudades del sur evidenció la cantidad de edificios construidos sin cumplir las normativas antisísmicas.

Del lado sirio de la frontera, a la asistencia la obstruye el imperio de la milicia Tahrir al Sham sobre Idlib y otras localidades a las que el régimen de Bashar al Asad le retacea ayuda mientras los milicianos obstruyen la que intenta llegar desde el exterior.

El planeta no deja de emitir señales a la humanidad. La tierra devasta ciudades en Asia Central, mientras a las ciudades de Ucrania las devastan los bombardeos rusos. La criminal aventura expansionista de Vladimir Putin contrasta con los socorristas que buscan sobrevivientes entre los escombros en Turquía y Siria.

Hay otras peleas en la cubierta del Titanic. También China y los Estados Unidos están mostrando la inutilidad contraproducente del orden mundial vigente.

El incidente del globo espía chino que atravesó el cielo norteamericano, frustró el viaje de Anthony Blinken a Beijing para continuar el esfuerzo de acercamiento iniciado en noviembre pasado por Biden y Xi Jinping, en la isla indonésica de Bali.

Los dos últimos grandes incidentes producidos en el terreno del espionaje aéreo fueron por acciones norteamericanas. En 1960, los soviéticos derribaron sobre su territorio uno de los aviones espía U-2 que regularmente despegaban desde las bases estadounidenses en Pakistán, para tomar imágenes de sitios estratégicos de la URSS.

En mayo de 1960, un misil S-75 derribó el U-2 que piloteaba Gary Power, quien se eyectó y fue capturado en tierra, comenzando una pulseada que merodeó un choque directo entre las superpotencias.

En abril del 2001 ocurrió el otro gran incidente, el primero de este tipo entre Estados Unidos y China: Un avión EP-3 norteamericano fue interceptado por cazas chinos y obligado a un aterrizaje de emergencia en la isla de Hainan.

Esa aeronave espía, con 24 tripulantes abocados a recoger imágenes de puntos estratégicos, fue reclamada enérgicamente por el presidente George W. Bush, pero China no la devolvió hasta haberla estudiado a fondo para conocer todos sus secretos tecnológicos.

La tensión fue fuerte y peligrosa, a pesar de que, por entonces, a China la presidía el moderado Jiang Zemín, empeñado en construir entendimientos con las potencias occidentales.

La actual escalada de tensión se da con el agresivo Xi Jinping en la presidencia de China, y con mucho más poder en sus manos que sus antecesores en la era pos-Mao.

El globo había sobrevolado Montana, el estado donde se encuentran los mayores silos de almacenamiento de misiles nucleares.

La pregunta que quedó flotando tras el derribo del artefacto aéreo, es por qué China emprende una misión de espionaje que seguramente sería descubierta. ¿Una provocación de Xi Jinping para medir la reacción norteamericana?

Es una posibilidad. Pero también es posible que se trate de una operación tejida a espaldas de Xi, por halcones del ejército, empeñados en impedir acercamientos que conjuren la planeada invasión de Taiwán.

En el escenario del cambio climático, la guerra que impuso Rusia a Ucrania y las pulseadas entre Washington y Beijing son las últimas postales de un orden mundial absurdo, con sus principales líderes peleando en la cubierta del Titanic.

* El autor es politólogo y periodista.

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