La economía es confianza, pero Argentina, aun con este resultado, está llena de incertidumbres. Si bien hay muchos objetivos económicos y el equilibrio fiscal es el estandarte, el Gobierno tiene que poner en marcha, a partir de ahora, la reconstrucción de la confianza para que los mercados y los privados vuelvan a mirar al país.
Milei quiere una economía con un centro gravitacional basado en la inversión privada, pero en lo que va de su administración eso no se ha logrado, pese a contar con encuestas que lo mostraban con amplia aceptación. Los mercados le piden amplios consensos y gobernabilidad.
Esta es una oportunidad para recrear expectativas, construir un nuevo mensaje y, con ello, relanzar la política económica y atraer inversores.
Para que la economía mejore, el Gobierno necesita gestión y sacar leyes, entre ellas, las reformas de segunda generación. Se ha hablado mucho de las transformaciones necesarias, como la laboral, la tributaria y la previsional, ninguna de ellas factible sin un acuerdo amplio. Y lo cierto es que, mientras eso no esté dado, los privados seguirán reacios a invertir en Argentina.
Parte de estas reformas implican bajar el “costo argentino”, es decir, el conjunto de factores que dificultan la competitividad de la industria. Datos de la UIA indican que Argentina tiene un costo superior de entre 25% y 40% por encima del de otros países de la región, básicamente por la alta presión fiscal, los costos logísticos y de infraestructura, las regulaciones laborales, los costos energéticos, la inestabilidad macroeconómica y las barreras para acceder al crédito.
Por lo tanto, la capacidad del Gobierno para armar amplias mayorías en el Congreso y, con ello, aprobar las reformas necesarias, será clave para avanzar hacia el modelo que plantea la administración de Milei.
Javier Milei y la motosierra.
Economía: la capacidad del Gobierno para armar amplias mayorías en el Congreso y, con ello, aprobar las reformas necesarias, será clave para avanzar hacia el modelo que plantea la administración de Milei.
gentileza
Estados Unidos sostiene a Argentina con un swap inédito y asigna una prioridad estratégica a la recomposición de la gobernabilidad. La considera el pilar del respaldo financiero, tanto de organismos como de privados. La idea es directa: sin un armazón institucional básico, cualquier apuesta económica se diluye. De allí el segundo requisito: redefinir y consolidar el programa macroeconómico. Sin estabilidad macroeconómica, no hay margen para reformar ni para expandir crédito, inversión y empleo. Algunos economistas no creen que este escenario sea probable en 2026, lo que desalienta a los empresarios.
El problema es el mientras tanto. A casi dos años de gestión, la actividad no logró una recuperación sostenida: hubo un alivio dispar en algunos sectores que se fue apagando en los últimos meses. Las tasas de interés transitan un vaivén que no alcanza para dinamizar el crédito ni anclar las expectativas.
La desaceleración inflacionaria es un mérito que el Gobierno exhibe con razón. Pero los números marcan un techo: desde julio, el IPC mensual ronda entre 1,9% y 2%, un umbral que en algún momento debería perforarse a la baja para afianzar la confianza. Otro dato que preocupa respecto de noviembre de 2023: el empleo privado registrado pasó de 6.385.800 a 6.216.500 personas, lo que implica una caída de 169.300 asalariados.
La gestión logró un voto de confianza en esta legislativa. Ahora hay una certeza: falta despejar el mar de incertidumbre.