29 de octubre de 2025 - 18:02

Equilibrio fiscal y desafíos pendientes: del ajuste inicial a la sostenibilidad a largo plazo

Tras las elecciones, será clave que surjan condiciones para alcanzar acuerdos políticos amplios que permitan avanzar en las reformas delineadas en el Acta de Mayo.

La reducción del gasto público permitió equilibrar las cuentas fiscales. Esta disminución, tan profunda como relevante, fue decisiva para estabilizar la macroeconomía. Para sostener este proceso, es fundamental tener en cuenta que más de la mitad de las erogaciones están indexadas por inflación. Por ello, continuar con el ordenamiento de las finanzas públicas exige modificar estrategias y optimizar la gestión del Estado.

El ajuste en el gasto de 2024 permitió equilibrar las finanzas nacionales y quebrar una larga tradición de déficits fiscales financiados mediante emisión monetaria, que alimentaban la inflación. La principal consecuencia fue una reducción sostenida del ritmo de crecimiento de los precios. La reversión del resultado financiero del sector público constituye el mayor logro de la actual administración. De ahí la importancia de otorgarle sostenibilidad al equilibrio fiscal: si se enfrentaran dificultades que obligaran nuevamente a financiar el gasto con emisión, se regresaría al desorden y la inestabilidad.

En este contexto, conviene analizar la composición del gasto público para identificar los grados de libertad existentes. Según datos del Ministerio de Economía, acumulado a septiembre de 2025, el 45 % del gasto primario corresponde a jubilaciones y pensiones que, por la regla de movilidad, se ajustan automáticamente por inflación. El 8 % corresponde a asignaciones familiares —también indexadas— y el 3 % a universidades, que de acuerdo con la reciente ley, deberán ajustarse de la misma forma. En síntesis, el 56 % del gasto primario se actualiza automáticamente por inflación. Así, el gasto público total se mantiene, en términos reales, en niveles similares a los del año anterior, resultado de una combinación en la que los rubros indexados crecieron por encima de los precios al consumidor y fueron compensados con reducciones en el resto de las partidas.

Las inercias y rigideces del gasto público delinean el desafío futuro. Dos tributos nacionales altamente distorsivos —el impuesto al cheque y los derechos de exportación— generan ingresos equivalentes al 18 % del gasto primario. Si el gasto primario flexible representa el 44 %, eliminar estos impuestos requeriría reducir dicho componente casi a la mitad. Por eso, sostener el equilibrio fiscal demandará nuevas estrategias.

El ajuste inicial fue esencial para equilibrar, pero los próximos pasos deberán ser más disruptivos, incorporando un reordenamiento del sistema previsional que modere el crecimiento del gasto en jubilaciones y pensiones. Asimismo, un acuerdo de coordinación fiscal entre Nación y provincias que clarifique responsabilidades permitiría reducir gastos operativos y mejorar la calidad de los servicios. Finalmente, una reforma tributaria que reemplace los peores impuestos por los mejores será indispensable para ganar competitividad sin comprometer la estabilidad fiscal.

En síntesis, en una primera etapa se logró ajustar el gasto público, cortar la emisión monetaria espuria y frenar la inflación. Ahora, tras las elecciones, será clave que surjan condiciones para alcanzar acuerdos políticos amplios —no solo parlamentarios, sino también con los gobernadores— que permitan avanzar en las reformas delineadas en el Acta de Mayo.

*El autor es es profesor de la Universidad del CEMA.

LAS MAS LEIDAS