Anabel arma una fórmula K, De Marchi sale de pesca y Cornejo redefine en Las Heras

Fernández Sagasti se cansó de la indefinición de los intendentes del PJ y presentará una lista propia para las PASO. El frente demarchista busca en el peronismo las figuras de las que hasta ahora carece. El candidato radical pondrá otro nombre en la grilla para la sucesión de Orozco en la intendencia lasherina porque no lo convencen los que hay.

Ilustración: Gabriel Fernández
Ilustración: Gabriel Fernández

La política mendocina vive por estos días su clímax: el cierre de listas. Ese momento en el que se define el destino de cada dirigente y de los proyectos políticos. Una mala jugada, una decisión equivocada, repercuten ahora y en el futuro. Por eso los nervios, por eso la tensión que se respira, por eso muchos no pueden dormir. Arriesgan bastante más que una elección. Para algunos, las definiciones pueden significar una ambición cumplida. Para otros, una tragedia por venir.

Cuando falta una semana para ese momento clave, el escenario muestra a dos contendientes, el oficialismo de Cambia Mendoza y su “astilla”, La Unión Mendocina, peleando el protagonismo. Y a un tercer jugador, el peronismo, sumido en la incertidumbre, paralizado, como aceptando con resignación ese rol de espectador al que incluso algunos de sus propios dirigentes parecen condenarlo.

La necesidad de evitar precisamente una tragedia electoral ha movilizado a Anabel Fernández Sagasti. La senadora nacional tomó una decisión durante una reunión con su mesa chica hace unos días: no negociará más con los intendentes y lanzará una fórmula propia, con listas legislativas en todos los distritos y candidatos a intendentes en los 11 municipios que no anticiparon su elección. “No podemos esperarlos más”, cuentan que dijo. El tiempo apura.

El objetivo es forzar al sector de los intendentes a ir una interna en las PASO del 11 de junio si quieren obtener lugares en las nóminas finales del Frente Elegí para la general. O bien a negociar e involucrarse en la campaña.

La decisión es fruto del convencimiento de que Emir Félix (San Rafael), Roberto Righi (Lavalle), Matías Stevanato (Maipú) y Martín Aveiro (Tunuyán) sólo han dilatado su indefinición para terminar vaciando al frente peronista en las elecciones.

“Su plan es no militar en la provincial para que salgamos terceros y echarnos la culpa de todo o irse con De Marchi. Como esto es más difícil, quieren borrarse”, analiza uno de los dirigentes que estuvo en ese encuentro de la semana pasada.

Algo de esto precisamente dicen que se habló en la reunión que ayer mantuvieron los jefes territoriales ortodoxos del PJ: correrse de la campaña de gobernador. Un lujo que se pueden dar gracias al desdoblamiento de la votación en sus departamentos, que les garantizará allí la continuidad.

Antes de llegar a la decisión de hacer una interna, dicen que hubo varias propuestas de Fernández Sagasti, todas rechazadas. Desde ir de candidata a vice de Emir Félix a que el binomio fuera Righi-Ilardo o que los intendentes pusieran la fórmula completa. Incluso, asegurándole a Félix que sería el candidato a diputado nacional. La respuesta fue siempre la misma.

Eso no implica que el diálogo se haya cortado. Pero no avanza hacia ningún lado. Por eso, la senadora ya les avisó a los intendentes que prepara un armado propio para competir. Los candidatos podrían ser Lucas Ilardo, el presidente del INV Martín Hinojosa o un tapado que reporta a ella.

La puja real no es por las listas ejecutivas, sino por las legislativas. Convencidos de que no tienen chance alguna de ganar la gobernación ni las intendencias más importantes, todos apuestan a preservar sus bancas.

Allí está el nudo del problema: los intendentes exigen más lugares “entrables” de los que La Cámpora está dispuesta a ceder. “Deben respetar lo que ya hemos ganado”, dicen en el campamento que reconoce a Fernández Sagasti como la jefa.

Esto sería primer y tercer distritos para La Cámpora, más algún lugar para Righi y Aveiro; el segundo también compartido, con primacía de Maipú, y el cuarto para los Félix.

Los intendentes no quieren una disputa interna, le rehúyen. Padecen desde el arranque de una debilidad territorial. Difícilmente puedan dar batalla en el Gran Mendoza. No tienen candidatos. Pero, además, el único de ellos que asoma como postulante a la gobernación, Righi, sostiene que sólo lo sería en un contexto de unidad.

Está claro que una disputa en las primarias activaría a la militancia y le daría algo de atractivo al Frente Elegí. El contexto influye. El oficialismo se encamina a legitimar en una interna a Alfredo Cornejo como candidato a gobernador y la alianza demarchista también podría tener la suya. Por eso, una fórmula de unidad no sería la mejor solución para el PJ. Pero hasta el sábado a las 23.59 todo es posible.

Mucho influye en este escenario Omar De Marchi. Su lanzamiento, lejos de representar la soñada posibilidad de pasar por el medio, ha generado dudas y ganas de dar el salto entre los intendentes, que viven despotricando contra el kirchnerismo, pero nunca se animan a enfrentarlo.

Algunos de ellos admiten que tienen con el diputado nacional y su frente más coincidencias ideológicas que con La Cámpora. Incluso, en off, se ilusionan con el armado que presentó. Pero el desdoblamiento que decidieron los entrampó: cómo irse ahora cuando en dos semanas tienen en sus terruños una elección en la que juegan con los colores del peronismo.

Por eso, la opción que elegirían es un apoyo subterráneo. La conformación de las listas legislativas de De Marchi puede dejar expuesto ese respaldo. Por ahora, el único que parece haber dado un paso en ese sentido es Stevanato. La adhesión a La Unión Mendocina del que hasta hace semanas fuera el presidente del Concejo Deliberante de Maipú, Isaac Morales, es una señal contundente.

El presidente del Concejo es siempre el edil de más confianza del intendente, un aliado que funciona como vice. Morales cumple esa condición. Es un pastor evangélico de estrecho vínculo con Stevanato y difícilmente hubiese tomado esa decisión sin su respaldo. Las críticas que expresó al rumbo del peronismo tras el anuncio son las mismas que podría haber manifestado su jefe político.

En el PJ definen al maipucino como el más convencido con el proyecto demarchista. Con el lujanino lo unen un parentesco lejano, algunas ideas y también Alejandro Cazabán.

El ex ministro de Celso Jaque es señalado como el hacedor del acuerdo con los Bermejo para que Stevanato fuera el heredero y ahora es el operador en las sombras de De Marchi.

La función de Cazabán, además de acercar algún apoyo empresario clave para la campaña, es pescar peronistas para sumarlos al frente. Un intendente es la pieza más deseada. Ahi aparece Righi, al que algunos mencionan como entusiasmado en dar el salto para ser vice de De Marchi, aunque temeroso de las consecuencias.

Un nombre de peso así es lo que busca en definitiva el frente demarchista, flaco de figuras por el momento. Además de su candidato a gobernador, que abrevaba en las aguas del macrismo y fue desconocido por Horacio Rodríguez Larreta en su visita del viernes, él dirigente más rutilante es el massista Jorge Difonso.

El largo listado de adherentes a La Unión Mendocina es una síntesis de la política de estos días: muchos de ellos son ex peronistas, ex radicales, ex demócratas que en algún momento dejaron esos partidos, disconformes con habitar en las márgenes, para fundar su propia agrupación. Otros son aventureros que buscan refugio donde pega el sol o donde más cargos creen que pueden conseguir.

Lo mismo podría decirse de muchos integrantes de Cambia Mendoza y el Frente Elegí. Pero siempre es el nuevo el obligado a superarse.

En ese afán de sumar figuras, Difonso ha tendido puentes con el imprevisible Daniel Orozco. Hace unos días lo vieron entrar a las oficinas del intendente. Pero hasta ahora no hay avances, pese a las quejas del lasherino contra la UCR. “Es un radical orgánico”, lamentan los demarchistas.

A Orozco le reservaron un espacio en un costado de la foto que la conducción de Cambia Mendoza se sacó el viernes con Rodríguez Larreta. Su sucesión aún no está resuelta. Y es una de las prioridades que se ha fijado Cornejo para estos días.

“Los dos candidatos que hay son pésimos, tengo la obligación de poner otro”, avisó el radical a su mesa chica. Los apellidos que tiene en la cabeza son los que ya daban vueltas: Lombardi, Filice y Lopresti, el secretario de Obras, cuya nominación ya había acordado con el intendente hasta que éste postuló a Martín Bustos.

El mapa del oficialismo en el Gran Mendoza empezó a completarse ayer cuando Marcelino Iglesias avisó que su secretario de Obras, Marcos Calvente, es su candidato. Tiene el completo apoyo de Cornejo. Pero esa decisión tiene efectos no deseados: el secretario de Gobierno, Nicolás González, renunció para postularse.

Ahora falta Godoy Cruz. Probablemente el jueves se sepa a quién eligió Tadeo García Zalazar. Diego Costarelli tiene grandes chances, pero no hay que descartar a Florencia Santoni. En Luján, en tanto, la semana próxima seguramente se definirá la postulación de Natalio Mema. Pero Cornejo aún tiene varios conflictos por resolver en Alvear, Malargüe y, sobre todo, Rivadavia. La cuenta regresiva empezó y en su camino de regreso a la gobernación crecen espinas.

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