En las costas de Brasil, a tan solo 30 kilómetros de San Pablo, existe un lugar donde el peligro acecha en cada rincón. Queimada Grande, conocida como la Isla de las Cobras, es considerada la isla más peligrosa del mundo, un sitio donde la vida humana no tiene cabida. Su peculiaridad radica en su mortalidad extrema: se estima que un ser humano no podría sobrevivir más de 30 segundos en ella.
Este pequeño territorio, que abarca unos 430.000 metros cuadrados, podría parecer a simple vista un refugio natural paradisíaco, pero sus aguas ocultan un secreto letal. El gobierno brasileño, consciente del peligro que representa, ha prohibido el acceso a la isla desde hace décadas. "Este es un lugar donde la naturaleza ha tomado un control absoluto", señala el biólogo brasileño Lucas Rocha.
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Queimada Grande, conocida como la Isla de las Cobras
Archivo Los Andes
La razón detrás de la prohibición es simple pero aterradora: la isla está dominada por una de las especies de serpientes más venenosas del mundo. En sus suelos se encuentran aproximadamente 15.000 serpientes, lo que convierte a Queimada Grande en el sitio con la mayor densidad de víboras por metro cuadrado en todo el planeta. "Es un lugar imposible para los humanos. Solo las serpientes pueden sobrevivir ahí", explica Rocha.
Entre las especies que habitan la isla, destaca la temida Bothrops insularis, conocida como la serpiente cabeza de lanza dorada. Esta víbora, que raramente supera los 1,2 metros de longitud, se caracteriza por su agresividad y veneno letal. "Su veneno es hasta cinco veces más potente que el de su pariente cercana, la Bothrops jararacá", detalla el herpetólogo Paulo Silva. Los efectos de su mordedura son devastadores: necrosis muscular, hemorragia cerebral y sangrado intestinal. Lo más aterrador de todo, sin embargo, es la rapidez con que actúa el veneno. "Una mordedura en la isla sería fatal en menos de un minuto", advierte Silva.
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En sus suelos se encuentran aproximadamente 15.000 serpientes, lo que convierte a Queimada Grande en el sitio con la mayor densidad de víboras
Infobae
En el siglo XX, un farero era responsable del mantenimiento de un faro en la isla, pero a medida que el sistema fue automatizado, Queimada Grande quedó deshabitada. "El faro sigue funcionando, pero los humanos ya no pueden vivir allí", comenta Silva. Hoy, la isla se mantiene en su estado salvaje, un ecosistema controlado por la agresiva presencia de serpientes.
Queimada Grande fue declarada en la década de 1980 como una zona de alto valor ecológico y herpetológico. Esto significa que el acceso a la isla está restringido a investigadores y científicos especializados, quienes deben obtener permisos especiales para visitarla. "El estudio de la serpiente cabeza de lanza dorada ha permitido descubrir detalles sobre su veneno, que podría tener aplicaciones médicas en el futuro", explica el biólogo Rocha. Sin embargo, las reglas para la investigación son estrictas. "No se permite alterar el ecosistema ni extraer muestras sin una justificación científica aprobada", aclara.
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El gobierno brasileño, consciente del peligro que representa, ha prohibido el acceso a la isla desde hace décadas.
Clarín
Queimada Grande, además de su fama como la isla más peligrosa del mundo, es un misterio fascinante que sigue cautivando a científicos y aventureros. A pesar de su increíble biodiversidad, su mortalidad inmediata ha hecho imposible que cualquier tipo de actividad turística o recreativa tenga cabida allí. En este rincón de Brasil, la naturaleza sigue siendo la reina, y los humanos solo pueden observarla desde lejos, conscientes de que un solo paso podría significar su fin.