Cinco monjas cistercienses abandonaron el monasterio de San Giacomo di Veglia. Tras la destitución de su madre superiora, las religiosas denunciaron persecución interna y pidieron protección a las autoridades italianas. El conflicto empezó en enero de 2023 y se agravó durante 2025, tras la muerte del Papa Francisco.
“Queremos recuperarnos en un lugar seguro”, afirmaron sin revelar su ubicación. Las autoridades italianas confirmaron que no existe ninguna causa penal contra ellas, pero sí una grave crisis interna que sacudió la vida comunitaria. El enfrentamiento tuvo su origen en una carta enviada al Papa en enero de 2023 por cuatro monjas del mismo monasterio.
Papa Francisco
El conflicto se agravó después de la muerte del Papa Francisco.
Gentileza
En ella denunciaron a la madre Aline Pereira, una religiosa brasileña, por supuestos abusos de autoridad. Dos inspecciones eclesiásticas no encontraron pruebas y archivaron la denuncia como calumniosa. Las firmantes fueron trasladadas a otros monasterios como castigo.
La crisis dentro del convento
Lejos de calmarse, la situación empeoró. El convento recibió al menos ocho visitas canónicas donde crecieron las dudas sobre el liderazgo de la madre Aline. Medios italianos como Il Messaggero informaron que se la acusó de manipular a sus compañeras y de no saber tomar decisiones. Sin embargo, las monjas que ahora se fueron aseguraron que nunca se probó nada y que vivieron una persecución.
Todo estalló cerca de Pascua. El abad general, Mauro Giuseppe Lepore, nombró un comisario para intervenir. El anuncio llegó el Viernes Santo y el lunes siguiente, con el papa ya fallecido y la diócesis acéfala, arribó una psicóloga que había actuado como visitadora. Según las monjas, esta concluyó sin evaluaciones médicas que habían sido víctimas de un lavado de cerebro.
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Ese momento marcó el quiebre. La madre Aline fue destituida y asumió la hermana Martha Driscoll, de 81 años. Lejos de pacificar el ambiente, su presencia profundizó el conflicto. Las hermanas comenzaron a grabar conversaciones y escucharon frases como “Estamos en el monasterio para sufrir” o “Yo soy la Iglesia, hablo en nombre del Papa Francisco”.
La huida
“Nos sentimos asfixiadas”, declaró la monja más joven de las cinco a Il Gazzettino. Apenas llevaba un año en la comunidad. Contó que desde la expulsión de la madre Aline la situación se volvió “psicológicamente insoportable”. “Nos destruyeron una paz que había durado medio siglo. Después de la Pascua empezaron las imposiciones y el acoso. Tuvimos que huir”, explicó.
Algunas de las monjas vivieron en clausura durante 25 años. A pesar del tradicional hermetismo, pidieron al Dicasterio correspondiente la dispensa de votos y autorización para romper la clausura. La respuesta fue negativa. Como gesto de buena fe, se presentaron ante las autoridades antes de desaparecer. No enfrentan cargos, pero el escándalo ya repercute en medios de todo el mundo.