La Agencia Nacional de Policía de Corea del Sur informó este lunes la detención de cuatro personas acusadas de piratear unas 120.000 cámaras de seguridad domésticas, cuyas imágenes terminaron convertidas en material de explotación sexual.
Ocurrió en Corea del Sur. Las imágenes fueron utilizadas para producir y vender material de explotación sexual, en medio de una crisis creciente de espionaje electrónico en el país.
La Agencia Nacional de Policía de Corea del Sur informó este lunes la detención de cuatro personas acusadas de piratear unas 120.000 cámaras de seguridad domésticas, cuyas imágenes terminaron convertidas en material de explotación sexual.
El caso representa el capítulo más reciente en la larga batalla de Corea del Sur contra el espionaje electrónico ilícito, un problema que las autoridades describen como persistente y cada vez más sofisticado.
Durante años, los surcoreanos han convivido con el temor de ser filmados en secreto en baños públicos, estaciones de metro y moteles. Ahora, ese miedo se extiende al interior de sus propios hogares.
Las cámaras vulneradas —instaladas en viviendas, negocios, hospitales, saunas y otros espacios— estaban conectadas a internet y, en muchos casos, eran utilizadas para vigilar a niños, mascotas o pacientes.
Según la policía, los piratas informáticos no actuaron como un grupo organizado, pero compartían un mismo punto débil en sus víctimas: contraseñas frágiles, con patrones repetidos o secuencias numéricas fáciles de adivinar. Esa vulnerabilidad les permitió acceder sin mayor dificultad a miles de dispositivos.
Las ganancias ilícitas también llamaron la atención de las autoridades. Uno de los detenidos obtuvo alrededor de 12.000 dólares vendiendo videos a un portal extranjero dedicado a compartir contenido ilegal; otro habría ganado el doble, según un comunicado policial.
El caso de Corea del Sur se suma a una serie de incidentes internacionales que exponen la fragilidad de las cámaras de seguridad conectadas a internet.
En 2021, la empresa estadounidense Verkada sufrió una brecha que comprometió unas 150.000 cámaras en hospitales y escuelas; la compañía acordó pagar casi 3 millones de dólares en multas civiles.
En China, videos robados de decenas de miles de dispositivos fueron comercializados en redes sociales, mientras que grupos vinculados a Irán han intentado espiar a Israel mediante cámaras privadas, lo que llevó a las autoridades israelíes a emitir nuevas directrices de seguridad.