Murió Sergio Abel Vázquez, aquel volante que dejó su marca en San Martín y el fútbol mendocino

En un hecho único y sorprendente llegó a ser futbolista, entrenador y presidente de una misma institución.

Murió Sergio Abel Vázquez, aquel volante que dejó su marca en San Martín y el fútbol mendocino
Los vecinos de San Martín y del fútbol mendocino despiden a Sergio Abel Vázquez - Gentileza

Los vecinos de San Martín y del fútbol mendocino despiden a Sergio Abel Vázquez, aquel recordado mediocampista y dirigente que falleció a la edad de 84 años.

Nacido en el seno de una humilde familia de la ciudad de Buenos Aires, brilló en las canchas locales en épocas de oro del fútbol mendocino, cuando los clubes de la provincia por sí solos alcanzaban para desbordar las tribunas y acaparar los títulos de los diarios.

Una reseña publicada por Los Andes años atrás, repasa el largo y rico camino recorrido por Vázquez desde aquel lejano 1962, cuando se bajó del tren en la estación de Palmira para iniciar su romance de más de 50 años con el fútbol de Mendoza, donde en un hecho único y sorprendente llegó a ser futbolista, entrenador y presidente de una misma institución: su querido Club Atlético San Martín.

Según su propio relato, ésa fue la entidad que lo marcó para siempre, aunque solía admitir que también se identificó de manera muy fuerte con cada una de las divisas que defendió como jugador y técnico a lo largo de su exitosa y dilatada trayectoria.

Sergio Abel Vázquez - Gentileza
Sergio Abel Vázquez - Gentileza

Contaba que había llegado a Mendoza junto a Alberto Tito Montero - que reemplazó a “Palito” Staukas, quien se había lesionado- y Osvaldo Morgavi, con el pase libre de Argentinos Juniors, donde había decidido dejar de jugar porque era el eterno suplente de Martín Esteban Pando, apodado “la radio, porque hablaba sin parar los noventa minutos de juego”.

Por gestión de Miguel “Cholo” Converti, que iniciaba su carrera de director técnico y que había viajado a Buenos Aires en busca de refuerzos de jerarquía, y recomendado por el gran maestro Ernesto Duchini, Vázquez aceptó el desafío de venir a Mendoza cuando tenía todo acordado para firmar con All Boys o, en su defecto, hacer las valijas y marcharse a Colombia con un ventajoso contrato de varios años.

“Aquel resultó un amor a primera vista -describió en su momento el periodista José Félix Suárez en Los Andes- porque con el paso del tiempo, ese joven de 20 años se convirtió en un mendocino más, con raíces muy fuertes a través del fútbol, y porque en el Este de la provincia construyó su hermosa familia y descubrió además el interés por la política y el compromiso por la función pública”.

Tanto fue así que, luego de “colgar los botines” y conducir equipos, ocupó el cargo de concejal en la comuna de San Martín y luego ejerció como subsecretario de la Delegación Municipal de Palmira.

¡Fina Estampa! Es la síntesis perfecta para definir el juego de aquel exquisito volante derecho: fino, pulcro y elegante. De excelente físico, alto, espigado, cabeza levantada, buen pie, alta técnica, hábil con la pelota, cerebral e inteligente, que no necesitaba correr porque hacía correr a la pelota.

Un ocho de neto corte ofensivo que hizo goleador al “Cachorro” Aceituno en el “Lobo” y al “Chivato” Avallay en los “Cruzados”, por citar dos de los casos más emblemáticos.

Vázquez dejó su marca y su sello personal en cada uno de los equipos que defendió entre los años sesenta y setenta, en su momento de mayor esplendor en nuestras canchas: Atlético Palmira, Atlético Argentino, Gimnasia y Esgrima, Deportivo Maipú, Andes Talleres, Atlético San Martín y la Selección de Mendoza.

Sergio Abel Vázquez junto a su amigo el profesor Francisco Romero y su hijo. Gentileza
Sergio Abel Vázquez junto a su amigo el profesor Francisco Romero y su hijo. Gentileza

Dura Infancia

Contaba Sergio, al recordar con una expresión de nostalgia su dura y muy humilde infancia, que se resumen en estas frases dichas en primera persona:

“No me puedo olvidar ni ocultarlo. Yo me hice en la calle y a los golpes, porque nací en un conventillo de San Telmo, en un hogar muy humilde, donde en una pieza convivían mi papá Sergio, mi viejita Norberta y cuatro hermanos: yo que era el mayor, Carlos, Dora Elsa y Lidia”.

“Gracias a la Fundación Evita tuve un colchón para dormir, una frazada para taparme, una campera para abrigarme, zapatillas para calzarme y hasta un juguete y una sonrisa para el Día del Niño. Tenía apenas ocho años cuando vendía diarios en la esquina de Perú y Chile, en pleno centro porteño, donde había un quiosquito propiedad de un cieguito al que siempre ayudaba a cruzar la calle”.

“Cuando tenía 12 años, al fallecer mi papá, conseguí trabajo en un mercadito donde funcionaba una carnicería y una pescadería. De joven me relacioné con el deporte y como tenía un físico apropiado para mi altura empecé a jugar al básquetbol en el Club Jorge Newbery”.

“Después me incliné por el fútbol en el Club Argentinos Juniors, donde completé el ciclo de inferiores, aunque quedé relegado a la Reserva y sin poder cumplir el sueño de llegar a la Primera, porque Martín Pando era el titular inamovible”.

“Cuando arreglé en Palmira con el pase en mi poder, con la primera plata importante que gané en el fútbol le regalé a mi mamá la heladera y la cocina que nunca había tenido. Cuando falleció el viejo, mi viejita crió a sus cuatro hijos con su enorme amor de madre. Gracias al fútbol, con el tiempo forjé un bienestar que me permitió traer a mis hermanos a vivir conmigo a Mendoza”.

“Acá construí mi nueva familia, de la que estoy muy orgulloso: mi esposa y mis cuatro hijos, entre ellos Sergio Marcelo, que siguió mis pasos como jugador y como técnico. Y además, tres hermosos nietos: Agustín, Micaela y Emilia”.

El primer rugido del León
El primer rugido del León

“Soy un agradecido de la actividad que como futbolista, entrenador y dirigente me permitió hacer tantos amigos que sería imposible nombrarlos para no fallarle a ninguno”.

Vázquez inició su campaña de técnico en 1975 en Deportivo Argentino, de Los Campamentos, Rivadavia, donde reemplazó en ese cargo a Cristalino Noguera. Esa carrera continuó luego en Atlético Palmira, Deportivo Guaymallén, Atlético San Martín, Independiente Rivadavia y Huracán Las Heras.

En su libro “La Historia de un Grande” editado en 2012, el investigador y escritor Rubén Lloveras señala que Vázquez fue el gran responsable de aquel Globo lasherino campeón por primera vez en su historia en 1984, aunque el equipo dio la vuelta olímpica bajo la conducción de “Pancho” Ontiveros.

Sergio trajo al club a Bartolucci, el “Atómico” Pedro Fóppoli, el “Bicho” Avendaño, Grimoldi, el “Loco” Fornari, Pajón, Marcelino Blanco y el arquero Borgna, los que se sumaron al plantel que integraban Orangel Martínez, el “Ratón” Giardini, Ariel Gómez, Ricardo Lucero, “Cachavacha” Pérez, “Pepe” Bravo, “Tito” Magallanes, “Miliki” Moyano, Belot, Vallejos, Rulli, De Faveris, Vargas y Miranda.

Para completar su aura ganadora, como presidente del Club Atlético San Martín, estuvo muy cerca también de ocupar ese cargo en la Liga Mendocina de Fútbol.

Grandes equipos que integró

Vázquez nombraba con gratitud y respeto a los compañeros de aquellos legendarios conjuntos de los que tomó parte. Algunos ejemplos:

Atlético Palmira (1962): Aguilera o Rubens; “Tito” Montero y Muñoz; “Manolo” Santos, Estrada y Ravelli; Morgavi, Vázquez, Maulén, Lizazo y el “Nene” González Hermoso. DT: “Cholo” Converti.

Atlético Argentino (1963): Iaconetti; Oscar Lucero y Rovito; Montequín, Corral y Sklate; Chacón, Vázquez, Oropel, Medardo Sosa y Quique Lucero. DT: Arnoldo Nocetti.

Gimnasia y Esgrima (1963): donde llegó al comienzo de la segunda rueda junto a Oscar Giaché, en trueque por Víctor Legrotaglie, que se incorporó a Argentino: Ripamonti; el “Panza” Videla y Bertolani (el “Polaco” Torres había pasado a Banfield); Castro, Alfredo Sosa y Segundo Cortez; “Documento” Ibáñez, Vázquez, Aceituno, Giaché y “Geniol” Ledesma. DT: “Cholo” Converti.

Deportivo Maipú (1964): Juárez; Tau y Juan Antonio Putrino; Oscar Palazzo, Justo Molina y Tonini; Parodi, Vázquez, Avallay, Pedro Palazzo y Santos Nieto. DT: Bernardino Prado.

Andes Talleres (1965): sólo en la primera rueda, porque luego retornó a Maipú: Marchena; Federico Puppato y Eibar; Julio Villegas, Cagliero y Cordón; Trejo, Vázquez, Nené o Juan Rodríguez, el “Canty” Gómez y Alberto Sesti. DT: Herminio Bracamonte.

Atlético San Martín (1967): en la época del primer Nacional): Reggi; Troyano, Osvaldo Sosa, Pérez Suárez y Lorca o Maryllack; Miguel Angel Guzmán y Vázquez; “Chiche” Lamelza, Noguera, Roberto Molina y Ambroggi. DT: “Mumo” Orsi.

Atlético Palmira (1970): cuando se gestó el gran equipo de la Copa Argentina): Camargo; Fuentes, Zuvialde, Dubrowszczyk y el “Loro” Allende; Traverso, Vázquez y Ortega; Brico, Roldán y Roberto Molina. DT: Jorge Julio.

Selección de Mendoza (1964, subcampeón argentino en Mar del Plata): Iaconetti, Ripamonti o Filizzola; Calderón, Osvaldo Sosa, Justo Molina y la “Araña” Merlo; Alfredo Sosa y Aliendro; León, Vázquez, Avallay y “Quique” Lucero. DT: “Cholo” Converti.

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