El viernes 9 de marzo de 2018, la Orquesta Sinfónica de la Universidad Nacional de Cuyo y su Coro Universitario, ambos bajo la dirección de eximios Directores, y con impecable actuación de músicos y coreutas, brindaron uno de los conciertos más bellos de la música universal: la Novena sinfonía de Beethoven.
Pero ocurrió algo insólito: el escenario resultó inadecuado para la realización de tan importante obra, que incluye en su desarrollo actuación orquestal y coral. Fue lamentable la interrupción de la obra para que en la mitad de la misma se incorporara el coro, que evidentemente no podía esperar parado los aproximadamente 50 minutos en que el creador de la Sinfonía da entrada a las voces.
Si Mendoza contara con la Sala de conciertos necesaria para permitir el desarrollo de obras como la expuesta, ya reclamada por este lector en anteriores notas, el coro debiera haber permanecido sentado en el escenario y actuar en el momento preciso de su intervención.
Los mendocinos nos hemos conformado y ha parecido suficiente la adecuación de galpones ferroviarios para actividades artísticas que requieren algo más que arreglos bajo los mismos.
Por último, una referencia a la posibilidad perdida de haber presentado el maravilloso espectáculo brindado por los músicos y coreutas universitarios en el escenario del Teatro griego del Parque, habilitado recientemente para los festejos vendimiales. Mucho más público se podría haber beneficiado con el esfuerzo y tiempo que se debe haber brindado a la presentación de la actividad artística que pocos gozamos.
Ricardo Bekerman
DNI 6.883.904