Hace diez años la irrupción de las Femen, denunciando con sus pechos desnudos la opresión política o religiosa, ya fuera en Ucrania o en Túnez, causó un impacto mundial. Pero una década después, debilitadas por divisiones y condenas judiciales, su estrella palidece.
El método de estas militantes dio la vuelta al mundo en 2010, cuando un grupo de Femen ingresó en un recinto de votación en Kiev para denunciar el riesgo de "una dictadura" si era elegido el candidato prorruso Viktor Yanukovich.
El mismo lugar, y la misma forma simple y contundente, fue la que eligió una activista este domingo para protestar contra Silvio Berlusconi el día de las elecciones en Italia.
Con coronas de flores en la cabeza y consignas escritas con letras negras en sus pechos desnudos, estas mujeres, que a menudo son jóvenes y esbeltas, logran engañar a los servicios de seguridad.
"Ellas son muy valientes, no les da miedo recibir golpes" pero "no desarrollaron mucho la reflexión", opinó Françoise Picq, historiadora francesa del feminismo.
El cuarteto original compuesto por las estudiantes ucranianas Anna Goutsol, Iana Jdanova, Oksana Chatchko y Sasha Shevchenko se proyectaban como los posibles nuevos íconos del feminismo.
Analistas dicen que a pesar de su valentía, no desarrollaron la reflexión.
Las Femen, cuya acción fundadora el 15 de abril de 2008 en Ucrania pasó desapercibida, se hicieron conocer en el extranjero con acciones espectaculares contra presidentes acusados de autoritarismo -como el mandatario ruso Vladimir Putin o el turco Recep Tayyip Erdogan- o contra partidos políticos, como el Frente Nacional en Francia.
En diciembre de 2011, una acción en Bielorrusia marca un punto de inflexión: "Fuimos detenidas delante de la sede de los servicios secretos, llevadas a un bosque y torturadas", contó Inna.
Después se enfrentaron a la amenaza de ser condenadas a prisión en Ucrania, donde la policía encontró armas en sus locales, tras lo cual decidieron cerrar e irse.
Por suerte, entre tanto, un grupo de francesas las habían contactado para crear una célula en París. Fueron ellas que dieron refugio a Inna en el verano de 2012.
Pero en el exilio, a donde también llegaron Oksana Chachko y Sasha Shevchenko, no pudieron lanzar sus actividades con la misma potencia.
"Cuando llegamos, vimos que Inna no había creado un grupo de activistas, sino de fans", dijo Sasha, de 29 años, que ahora es ama de casa.
Después siguieron las deserciones, a medida que las militantes comenzaron a atacar símbolos religiosos y lugares de culto, como la catedral de Notre Dame de París en 2013.
A esto se sumaron los rumores de que recibían un financiamiento de Israel, tenían tendencias islamofóbicas o que habían pruebas estéticas para elegir a las militantes.
A estas dificultades internas, se sumaron las agresiones físicas de militantes, el juicio en París por acusaciones de "exhibición sexual" y las condenas judiciales.
En un momento en que en Kiev las Femen retoman discretamente sus actividades, miles de mujeres en todo el mundo toman la palabra para pedir justicia y más respeto de los derechos tras el escándalo Weinstein. Esta ola 2.0 con la etiqueta #meetoo.