Jorge Fontemachi: “Cuando voy al arco siempre escucho la voz del viejo”

Su papá lo bautizó “Coqui” cuando lo acompañaba a entrenar. El arquero de Rodeo del Medio siente la presencia del “Loco” cada vez que entra a una cancha. Un legado que perdura desde el cielo.

Lo lleva en la sangre. Desde la cuna. El arco fue la vida del “Loco” y el arco es el presente y futuro de “Coqui”.

Es la historia de un tipo que creció bajo los tres palos de Huracán Las Heras y no dudó en transmitirle a Jorgito su amor por el fútbol, los guantes y los pantalones largos, en esas largas tardes dentro de cualquier cancha mendocina.

Un día de octubre de 20013 papá Jorge partió, pero dejó un legado que perdurará por siempre. Su espíritu dentro del área chica se hace carne en ese rubio de ojos claros que hoy defiende a Rodeo del Medio, pero que también pasó por el Globo y Atlético Argentino. Y deja muy bien parado el apellido Fontemachi.

-Con esta historia no te quedaba otra que seguir los pasos de tu viejo y ser arquero.

-Sí, la verdad desde chiquito siempre me gustó el arco. Gracias a él también se dio, lo heredé de la mejor manera. Estoy muy cómodo con lo que elegí, y eso es lo más importante.

-¿Te fue llevando a ser arquero o te empezó a gustar de verlo atajar?

-Cuando él era técnico me llevaba a los entrenamientos y, como también se hacía cargo de los arqueros de primera, me hacía practicar con ellos. Le fui tomando el gustito porque me gustaba todo lo que tenía que ver con el arco, la ropa de los arqueros… Probé y hoy sigo con esos pasos.

-¿Te gustaba acompañarlo?

-Sin dudas, iba a  todos lados. A cada entrenamiento que iba me llevaba, antes de que me preguntara ya estaba preparado para salir. Era feliz y hoy me sigue gustando eso, creo que no lo voy a dejar nunca.

-¿Sentías que lo llevabas en la sangre?

-Tal vez. Sí tengo claro que me gustó desde un principio y me sigue pasando lo mismo actualmente. Es muy lindo y me siento cómodo en el arco, aprendí mucho con mi viejo y sigo mejorando. Es algo de lo que no te podés desligar tan fácil.

Mate en mano y recién llegado de la práctica del “Toponero”, con su hermano Juan (futbolista de Independiente Rivadavia) como testigo, mientras mamá Viviana y Guadalupe (la otra hermana Florencia no vive en casa) llegan al hogar familiar, el guardameta abre el cajón de los recuerdos y en ningún momento deja de mencionar a su padre.

-Eras muy chico cuando él jugaba. ¿Te quedó algún recuerdo?

-Sí, en realidad era muy chico y no tengo demasiadas referencias. Cuando jugaba en los veteranos iba con mi hermano, ahí sí lo pude disfrutar.

-¿Incorporaste algo a tu juego de todo lo que viste?

-El viejo siempre fue muy arriesgado, se animaba a todo. Yo tengo esa virtud y me conviene a la hora de atajar, siento que es así. Cuando entro a la cancha lo hago con una confianza enorme, como la que tenía él.

-Tenía esa "locura" que suelen llevar los arqueros, en un puesto muy especial.

-Mi viejo estaba loco, si podía salir gambeteando lo hacía sin problemas. Al igual que ir a cabecear. Hacía cosas raras que por ahí, hoy, los arqueros no realizan porque se cuidan más.

-¿Hay algo que siempre guardes en tu cabeza?

-Tengo muchos recuerdos. Cuando me iba a ver escuchaba siempre el “dale Coqui”. No importaba el lugar donde yo jugara, estaba en todos lados. Esas cosas quedan grabadas y hoy lo sigo escuchando…

-Lo tenés siempre presente.

-Obvio, siempre está presente. Cuando salgo a la cancha y voy hacia el arco le pido a él que me ayude.

-Su nombre está muy identificado con Huracán. ¿Con vos pasa lo mismo?

-La verdad que no. Yo no pude jugar tantos partidos en el club y brindar lo mismo que él con la gente de Huracán.

-Me imagino que apenas te conocen hacen referencia a tu viejo.

-Sí, a cada rato. Todo el mundo me dice “sos el hijo del Loco Fontemachi”. Sin dudas que el apellido ha quedado grabado para siempre.

-¿Coincidís en que sos más sobrio a la hora de atajar?

-Sí, es así. Soy diferente en el estilo al momento de atajar. Mi viejo era mucho más alto, yo salí chiquito (risas) pero con buen trabajo de piernas. Me queda mucho tiempo para lograr su experiencia, pero voy por buen camino.

-¿Qué te dejó el viejo?

-El mejor recuerdo es que me seguía a todos lados. Estoy acá por él, me enseñó todo lo que sabía. Gracias a él soy arquero y estoy feliz de ser Fontemachi. Me puso Coqui y todos me conocen así.

El gol más "tonto"  e inolvidable

Los arqueros, en sus carreras, siempre reciben ese gol “tonto” que nunca olvidan y que los termina marcando. Jorge tiene uno que no borra de su mente.

“Fue terrible, en una semifinal del Federal C con Argentino ante el CEC. Habíamos perdido el partido de ida 1 a 0 (le contuvo un penal a Lucas González) y en la vuelta ganábamos de local 3 a 2 y forzábamos los penales. En el último minuto llegó un centro, salgo a cortar, me tocan y quedo a mitad de camino. Cabecea un rival, el balón da en el travesaño y cuando baja un defensor nuestro la termina metiendo al ángulo. Ese gol me quedó marcado y no lo olvido más. Encima perdimos la serie y no pudimos ascender”.

Mirando a colegas...

Desde el "Pity" Aracena hasta Campestrini

Jorge tiene a varios colegas como referentes en el arco. En su afán de progresar, mira los movimientos de aquellos que le gustan, sin importar las categorías.

“Hay varios arqueros que me gustan mucho cómo atajan, uno es Cristian Aracena, que no tiene tanta altura pero es completo y ha crecido bastante en su juego. También  Gonzalo Gómez, que es muy rápido de piernas. De afuera miro a Sara (Boca), Herrera (Talleres de Córdoba) que es muy joven y Campestrini”.

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