Este libro reúne un conjunto de contribuciones originales sobre el proceso de formación y transformación política, estatal y cultural mendocino entre el último tercio del siglo XIX y el período de entreguerras. Las mismas se inspiran en temas y problemas que han sido motivo de reflexión de la historiografía y las ciencias sociales en las últimas décadas que han hecho foco en los espacios subnacionales como ámbitos de producción de iniciativas político-estatales en conexión con problemas generales que atañen a la dualidad institucional del régimen federal y que, por tal, erigen a los gobiernos y dirigencias provinciales en artífices y no meros espectadores o comparsas del juego político nacional. Dicho interés no sólo impregna la agenda académica de los historiadores de los siglos XIX y XX, sino que constituye un tema de interés público en tanto involucra debates cruciales sobre la naturaleza y el desempeño del sistema federal en la Argentina contemporánea (Gervasoni, 2021; Botana, 2021). La historiografía política ha venido transitando dicha problemática munida de conceptos y estrategias metodológicas imantada por diversos giros operados en el campo de la investigación. En particular, los estudios han prestado atención a los enfoques más atentos a las rupturas y continuidades, que ofrecieron miradas sobre el proceso de unificación nacional y de los estados provinciales, tomando distancia de abordajes que fijaban la atención en sus cúspides, o que lo habían descrito en claves preferentemente constitucionales y legales. En su lugar, las investigaciones pusieron de relieve dos cuestiones de interés: por un lado, que el imperio de la nación sobre las provincias no fue resultado exclusivo de la coacción, sino que incluyó un aceitado juego de negociaciones entre las dirigencias provinciales que, amalgamadas en el credo liberal, afianzaron el control en sus jurisdicciones y traccionaron la subordinación al poder central a través de diversos mecanismos institucionales, políticos o económicos (Bragoni y Miguez, 2010). Por otro lado, la historiografía política reciente destacó las variaciones del montaje institucional y transformación del régimen republicano representativo permitiendo establecer interesantes convergencias y contrapuntos intra e interprovinciales del país federal (Sabato, 2014; Bragoni, Cucchi y Lanteri, 2021). Así también, la entronización del actor y las prácticas sociales, derivado de la crisis de modelos macroexplicativos, impulsaron análisis empíricos de “relación” orientados a conectar el plano normativo-legal-constitucional con el desempeño práctico de cada porción de poder examinado en distintos niveles de gobierno, poniendo de relieve dinámicas propias en diferentes esferas (económicas, políticas, demográficas) de acuerdo con los estadios organizacionales en momentos y lugares específicos (Alonso y Bragoni, 2015). Las mismas advirtieron la conveniencia de distinguir el progresivo incremento de las dimensiones organizativas y prácticas del ordenamiento administrativo estatal junto al montaje de las plantas burocráticas que revelaron contrastes con el influyente modelo vertical acuñado por Oszlak (1997) sobre la formación del Estado nacional. A su vez, el anclaje social de lo político o estatal, esto es, el hecho de radicar la política y la organización de las burocracias en actores de carne y hueso condujo a escrutar comportamientos, interacciones sociales y resoluciones prácticas. Se trata, como se sabe, de un atajo difícil que exige controlar anacronismos, tomarse en serio la voz de los actores, restituir lo político en sus propios términos, desandar el refugio de los grandes textos y sumergirse en personajes menos célebres y documentados a los principales referentes o “grandes hombres” que suelen dominar los relatos de la vida pública nacional.
Invitación
El libro compilado por Virgina Mellado y Beatriz Bragoni será presentado en el hall del diario Los Andes el martes 29, a las 18.30.
Un rasgo sobresaliente de la renovada agenda de investigación hizo hincapié en las relaciones de cooperación y conflicto entre gobierno federal y los gobiernos locales permitiendo restituir los nexos que vertebraban el círculo presidencial con los que sostenían a los gobernadores (Alonso, 2012) y la relativa complejidad de la cadena de intermediación en la que descansaba el poder gubernamental en las provincias. Tales problemas han complejizado especialmente la clásica interpretación de los gobernadores como agentes del gobierno nacional en las provincias, y de la autoridad compacta o sin fisuras ejercida en el armado político local en sintonía con el proceso de reducción a la unidad del Estado y autoridad nacional (Botana, 1997). Generalmente, las mismas resultan tributarias de las imágenes consagradas por Juan Bautista Alberdi, el principal inspirador de la constitución nacional de 1853, y de las no menos influyentes reflexiones ensayadas por la saga de ensayistas y escritores que trazaron diagnósticos pesimistas sobre el desempeño del gobierno representativo y federal entre el ochenta y el momento del Centenario (Zimmermann, 1994; Roldán, 2006). Una pluralidad de voces tributarias en buena medida de la línea genealógica que enhebra los hilos de la trama del estilo “caudillesco” narrado por el sanjuanino Domingo F. Sarmiento en el Facundo, y recogida más tarde por juristas y publicistas oriundos del interior o de la ciudad federalizada en 1880. Una lectura arraigada en la tradición liberal que cotejaba una y otra vez los contrastes entre la teoría o doctrina constitucional y las prácticas políticas concretas, y que atribuía a la conducta de los hombres los desvaríos o imperfecciones del lazo representativo entre gobernantes y gobernados, y entre provincias y la nación. En sentido estricto, y aun teniendo en cuenta el peso de los desiguales trayectos provinciales, los estudios sobre la formación y funcionamiento de los regímenes políticos decimonónicos develaron los canales de integración facilitados por el sistema republicano de gobierno, las características del personal político, administrativo y judicial, y sus efectos correlativos en la creación de la jerarquía política que problematizó la clásica imagen del “caudillo” (Sabato, 2021). Un fenómeno que resulta asociado con la creciente ampliación del equipamiento estatal, la progresiva interrelación de la política provincial con la esfera nacional y la especialización de la actividad política, la cual no resulta vinculada de manera exclusiva a estrictas posiciones patrimoniales poniendo de relieve aquello sugerido por Annino y Romanelli (1988) en un estudio pionero: “que los notables son tales porque incluyen, no porque excluyen”.
Al interior de ese proceso enancado en tendencias centralizadoras y descentralizadoras que estructuró la trama política de la Argentina moderna, el estudio de las dirigencias y elencos políticos y administrativos permitió identificar los canales de acceso a la función pública, restituir carreras e identificar esferas diferenciadas entre los enrolados en la política territorial y la “alta política” hacia fines del siglo XIX (Bragoni, Miguez, Paz, 2023). En rigor, no se trata de evidencias menores por más de un motivo: en particular porque el nutrido repertorio de estudios dedicados para más de una provincia, permitieron develar el progresivo incremento del poder presidencial y de los gobernadores en sintonía con el proceso de centralización e integración política y territorial de la nación unificada y de cada provincia en particular. Dicho proceso puso de relieve dos fenómenos paralelos que conviene precisar: por un lado, las pacientes pesquisas demostraron las cualidades socioprofesionales y culturales de quienes dinamizaban el esquema de poder local y detectaron la rotación o movilidad de los funcionarios en su base (Pavoni, 2000; Bonaudo, 2001; Fucili, 2018). Tales hallazgos pusieron sobre el tapete que los encargados de gobernar distritos pequeños (rurales o urbanos) no procedían de las familias más ricas o influyentes de la localidad, ni tampoco constituían piezas intactas de transmisión de obediencia vertical entre el gobernador y la población afincada en el territorio. En su lugar, el accionar de los funcionarios territoriales en vísperas de la instalación del régimen municipal, y durante su implementación, ilustraron la precaria capacidad coactiva del gobierno local para radicar el orden político en la jurisdicción, y el arbitraje negociado de los jefes o líderes locales en su estabilidad o en su alteración, a raíz de las múltiples funciones que cumplían. Esas cualidades los erigían en engranajes del orden social y político en tanto su accionar resultaba crucial en los litigios del vecindario, y adquirían relieve en las elecciones cuando movilizaban recursos e influencias a favor del candidato oficial, o de sus rivales, con lo cual podían jugar a favor de la continuidad institucional, o alentar conatos de rebelión antes y después de 1880 (Gallo, 2007; Buchbinder, 2004; Bressan, 2018; Cucchi, 2015).
Las autoras: Beatriz Bragoni y Virginia Mellado
Beatriz Bragoni es doctora en historia por la Universidad de Buenos Aires, investigadora principal del CONICET, profesora titular de la Universidad Nacional de Cuyo y miembro de Número de la Academia Nacional de la Historia. Ha sido investigadora invitada de la Casa de Velázquez y la Fondation Maison des Sciences de l‘Homme. Sus temas de interés versan sobre los actores de la revolución, la formación del sistema federal argentino, las dirigencias provinciales y la configuración de las mitologías nacionales. Entre otras contribuciones publicadas en el país y en el exterior se destacan los siguientes libros: Los hijos de la revolución: familia, negocios y poder en Mendoza, siglo XIX (1999) por el que recibió el Premio Academia Nacional de la Historia (1999-2001), José Miguel Carrera. Un revolucionario chileno en el Río de la Plata (2012) y San Martín. Una biografía política del Libertador (2019).
Virginia Mellado es doctora en historia por la École des Hautes Études en Sciences Sociales y la Universidad de Buenos Aires, y socióloga por la Universidad de Cuyo. Actualmente es investigadora independiente del CONICET con sede de trabajo en el Departamento de Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de Quilmes. Es docente en la Universidad Paris 1 Panthéon Sorbonne, actualmente es miembro del equipo editorial de la revista Estudios Sociales del Estado. Entre sus temas de interés se destacan los estudios históricos del Estado y las políticas públicas desde una perspectiva comparada, las dirigencias y los partidos políticos y la justicia del trabajo.