Pocos nombres tienen tanto peso en la memoria de los latinoamericanos como el de Roberto Gómez Bolaños. Creador de personajes tan entrañables como el Chavo del 8, El Chapulín Colorado, el Doctor Chapatín y una galería de figuras que habitaron durante décadas millones de hogares, Chespirito –apodo con el que fue bautizado por un director que lo veía como un “pequeño Shakespeare”– se convirtió en ícono cultural de México y todo el continente. En Argentina sus programas televisivos formaron la imaginación de varias generaciones.
Ese legado inmenso es ahora el punto de partida de "Chespirito: sin querer queriendo", la miniserie biográfica de ocho episodios producida por Max y creada por su hijo, Roberto Gómez Fernández. Con estreno programado para este jueves 5 de junio, la serie propone no solo una evocación nostálgica sino también una exploración íntima del hombre detrás del mito. El actor Pablo Cruz Guerrero, quien interpreta a Gómez Bolaños, dio una entrevista a diario La Nación, en la que adelantó aspectos cruciales de la biopic. A continuación, algunas de sus apreciaciones más importantes.
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Para Cruz, asumir el papel de Roberto Gómez Bolaños fue un punto de inflexión, tanto profesional como personal. “La semana en que me enteré que iba a ser yo este personaje, que me quedaría con este papel, fue la misma semana en la que supe que iba a ser papá”, contó con emoción. La coincidencia no es menor: interpretar a un artista que construyó universos afectivos alrededor de la infancia mientras se acerca a la paternidad es un desafío hermoso.
Con una carrera que incluye papeles en telenovelas y una destacada actuación como villano en la serie de Luis Miguel, Pablo Cruz encontró en Chespirito un desafío completamente distinto. “¿Cómo me preparé para este papel? Puedo hablarte de varias etapas y de tres pilares. El primero fue ver muchos capítulos de la obra de Roberto y de sus entrevistas, material público que puede verse en Internet. La segunda, platicar mucho con su familia (...) Y la tercera, compartir tiempo con el resto de los actores, con los intérpretes de la vecindad”, explicó.
El actor no solo tuvo que estudiar los movimientos, los gestos y la cadencia del habla de Gómez Bolaños, sino también sumergirse en su sensibilidad artística. En este proceso fue crucial la participación de los hijos del comediante, quienes acompañaron la producción muy de cerca. “Después de muchas semanas, los hijos me dijeron: ‘Te escogimos por tu rango interpretativo, no porque fueras un gemelo de papá. Aunque tú todavía no lo sientas, la familia ya está percibiendo la presencia de papá’”, recordó sin ocultar su emoción.
Un paseo por sus personajes
Curiosamente, Pablo Cruz no fue un fanático precoz del Chavo del 8. “Me tardé mucho en serlo”, admitió. “Aunque por edad pertenezco a una de las generaciones que creció con esos personajes, yo estuve muy distanciado de Chespirito y de su mundo durante mi infancia”. El motivo: sus padres, recién regresados de Estados Unidos, tenían una visión crítica del humor popular de la televisión mexicana. “No les causaba risa”, dijo. Con el tiempo, esa distancia se convirtió en una toma de conciencia. “En la adolescencia me fui dando cuenta que mis compañeros, mis amigos y sus familiares estaban mucho más relacionados que yo con esos contenidos. No fue hasta muchísimos años después que empecé a concientizar todo eso”.
“Muchos mexicanos ahora ven a Chespirito como algo mucho más elaborado y profundo, con un nivel de complejidad enorme y muchas capas escondidas detrás de los personajes y cada una de estas historias”, reflexionó.
Cuando se le pregunta por su personaje favorito dentro del universo de Chespirito, Cruz no duda: “El Chapulín Colorado. Alguien torpe, inútil, al que le cuesta trabajo planear o resolver algo y aún así su voluntad lo lleva a hacer actos valientes”. Para el actor, el antihéroe de camiseta roja es una contrafigura potente en una época saturada de superhéroes perfectos. “El Chapulín contrasta mucho con una cultura de superhéroes que ha estado predominando en el cine. Es la antítesis de ese tipo de personajes”.
“Una fuente de unión. Estas historias salen a buscar la unión y la voluntad colectiva a través de la ternura que provoca un niño huérfano. Sobre esa tesitura se construye el humor”.
Uno de los grandes aciertos de la serie es mostrar a Gómez Bolaños no solo como actor o comediante, sino ante todo como escritor. “Él decía que no era ni director ni actor: ‘Yo soy escritor de profesión, y como escribo de profesión, bueno, pues he tenido la oportunidad de interpretar personajes que escribí’”.
“Roberto era más bien contenido, más introvertido”, dijo Cruz. “Yo creo que el humor es mucho más matemático. Cuando la comedia tiene capacidad de síntesis, el punchline es mucho más fuerte. Así era Roberto”.
Sin embargo, aunque la serie está autorizada por la familia, "Chespirito: sin querer queriendo" no elude las tensiones, contradicciones y dificultades de la vida de su creador. “No sé si como espectadores es justo plantear un juicio de valor acerca de si quedan bien o mal parados. (...) El hecho de que exista hoy, a 50 años de la aparición de Chespirito, tanta expectativa sobre esta serie nos dice que el legado ya está”.