En una charla íntima en la casa más vigilada del país, Katia Fenocchio, conocida como La Tana en Gran Hermano, dejó por un momento el juego y reveló una parte profunda de su vida: fue madre a los 17. Lo contó sin estrategias ni actuación, durante una ronda de mates con Lourdes Ciccarone y Gabriela Gianatassio.
La historia de Katia antes de ingresar a Gran Hermano
“Yo, a los 16, ya estaba embarazada”, dijo, donde recordó una decisión que había anticipado a los 12 años. “Cuando tenga 17 voy a tener un hijo”, le dijo a su madre, que respondió con escepticismo: “Dejá de hablar pelotudeces”. Pero la maternidad llegó temprano y sola. No hubo festejos ni apoyo inmediato. Su prima cortó contacto durante años y su padre reaccionó con rechazo. “Me dijo que no quería que lo tenga”, relató con dolor.
La advertencia de su familia
Después, ese mismo padre enfrentó al novio de Katia y le lanzó una advertencia: “Vas a tener que sacar una familia adelante como sea”. Esa escena marcó a fuego a La Tana, que reconoció: “Yo soy loquita, pero mi viejo es diez veces más”. Durante ocho años compartió la crianza de su hija con ese mismo hombre, entre reconciliaciones y ausencias. “Cuando me peleaba con él, se iba y no me pasaba plata ni para pañales”, explicó. A eso se sumó la indiferencia de la familia paterna de la niña. “Nunca me ayudaron”, afirmó.
En ese contexto, la familia materna hizo lo que pudo. Katia se apoyó en una cama prestada, una bañera usada, ropa reciclada y utensilios viejos. “Yo no tenía para comprarme cosas”, dijo con crudeza. Lejos de lamentarse, valoró ese acompañamiento. Y al hablar de su hija adolescente, se le iluminó el rostro. “Parece mi hermana. Si estoy enferma me hace un té, y cuando ella se siente mal yo la acompaño”, relató emocionada.
Su madre también había sido madre joven. “Cuando se enteró de que estaba embarazada, me abrazó. Me dijo que me iba a apoyar porque pasó por lo mismo”. La historia se repite como un eco: la abuela de Katia había echado a su madre cuando descubrió su embarazo a los nueve meses.
Su participación en la competencia
A pesar de los momentos en que pensó en abandonar Gran Hermano, Katia sigue en la casa. Tiene dudas, se siente vulnerable, pero permanece. Quiere demostrarle a su hija, a su madre y a su abuela que resistir también es una forma de amor. Y que incluso las historias marcadas por el dolor pueden transformarse en fortalezas.