25 de mayo de 2025 - 00:15

Hito para el arte mendocino: La Chola Poblete ingresó a la colección del Malba

Tres piezas de la artista y performer oriunda de Guaymallén ingresaron a la colección de arte de Eduardo Costantini.

En Mendoza, las cosas se toman su tiempo. Maduran, como el vino, hasta encontrar su momento. De ese modo, sin estruendos pero con constancia volcánica, surgió La Chola Poblete (Guaymallén, 1989), y con ella, una forma singular de mirar el arte contemporáneo: desde los bordes. Esos bordes —de género, de clase, de historia, de territorio— sorprendieron a la escena artística porteña, luego a la internacional en Arco de Madrid y la Bienal de Venecia, y ahora son los que ingresan al corazón del canon artístico latinoamericano: tres obras suyas de 2023, "Pachamama", "Rosa Mística" y "Virgen del Carmen de Cuyo", fueron adquiridas por Eduardo Costantini y desde principios de mayo integran su colección personal, alojada en la reserva técnica del Malba.

En el centro de sus obras no hay explicaciones académicas ni conceptos intangibles, sino el cuerpo y la identidad. Un cuerpo marrón, queer, mestizo, que interviene imágenes sacras, pone a jugar a las vírgenes con logos de bandas de rock, afiches políticos, frases como grafitis. Su serie de "Vírgenes cholas", de donde provienen las tres obras ahora en el Malba, es una relectura feroz del arte colonial desde el deseo queer y la memoria andina.

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En Venecia, donde obtuvo una Mención Especial del Jurado, destacaron que su obra “se involucra en un juego crítico con historias de representación colonial desde una perspectiva transindígena (...) se resiste a la exotización de las mujeres indígenas mientras insiste en el poder de la sexualidad”.

La Chola, por su parte, dijo a Clarín el año pasado: “Mi obra es bastante explícita, no hay tanto que descifrar. No creo que me hayan elegido solo por ser un artista queer, además vengo hablando de estos temas desde que vivía en Mendoza: no es algo que está afuera y de lo que hago una lectura: es lo que vivo”.

Sorprendió en ArteBA, en una exposición individual en Lisboa, obtuvo el codiciado Premio Deutsche Bank en Berlín. Y sin embargo, todo comenzó en un comedor mendocino, con una peluca de cotillón y una crisis de ansiedad que ella transformó en arte de acción. “Me puse en el centro porque era lo que me pasaba. Mi cuerpo a disposición de la obra”, dijo. Y de esa identidad mestiza, habituada a cosechar ajo, papas y hacer pan casero, nació la Chola, dejando atrás a Mauricio.

La incorporación de sus obras al Malba no es apenas un gesto institucional. Es una forma de admitir que el arte ya no se puede pensar sin los márgenes. Escribieron en las redes desde el museo: "Retomando herramientas y formatos alrededor de los cuales confeccionó su propio lenguaje e iconografía, la artista mendocina interviene en los imaginarios históricos y contemporáneos para explorar las ambigüedades y zonas indefinibles del relato del pasado y el discurso político actual".

No es menor que entre las obras elegidas esté "Virgen del Carmen de Cuyo", figura máxima de la religiosidad popular mendocina, que ocupa el centro de un bastidor de 2 metros x 1,5. Poblete la reconfigura: la vuelve marrona, la adorna con trazos errantes de acuarela, tintas y acrílicos, rodéandola de alusiones culturales que hacen a la propia identidad de la artista. Los mendocinos se sorprenderán de ver en el cuadro, entre alguna ilustración botánica y frases dispersas, el mapa coloreado de la provincia y el logo de Karamelo Santo.

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Esa forma de narrar desde el cuerpo conecta con una genealogía más amplia: Lemebel, Campuzano, Regina Galindo. Pero también, y más secretamente, con Le Parc, Scafati, Alonso, artistas mendocinos que desde el dibujo imaginaron otras formas de habitar el mundo. En esa tradición vernácula, reconoció, le gusta pensarse.

Como dijo el Malba al anunciar la adquisición: “La Chola usa su propio cuerpo e inventa sus propios mitogramas en intervenciones gráficas que, entre la delicadeza del dibujo y la potencia del branding, salvan no solo su historia, sino también su deseo de presente”.

Y qué presente. Su obra viaja, se multiplica, se comenta en otras lenguas sin perder el acento de Guaymallén. Esa tonada que pervive incluso cuando se planta frente a la realeza. Porque si hubo un gesto que hizo despegar su fama en los circuitos artísticos fue su encuentro con la reina Letizia en ARCOmadrid, en 2022. Lejos de reverencias, La Chola le soltó: “Nos reencontramos después de 530 años”. Una performance mínima, irrepetible y perfecta. “Ella me preguntó con qué pronombres me sentía cómoda, le dije que femenino. Entendió el juego y se quedó mucho tiempo escuchándome. Le hablé de la conquista, de Argentina. Me sentía súper empoderada, porque el stand era mi imperio, mis obras y hablamos en horizontal. Acá no sos la reina, en todo caso la reina soy yo", decía el año pasado.

Ese mismo espíritu es el que ahora se despliega —aunque aún veladamente, aún en reserva— en el Malba, que ya tenía en su colección otra obra de la artista (una pieza sin título de 2019, donada por Martín Saráchaga). Es cuestión de tiempo para que estas cuatro obras ocupen un sitio de exposición en el emblemático edificio porteño, donde estará al lado de Julio Le Parc, Frida Kahlo, Fernando Botero, Diego Rivera, y tantos nombres que transformaron el arte latinoamericano.

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