31 de mayo de 2025 - 12:33

Entrevista a Daniel Balmaceda: "Mi rol no varía entre el historiador y el narrador"

El reconocido escritor, popular por sus libros de divulgación histórica, regresa a la novela con El crimen de Año Nuevo, que desde mañana estará en todas las librerías. En esta charla, cuenta cómo encontró por azar el caso que cuenta en su libro y cómo decidió convertirlo en novela.

Desde hace muchos años (y muchos libros), Daniel Balmaceda es uno de los autores más leídos de la Argentina. También, uno de los divulgadores de historia de esos que son capaces de convertir una anécdota, la búsqueda de una etimología o un mero chisme del pasado, en una verdadera aventura para el que lee sus orígenes o desentraña, a través de cómo el los cuento, sus razones.

La razón de ese éxito parece radicar, qué duda cabe, en que no bastan sólo los hechos (históricos o recientes), sino cómo se los cuenta, y allí es donde Balmaceda (nacido en Buenos Aires en 1962) demuestra su talento. Formado en el periodismo, profesión en la que ejerció incluso como editor de las revistas Noticias, El Gráfico o Newsweek, comenzó a publicar volúmenes que fueron superándose en éxito, en los que abordaba diversos hechos históricos con afán narrativo. Así se sucedieron, entre muchos otros, títulos como Historias inesperadas de la historia argentina, Historias de corceles y de acero, Romances de escritores argentinos, Belgrano, Estrellas del pasado, La comida en la historia argentina, Qué tenían puesto, El apasionante origen de las palabras, Sarmiento, entre otros.

En 2024, y como parte de este afán de contar historias, sin embargo, Balmaceda saltó a la novela con Los Caballeros de la Noche. Fue, al parecer, un paso natural, pero no un salto, ya que no se cambió a la ficción: simplemente aprovechó más que nunca los recursos de la novela para contar historias reales. En esa misma línea regresa ahora a la novelística con El crimen de Año Nuevo, que desde mañana estará en las bateas de todas las librerías del país. Se trata de una novela policial ambientada en 1880, sobre una historia con la que Balmaceda se cruzó por casualidad y en la que se mezclan el drama de los inmigrantes del siglo XIX en la Argentina, el asesinato y el misterio.

A las puertas de la publicación de este nuevo libro, Daniel Balmaceda nos cuenta el proceso de escritura e investigación de la novela y también comparte sus pasiones por narrar la historia y las historias.

—Sí, se trata de una historia absolutamente real. Todo comenzó con el hallazgo fortuito de un expediente judicial en el Archivo General de la Nación, al que accedí casi por casualidad mientras investigaba para mi novela anterior. Lo que captó de inmediato mi atención fue la mención de una nota anónima dirigida al jefe de Policía, en la que se sugería la existencia de un crimen aún no descubierto. El título ya ofrece una pista: se trata de un asesinato cometido el 1 de enero de 1881 en un conventillo de Buenos Aires. Entre los sospechosos figuran un romano y cinco napolitanos, todos ellos pertenecientes al vasto universo inmigrante que comenzaba a dar forma a la ciudad. Consideré que la mejor manera de relatar esta historia era con el mismo enfoque narrativo que utilicé en Los Caballeros de la Noche: una estructura fiel a la novela que respeta rigurosamente los hechos, pero que permite al lector sumergirse por completo en la atmósfera, los personajes y las tensiones de aquella época.

—Estamos ante una novela policial. ¿Eso tiene que ver con un gusto tuyo o es lo que “pide” el hecho histórico elegido?

—Fue el propio caso el que determinó el género. No partí de una elección consciente ni de una estrategia narrativa predefinida. Al reconstruir los hechos a partir del expediente, comprendí que la historia exigía ser contada como una novela policial. La lógica del crimen, los tiempos de la investigación, los personajes enigmáticos y la secuencia de eventos inesperados lo pedían. Curiosamente, durante años dejé de leer policiales debido al ritmo de trabajo, pero retomé ese hábito al comenzar a escribir Los Caballeros.... Redescubrí autores que siempre me interesaron, como Agatha Christie, Andrea Camilleri y Alexandre Dumas. Lo que más me atrae del género es su ritmo: esa tensión constante, esa necesidad de pasar a la página siguiente. Es, sin duda, una maquinaria perfecta para mantener la atención del lector.

Daniel Balmaceda
El escritor y divulgador de historia edita su segunda novela: El crimen de Año Nuevo (editorial Sudamericana).

El escritor y divulgador de historia edita su segunda novela: El crimen de Año Nuevo (editorial Sudamericana).

—Un punto clave de este libro es el retrato de la realidad de los inmigrantes en el siglo XIX en la Argentina. ¿Qué te atraía de ese aspecto?

—La figura del inmigrante es esencial en la historia argentina. Su llegada transformó radicalmente la sociedad: modificó costumbres, introdujo nuevas palabras, alteró las entonaciones del habla, revolucionó la gastronomía y dejó una huella profunda en nuestra identidad colectiva. Sin embargo, más allá de esos grandes procesos históricos, me interesaba rescatar lo íntimo, lo humano: la incertidumbre del viaje, la llegada al puerto, el paso por el Hotel de Inmigrantes, la construcción de una vida desde cero. Aunque la historia de los inmigrantes ha sido contada muchas veces, en gran parte ha permanecido en el ámbito familiar, narrada en voz baja. El crimen de Año Nuevo recupera esa dimensión. Estoy convencido de que muchos lectores evocarán, al leer la novela, los relatos que oyeron en sus hogares. Porque, más allá del crimen, hay una historia de adaptación, vulnerabilidad y esperanza. Y en ese punto, la conexión emocional con el lector argentino es inevitable. Porque esas historias, en definitiva, son muy nuestras.

—Todo tu trabajo anterior a estas dos novelas tenía que ver más bien con el reflejo de hechos históricos. ¿Cómo se dio la decisión de incursionar en la novela?

—Sigo investigando con profundidad para mis libros de divulgación histórica, pero en el caso de Los Caballeros de la Noche y posteriormente El crimen de Año Nuevo, experimenté con distintos enfoques hasta encontrar el tono justo. Ese tono resultó ser el de la narrativa histórica basada en hechos reales. La novela me permitió dotar de mayor profundidad a cada escena reconstruida a partir de los expedientes. No siento que esté escribiendo ficción, aunque el lector pueda percibirlo así. Mi objetivo es contar hechos reales utilizando herramientas narrativas, sin recurrir a la invención. Trabajo con expedientes, planos, memorias, prensa de época; verifico recorridos de tranvías, distribución de casas, evito anacronismos. Todo está cimentado en una base documental sólida, aunque adoptando una forma literaria. Mi rol como autor no varía sustancialmente entre el historiador y el narrador. Siempre me interesó recrear escenas con un tono cercano al relato, incluso en mis libros de historia. El verdadero desafío radica en equilibrar la precisión con la tensión narrativa, y es un desafío que disfruto plenamente. En El crimen de Año Nuevo, por ejemplo, las tensiones humanas están presentes antes, durante y después del crimen. No hay tregua. Y eso solo es posible con una estructura de novela.

—¿Sentís que el público que te sigue como divulgador de historia es el mismo que te acompaña en la lectura de propuestas como Los Caballeros de la Noche o El crimen de Año Nuevo?

—He tenido la grata sorpresa de comprobar que muchos de los lectores que me seguían por mis libros de historia también me han acompañado en esta nueva etapa narrativa. A la vez, descubrí que la novela policial cuenta con un público muy amplio y fiel, lo que me abrió las puertas a nuevos lectores. Fue una alegría saber, por ejemplo, que Los Caballeros de la Noche fue una de las novelas más obsequiadas del año pasado. Durante la reciente Feria del Libro de Buenos Aires, conversando con los lectores, constaté que muchas personas que me conocían como divulgador compraron o regalaron la novela a consumidores de narrativa policial. Ese cruce me permitió transitar hacia la ficción sin forzar el cambio, con total naturalidad. Además, mis lectores de siempre comprendieron que incluso en estas novelas hay una fuerte carga de contenido histórico: datos, contexto, referencias que siguen siendo valoradas. No tengo dudas de que el público se amplió, sí, pero sin fracturas.

—¿Qué pensás del presente y del futuro de los lectores en general? Por lo general, los informes sobre cómo decae la lectura y la comprensión lectora, especialmente en jóvenes y, además, con la omnipresencia de los celulares, suelen ser alarmantes…

—Creo que el tema debe analizarse con mayor profundidad. La lectura sigue siendo una invitación inigualable a viajar en el tiempo y el espacio, a explorar mundos que de otro modo serían inaccesibles. Leer continúa siendo un placer, como puede serlo disfrutar de un buen vino, un concierto o una obra de teatro. Lo que puede desalentar la lectura son libros mal escritos, ediciones poco cuidadas o precios inaccesibles. En cuanto a los jóvenes, habría que preguntarle a J. K. Rowling o a los editores de El Señor de los Anillos si leen o no. La respuesta es evidente: sí, leen, y mucho. Quizás de otra forma, en distintos formatos y con ritmos diversos. Pero el entusiasmo persiste. Quienes recorremos ferias en todo el país lo comprobamos. En cada presentación o firma de libros hay una notable presencia juvenil que contradice cualquier diagnóstico pesimista. Nunca olvidaré —y esto ocurrió hace varios años— a un grupo muy joven que se me acercó para pedirme una selfie. En ese momento, lo confieso, no entendí bien qué me estaban pidiendo. Hoy me causa gracia, pero fue una señal clara: estaban ahí, con el mismo entusiasmo que cualquier lector apasionado.

Daniel Balmaceda
El escritor y divulgador de historia edita su segunda novela: El crimen de Año Nuevo (editorial Sudamericana).

El escritor y divulgador de historia edita su segunda novela: El crimen de Año Nuevo (editorial Sudamericana).

—Sea detrás del periodista, del historiador o del novelista, pareciera que persisten dos aspectos esenciales: el que investiga y el que escribe. ¿Son, en el fondo, esas actividades las que más te apasionan?

—Dentro del proceso de escritura, disfruto especialmente la etapa de revisión y pulido. Más allá del momento inicial en que las palabras fluyen —que también tiene su encanto—, lo que realmente me entusiasma es trabajar los párrafos con precisión: reemplazar una palabra por otra más adecuada, ajustar el tono, modelar el ritmo de una escena. Es ahí donde siento que realmente estoy construyendo algo significativo. Amo escribir. Pero nada iguala la emoción de un hallazgo en una investigación. Encontrar un dato perdido, un documento olvidado, una pista en un antiguo expediente judicial tiene una carga emocional única. Es como descubrir una puerta oculta que conduce directamente a otra época. Dicho esto, para mí investigar y escribir no son actividades separadas, sino partes de un mismo proceso. Una alimenta a la otra, se necesitan mutuamente. La historia, en mi caso, se descubre y se narra simultáneamente.

—Si pensamos que detrás de todo escritor siempre tiene que haber un gran lector, ¿qué autores, especialmente narradores, son los que te atraen o, incluso, los que te parece que más te han influido?

—Me atraen las buenas historias bien contadas, sin importar si provienen de la ficción o de hechos reales. Entre los narradores, disfruto mucho las obras de Edward Rutherfurd, Ken Follett y Arturo Pérez-Reverte. En el panorama local, admiro profundamente a Jorge Fernández Díaz, Eduardo Sacheri, Guillermo Martínez y Federico Andahazi. Cada uno, con su estilo tan particular, tiene la habilidad de capturar al lector con eficacia. En el ámbito histórico, me guío por maestros como Enrique de Gandía, Diego A. Del Pino, Enrique Mayochi y Bernardo Lozier Almazán. Si tuviera que señalar una lectura que me marcó profundamente, no dudaría en mencionar Los cazadores de microbios, de Paul De Kruif. Cada capítulo era una aventura fascinante, pero lo que narraba era la vida de los grandes científicos. También me impactó La casa de la calle Garibaldi, de Iser Har’el, con su atrapante relato sobre la captura de Adolf Eichmann en la Argentina. No creo haber imitado a ninguno de ellos, pero sin duda dejaron una huella. Me ayudaron a encontrar un tono propio, una manera de comunicar que integra lo mejor de esos mundos: la precisión del historiador, el ritmo del narrador y la curiosidad insaciable del lector.

Embed - TEDxJoven@RíodelaPlata - Daniel Balmaceda - Otra mirada de la historia

—Si bien este libro es una completa novedad en las librerías, ¿seguirás avanzando en nuevas novelas o es probable que el próximo libro sea de divulgación histórica?

—Una vez que entrego un libro a la editorial, casi de inmediato comienzo a pensar en los próximos pasos. Siempre tengo varios proyectos en diferentes etapas: algunos apenas esbozados, otros en proceso de escritura, y varios más esperando su momento tras haber sido puestos en pausa. Me gusta dejar que los textos reposen, volver a ellos con una mirada fresca, desde la distancia. En cuanto al próximo libro, lo más probable es que no sea una novela. Sin embargo, tengo presente una historia policial que me acompaña desde hace tiempo y que, en algún momento, retomaré. Por ahora, prefiero no adelantar nada. Cada obra tiene su tiempo, su espacio. Hoy es el turno de El crimen de Año Nuevo. Los libros por venir ya tendrán su oportunidad.

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