Si bien Martín Campilongo se hizo masivo en Videomatch y luego obtuvo un rotundo éxito con Noti Campi, este espectáculo va más allá. Acá no hay sketchs ni remates fáciles. Lo que hay es teatro del bueno. Hay una narrativa que hilvana las escenas, hay nostalgia, ternura y una mirada aguda sobre lo que fuimos, lo que somos y lo que nos duele.
No por nada en la dirección y supervisión artística aparece el nombre de Antonio Gasalla. Y tampoco es menor que Raúl Lavié ponga su voz como narrador. La producción general corre por cuenta de Carlos Rottemberg y Ezequiel Corbo, y la música es de Pablo Marino. Esto no es una juntada de amigos en un bar: es una apuesta seria con alma popular.
En una charla de Martín Campilongo con Los Andes, habló de sus personajes, de cómo empezó tratando de ser actor dramático y de cómo ve a los argentinos
-¿No habías venido nunca Mendoza?
-Yo nunca hice gira en mi vida. Es la primera vez en 30 años que hago teatro, pues siempre estuve haciendo televisión al mismo tiempo, teatro en Avenida Corrientes, entonces nunca pude viajar. Y ahora me quedó un hueco hasta diciembre que empiezo a ensayar algo y me quise sacar el gusto de hacer la gira. Se le ocurrió a Fernando Soto, que es un productor mendocino, y me convenció él. Empecé la semana pasada en Entre Ríos y ahora en Mendoza.
-¿No te da vértigo salir de gira por primera vez?
-No. Sabes lo lindo que es. Es parte del ADN del actor y era una parte que yo no conocía, pero sabía que era una materia que tenía que rendir. Y entonces yo ya tenía ganas. Ya estaba grande para rendirla, la quería rendir. Forma parte de este laburo que yo elegí. La verdad que es una maravilla. Arranqué, mira, tengo la experiencia del fin de semana, me ha pasado que empecé. Disfruto mucho de la gente, del público, y es tan cálido el público que es un placer lo que pasa. Termina la obra y salgo a saludar al hall. ¡Uf, es tremenda la calidez de la gente!
-¿Cuál fue tu idea original para arrancar con esta obra?
-Sí, yo igual en esta versión estoy con un músico muy particular que hace música con botellas, con agua. Es un amigo mío de toda la vida. Él es recibido en Berkley como músico. Es tan especial que lo tengo sumado en este espectáculo y funciona que es una maravilla. Estoy con un titiritero que hace teatro negro porque lo necesito para un par de personajes que hago. Ya los vas a ver. En el equipo somos tres arriba del escenario.
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Jorge, uno de sus personajes más entrañables.
-Claro, uno no se ve
-Uno no se ve, exactamente.
-¿En qué te basaste para hacer Monólogos Argentinos?
-Mira, es una obra que yo escribí hace muchos años, la hice 5 años acá en Capital y en Mar del Plata, recibió muchos premios, me la dirigió Antonio Gasalla.
-¿Cómo llegó a Amazon Prime?
-Me la compraron de Amazon para hacerla para toda Latinoamérica. Estuvo entre las más vistas durante 3 semanas en toda Latinoamérica. Tuve que formatearla para que se entienda, es un humor muy nuestro, pero tuve que hacerla para que la puedan entender en Ecuador o en Madrid. Hay monólogos que tuve que tocar un poco. Para esta gira se ve un personaje que nunca hice en teatro, que es el domador de ñandú, Juan Péndola. Lo subí al escenario por primera vez la semana pasada y la gente se vuelve loca. No estaba en la obra original ese personaje. Este show tiene mucho de observación de lo que somos los argentinos, sobre todo en esta etapa donde hay mucho de argentinidad en las redes sociales, muchos extranjeros hablando de cómo somos los argentinos y demás.
-¿Vos te sentís más actor, más comediante o más sociólogo en la observación de la argentinidad?
-Está todo ligado. Está todo de la mano como en una ‘calesita’ de jardín de infantes, las tres opciones que me dijiste van de la mano. El actor tiene que ser observador y un buen actor sabe manejar la comedia. Básicamente, el actor tiene que ser un buen observador para contar historias poniéndose en la piel de otro. Yo básicamente me siento un buen escáner, soy un buen observador y me especialicé en la comedia en todos estos años de laburo. Yo me formé en el drama. Me formé con mi maestro, el shakespeariano.
-¿Por qué cambiaste de actor dramático a comediante?
-Yo estudié con Agustín Aleso, fue mi maestro. Después estudié con Bartis, ¡uf, estudié tanto! Pero mi maestro fue Agustín, y después me especialicé en la comedia. Él un poco me empujó hacia ese lado, porque pasaba algo conmigo: me ganaba la comedia en lo que hacía y yo me enojaba. Estaba haciendo la escena del destierro de Romeo y Julieta y se reían, y eso es una de las escenas más dramáticas de la obra. Entonces yo me enojaba, y Agustín me dijo: 'Escuchame, empezá a amigarte con esto porque no es normal que te surja con semejante facilidad la comedia. Vas a pasar mal. Y si te amigás, vas a saber manejar el drama y la comedia'. Entonces empecé a amigarme de tal forma que comenzó un romance con la comedia. Yo soy un especialista en la comedia y cuando tengo que apagar ese chip y poner el drama, lo sé hacer. Era verdad lo que me dijo mi maestro. Entonces, vos por ahí ves un laburo mío como el de Fito Páez, que no hago comedia ahí. O la última película que salió hace 1 mes que se llama El beso de Judas, que es un policial dramático.
- ¿Qué te permite el humor que no te permitía el otro género, el drama u otras cosas que habías hecho?
-El humor te permite decir muchas verdades sin entrar en conflicto. Por ahí en un primer momento, pero después cuando les cae la ficha es lo que les acabás de mostrar o de decir en principio, pero en una primera instancia el humor tiene ese pasaporte de decir grandes verdades. Eso te permite el humor. Por eso, en ciertas épocas está prohibido el humor porque es peligroso. Es un arma también.
-Obviamente vos no te metés con temas políticos, pero en esta actualidad donde todos están sensibles, ¿Alguna vez tuviste algún problema? ¿Alguna vez alguien te dijo algo que te hiciera replantearte personajes?
-Yo hacía un morfológico en 'Los de Campi' que trataba la actualidad del día. Estamos en un momento con demasiada sensibilidad y falta de sentido del humor para muchas cosas. Entonces, yo me manejo con mucho cuidado porque a mí lo que me interesa es que nos riamos juntos, no que yo me ría solo. Partamos de un punto: yo no pertenezco a ningún partido político. Tengo una libertad que no tienen otros. A mí me gustan todos los que han pasado, hicieron cosas terribles y muchas cosas muy potables todos, absolutamente todos los gobiernos que tuvimos. Entonces, ninguno a mí me convenció del 100% como para ponerme la camiseta y dedicarle la vida o defenderlo con capa y espada, ninguno de ellos. Todos han hecho cosas buenas y todos han hecho cosas malas. Entonces a mí me da una libertad de poder y trato de ser bastante equilibrado en eso. Si tengo que hacer una crítica a los de un lado, también le hago a los del otro. Riéndonos de nosotros, no de este en particular.
-Tenemos un montón de tela para reírnos ahí.
Sí, la verdad que sí. Tenemos buen sentido del humor los argentinos. Yo espero que este momento, donde hay resentimientos y no se pueden hablar de ciertas cosas, hablo sobre todo lo político, que peguemos la vuelta. Un país que tiene humor político habla de salubridad, de salud democrática. Cuando no hay democracia, no hay humor político. En democracia, en una democracia saludable, se hace humor político y el presidente de turno se la tiene que bancar. Entonces, ojalá volvamos a aflojarle con tanta sensibilidad como sociedad y podamos reírnos porque eso habla de una salud democrática.
-¿Qué es lo que todavía no hiciste en escena por pudor, por respeto, por miedo y que te gustaría probar?
Mira, yo agarro laburos que son difíciles por lo general. Pero sí, cosas que no haría que no tengo ganas de hacer: una película porno, una cosa erótica, eso no lo haría.
-Pero algo que quisieras hacer y que todavía no has hecho.
- ¡Uf, un montón de cosas! Un unipersonal de 'Sueño de una noche de verano' de Shakespeare, por ejemplo. No es por pudor, sino por miedo. Es un desafío muy grande ya por mi memoria. Yo ya estoy grande y hay cosas que empiezan a fallar. Entonces me da un poquito más de miedo. Yo soy muy exigente conmigo. Y ese es como un sueño que tengo desde que tenía 20 años, hacer esa obra en un unipersonal. Estaba estudiando y tenía ese sueño. Y lo sigo teniendo. Siempre me enganché con otras cosas, laburando y no pude prepararlo, y ya me empieza un poco a fallar la memoria, pero bueno, quedará para la próxima vida.
-Si tuvieras que resumir la idiosincrasia argentina en tres tips fundamentales, ¿cuáles serían?
-Yo creo que somos los mejores del mundo. Y Dios nos mandó los políticos para que el resto del planeta tenga las mismas posibilidades que nosotros. ¡Es buenísimo! Es buena esa, voy a empezar el espectáculo con eso.
Del living al escenario
Martín "Campi" Campilongo, nacido el 10 de febrero de 1969 en Buenos Aires, es un multifacético comediante, actor y guionista argentino. Se hizo popular por sus imitaciones y personajes en programas como VideoMatch y Peligro: Sin codificar.
En teatro, destaca su unipersonal Monólogos Argentinos, de su autoría. También interpretó al padre de Fito Páez en la serie El amor después del amor y a Mamá Cora en la versión teatral de Esperando la Carroza.
Casado con Denise Dumas, Campi se especializó en la comedia tras formarse en el drama, utilizando el humor como una herramienta para reflexionar sobre la sociedad argentina.
Monólogos Argentinos debutó primero en la pantalla: fue grabado con formato cinematográfico y estrenado en Prime Video el 10 de abril. La versión para streaming –más breve, con cinco personajes y 57 minutos de duración– fue la puerta de entrada para miles de espectadores que hoy hacen fila para verlo en vivo. La gira viene girando con fuerza: ya pasó por San Lorenzo, Venado Tuerto, Villa María y Basavilbaso, y tiene fechas confirmadas en Olavarría, Córdoba y Buenos Aires.
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Martín Campi Campilongo: El gran humorista analiza la idiosincracia argentina
Los seis personajes que integran el show tienen nombre
- El Turco, taxista nervioso que pelea con el tránsito y con su propia paciencia.
- Pucheta, fan de los Rolling Stones que ahora despacha hamburguesas en una cadena de fast food.
- Jorge, un vecino de barrio que se quedó sin vereda y sin amigos.
- Nacho, un enano burgués que habla de meritocracia mientras toma Aperol en el country.
- Doña Beba, una abuela que ve la vida pasar desde su sillón y deja enseñanzas que duelen.
- El Negro Mario, pícaro, simpático, conocedor del mango y el rebusque.
Cada uno tiene su historia, su monólogo, su mundo. Algunos van a hacer reír con ganas y otros tocan fibras sensibles. Pero nunca dejan indiferente al público.
En tiempos de redes, filtros y distracciones, Monólogos Argentinos propone un rato de conexión verdadera. Todos conocemos a alguien que de una forma u otra nos recuerda a alguno de los personajes de la obra. Campi no está solo en escena. Lo acompañan sombras chinescas, títeres, música en vivo y un ritmo que no decae en toda la hora y media que dura el show. Pero lo que queda, al final, es él. Transformado. Cambiado. Igual. Argentino.