Nati Jota leyó una fuerte carta para el Día Internacional de la Mujer: “Que soy una rubia p... que habla giladas”

La periodista de Olga habló en el canal de streaming por el Día de la Mujer. Aquí el video y el texto completo de la carta de Nati Jota.

Nati Jota dio un mensaje para el Día de la Mujer
Nati Jota dio un mensaje para el Día de la Mujer

En su reciente mensaje con motivo del Día Internacional de la Mujer, Nati Jota compartió reflexiones profundas y personales sobre la desigualdad de género y los desafíos que enfrentan las mujeres en la sociedad actual.

Nati Jota expresó con firmeza: “Siento que si o si tengo que decir algo, aunque siempre diga hay unas palabras. Tienen que salir de mi boca. Tengo que sí o sí decir algo.”

La periodista también destacó: “Por un lado, me siento agradecida y afortunada. Por el otro, tengo claro que deberíamos ser muchas más y que no serlo solo tiene que ver con algo estructural enorme, muy enorme, aparentemente irrompible.”

Asimismo, Nati Jota subrayó: “Cada vez que hablo de esto termino frustrada, insultada, desilusionada, cansada. Apagada.”

En su discurso, Nati Jota abordó la desigualdad de género, señalando: “Es lógico que actuemos inconscientemente desde ahí. Yo, por suerte y por desgracia, en igual medida, porque es como que me desperté pero me hace enojar.”

La periodista también hizo hincapié en los micromachismos, afirmando: “Me gustaría entonces dejar clara esta postura de que los micromachismos son los que legitiman día a día la desigualdad”.

Nati Jota concluyó su mensaje con una reflexión profunda: “Todas podemos ser el despertador de alguien. Bueno, muchas gracias. Gracias. Eh, Gracias por el espacio, obviamente. Bueno, es mi programa, chicos, Pero igual, gracias a todos por el respeto para escucharme.”

La carta entera de Nati Jota en Olga por el Día Internacional de la Mujer

“8 de marzo, Día Internacional de la Mujer. Siento que sí o si tengo que decir algo, aunque siempre diga, hay unas palabras. Tienen que salir de mi boca. Tengo que sí o sí decir algo. Quiero decir algo. Es la responsabilidad de estar en este lugar, de comunicar y particularmente yo llevar adelante este programa. Si hablo estos últimos días y voy a recoger el guante, somos pocas las mujeres que estamos al frente de programas. Ser una de ellas me genera contradicciones. Por un lado, me siento agradecida y afortunada. Por el otro, tengo claro que deberíamos ser muchas más y que no serlo solo tiene que ver con algo estructural enorme, muy enorme, aparentemente irrompible. Cada vez que hablo de esto lo hago con la ilusión de que ayuda a destruirlo. Cada vez que hablo de esto termino frustrada, insultada, desilusionada, cansada. Apagada. Pero decía. Soy una de las pocas mujeres conduciendo un programa por streaming. Eso me preguntaba hoy. ¿Por qué yo sí y tantas otras no? Y no encuentro respuestas que no hagan enojar a todos los que todavía creen que el feminismo es machismo al revés, o que repetimos frases solo porque creemos que es cool ser feminista o que nos divierte estar enojadas, o que exageramos o que odiamos a los varones. Se me ocurre responder que por la desigualdad enorme que aún permanece y que muchas veces se expresa en cosas pequeñitas que a la vez sostienen esa distancia porque sí, para mí es el entramado de pequeñas actitudes machistas el que sigue sosteniendo todo y por eso es tan difícil de derrumbar, porque son boludeces, sutilezas que incluso muchas veces son realizadas sin intención. Crecimos en un mundo inescrupuloso, machista. Es lógico que actuemos inconscientemente desde ahí. Yo, por suerte y por desgracia, en igual medida, porque es como que me desperté, pero me hace enojar. Desde que veo estas cosas no puedo dejar de verlas por todos lados. Hombres que se miran entre ellos para hablar. Vos estás ahí, paradita, como si fueras una más de la charla, pero claramente no lo sos porque sus ojos nunca se detienen en vos. Hombres que entre ellos discuten sobre algo, pero a vos te lo explican. Que convierten en objetivo algo subjetivo a la hora de contradecirte. El hecho de que si te va bien en tu laburo es porque seguro te cogiste a alguien de poder o lo histeriqueo un poco, o por lo menos te contratan porque les sirve que estés buena o que muestres las tetas cada tanto. Que si un chabón es medio sacado con algo de humor es un loco lindo. Y la mina que un poco levanta el tono ya es una histérica mal cogida y que quien se piensa que es que la tipa roba novios, puta trola y el chabón le sopló la minita jaja, ¡qué campeón! Que soy una rubia pelotuda que habla giladas, pero ellos son unos capos y como tu grupo de amigos, que al final me reivindique. Yo no me quiero reivindicar de una mierda que me miraste y soy más copada de lo que pensabas, que no soy tan pelotuda, que me habías prejuzgado, que al final la tijereta, al final las pelotas al principio. Naty J. Pero quizás tu prejuicio no te dejaba ver. Quizás tuve que hacer el cuádruple de esfuerzo que un varón para poder ser piola para vos. Adquirí un mecanismo muy molesto, últimamente consiste en angustiarme por alguna situación de este tipo y luego angustiarme pensando qué distinto hubiese sido todo si fuera varón. Entonces, ¿por qué tanto más esfuerzo? Qué hubiera sido de mí en un mundo más igual, con todo este mismo empuje y suerte, porque siempre la hay. ¿Dónde estaría? Y el cuestionamiento que aparece de vuelta. ¿Por qué yo sí y tantas otras no? Y aparece otra pregunta, una que duele más, mucho más. ¿Por qué a mí no? Y a tantas otras sí. Cuando nos matan, nos violan, nos cagan a trompadas. Y digo no, no solo porque lo leí así tantas veces en planteos feministas. Dejen de pensar que repetimos cosas. Digo no porque realmente siento que puedo ser yo. Mis hermanas, mis amigas, mis seguidoras, las que no me siguen. Porque no es que lo siento, es que podemos ser todas, cada una de nosotras. Digo, no porque no hay nada que me separe de esa chica que entró a una fiesta y la violaron. Es que no hay que hacer nada para que te violen o te maten. No hay que hacer nada mal ni dejar de hacer nada bien. Ni ella hizo, ni dejó de hacer, ni yo hice, ni dejé de hacer nada distinto. Nada. Basta con existir y ser mujer y nada más. Punto. Me gustaría entonces dejar clara esta postura de que los micromachismos son los que legitiman día a día la desigualdad. No es que el que no te mira a los ojos cuando te habla es un violador. No, no estoy diciendo eso. Obviamente, está muy lejos de eso, si no que sin querer se sigue validando un contexto, una estructura, un universo de menos a más en donde nosotras valemos mucho menos. Y el último eslabón de esta construcción es un tipo matándonos. En fin, quiero también decir que entiendo que cueste ver alguna de estas pequeñas cosas, porque hay algunas de las que yo incluso todavía no logro despegarme. Fueron muchos años de en todas las aristas de nuestras vidas, recibir una data que no se va fácil, pero por eso me importa charlarlo y discuto con mi papá cada vez que puedo, aunque termine agotada y a veces un poco enojada. Mi papá es un tipazo y todavía hay muchas, muchas que no las ve y con esa vara trato de juzgar también al resto y disimular mi enojo porque sé que solo genera más enojo y yo lo único que quiero es que me entiendan, que me entiendan sobre lo que me pasa a mí, a nosotras. Increíble. Pero ellos te lo quieren explicar. Bueno, no tan increíble, ¿no? Bienvenidos siempre a este lado. Perdón por aquellas varias cosas en las que aún le pifio y gracias a las que me hicieron despertar. Todas podemos ser el despertador de alguien.

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