Un recuerdo aeronáutico

Mendoza, otoño de 1998. Se acercaba el fin del siglo en el que el hombre había logrado vencer la gravedad con un pequeño ingenio tecnológico: el avión.

Mendoza, otoño de 1998. Se acercaba el fin del siglo en el que el hombre había logrado vencer la gravedad con un pequeño ingenio tecnológico: el avión.
Mendoza, otoño de 1998. Se acercaba el fin del siglo en el que el hombre había logrado vencer la gravedad con un pequeño ingenio tecnológico: el avión.

Continuando la privilegiada tradición que en 1928, iniciaría la Fábrica Militar de Aviones en Córdoba y luego pariera los extraordinarios Pulqui, Pucará y Pampa, en un hangar del histórico El Plumerillo, 70 años más tarde un pionero de sueños aeronáuticos, Manuel Prieto, impulsaba el nacimiento del sucesor del legendario fumigador: el “Pawnee” de Piper de EEUU.

Después de 8 meses de vencer con mucho esfuerzo, lágrimas y bolsillo las dificultades que crea la omnipresente máquina de impedir en nuestro país, logró que el “Puelche” tuviera forma y color mendocinos.

Un viernes 11 de diciembre de 1998 (una jornada después del día de la Virgen de Loreto como estaba previsto) el Puelche LV-ZOE, carreteó hacia el norte y se elevó.

Una gran emoción nos embargó a todos los presentes. Voló sostenido tanto por el resultado aerodinámico de la sustentación que provoca la tracción del motor, cuanto por la ilusión de todos los que armaron el gran rompecabezas de tubos y remaches soplando desde tierra.

Hoy, después de miles de horas de vuelo, lejos de la casa donde nació, “el ZOE” espera también mejores tiempos y sabias decisiones que hagan crecer otra vez a nuestra Argentina.

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