Los ecuatorianos quieren otra política

La mayor parte de los ecuatorianos le dijo no a la intentona para reinstalar un gobierno en línea con el régimen de Caracas, que ha conducido a la población venezolana a un nivel de atropello y pobreza denigrante. Ese es el principal motivo por el cual, aun con las falencias que tuvieron la gestión liberal de Lasso y el primer tramo de Noboa, para completar el período inconcluso de aquél, se le otorgó un elocuente crédito ciudadano a éste.

El reciente triunfo electoral de Daniel Noboa, en Ecuador, insinúa la consolidación de una tendencia de cambio político significativo en ese país. Según la apreciación de muchos analistas, neutraliza la reinserción del chavismo en América del Sur limitándola en gran medida a la dictadura venezolana encabezada hoy en día por Nicolás Maduro.

Como indicábamos, la reelección del joven presidente, concretada en segunda vuelta sobre la opositora Luisa González, confirma la postura mayoritaria de la ciudadanía ecuatoriana ya expresada en octubre de 2023, cuando en elecciones anticipadas sorprendió en medio de una fuerte violencia política, en especial por el asesinato del entonces candidato presidencial Fernando Villavicencio y de la disolución de la Asamblea Nacional que dispusiera el anterior presidente, Guillermo Lasso, camino a un enjuiciamiento político.

En esta nueva instancia, el reelecto presidente insiste con llevar a cabo el proyecto de gestión denominado “El Nuevo Ecuador”, con el que ha dicho que pretende alejarse claramente de lo que él mismo califica como “vieja política”.

Promete Noboa controlar en mayor medida la fuerte escalada de crimen y violencia que asola a su país, algo que continúa siendo una cuenta pendiente. El presidente considera que actúan en territorio ecuatoriano “grupos terroristas” protegidos por la corruptela instalada durante años en el poder y, por ende, en la tradicional política.

Por otra parte, se espera de la segunda etapa de Novoa poder superar la crisis energética existente y mejorar los principales indicadores económicos y sociales, entre muchas otras carencias que aquejan al grueso de la población.

Obviamente, el nuevo triunfo electoral de Noboa ha sido celebrado por el gobierno estadounidense, ya que se impone claramente la idea del presidente Donald Trump de apoyar toda gestión política regional emparentada con la derecha a nivel internacional, camino que se inició a partir de la asunción de Javier Milei.

Y es en este aspecto donde se debe esperar coherencia en la manera de proceder de las autoridades de los distintos países para lograr mantener una armonía regional siempre necesaria. El nuevo triunfo de Noboa debe ser visto, principalmente, como un nuevo golpe al intento de los seguidores de Rafael Correa de volver al poder para instalar mecanismos de gestión que largamente fracasaron. Por otro lado, abortar una red de corrupción que hizo que el ex presidente bolivariano y ex funcionarios suyos mantengan sentencias por corrupción y le deban al Estado de su país cifras millonarias en dólares.

La mayor parte de los ecuatorianos le dijo no a la intentona para reinstalar un gobierno en línea con el régimen de Caracas, que ha conducido a la población venezolana a un nivel de atropello y pobreza denigrante. Ese es el principal motivo por el cual, aun con las falencias que tuvieron la gestión liberal de Lasso y el primer tramo de Noboa, para completar el período inconcluso de aquél, se le otorgó un elocuente crédito ciudadano a éste.

Las cuestiones meramente ideológicas deben quedar de lado cuando quienes gobiernan por mandato popular llevan a cabo una gestión democrática y transparente. Uruguay y Chile pueden ser ejemplos en la región en tal sentido.

Por ello el mensaje de los ecuatorianos fue muy contundente: punto final para los populismos que hacen de los recursos del Estado el botín ideal para sus fechorías.

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