Agresión y descalificación al periodismo

Aquella voz pionera de Mariano Moreno y "La Gazeta" hace 215 años, debería resonar con mucha fuerza en los tiempos actuales que vive la Argentina, en los que el periodismo debe hacer frente a numerosas alteraciones de su quehacer a favor sólo de la verdad. La prensa idónea sirve de contrapeso cuando las oscuras tramas de la política pretenden esconderse a las sombras del poder.

Una nueva celebración del Día del Periodista en nuestro país sirvió para recordar, como cada año, la primera publicación de “La Gazeta”, el órgano informativo ideado por Mariano Moreno para dar cuenta a la población de las acciones del primer gobierno patrio.

Se podrá pensar que aquella publicación cumplía la función de lo que hoy conocemos como prensa oficial, u órgano de difusión de gobierno. No era sólo así. Porque si bien Mariano Moreno fundó el periódico patrio con la finalidad de anoticiar a la población porteña de los sucesos derivados del movimiento revolucionario en marcha, él mismo ya clamaba por sus ideas antes del pronunciamiento del 25 de mayo: “El pueblo tiene derecho a saber sobre la conducta de sus representantes”, sostenía. Signo de que “La Gazeta” debía informar, ante todo, con veracidad sobre los pasos que seguía la junta de gobierno conformada.

Moreno pregonaba veracidad en las páginas de su nuevo órgano informativo y principios, para que lo que se difundía en nada torciese los aires de libertad que se habían gestado y consolidado en Buenos Aires.

Por lo tanto, siempre es pertinente reiterar que aquella voz pionera de hace 215 años debería resonar con mucha fuerza en los tiempos actuales que vive la Argentina, en los que el periodismo debe hacer frente a numerosas alteraciones de su quehacer a favor sólo de la verdad. No es algo muy reciente; muchos de los que en las dos últimas décadas fueron electos por voluntad popular han abusado de su investidura para cuestionar y atacar voces de medios a los que imaginan poco menos que sus adversarios.

No se reconoce al aplicar dichas conductas que la labor seria de la prensa siempre es el pilar de la libertad de expresión y, por lo tanto, de la institucionalidad. Y que la profesionalidad de cada periodista es la base de sustentación de las empresas que los contratan para la seria labor de informar. Por ello la prensa idónea sirve de contrapeso cuando las oscuras tramas de la política pretenden esconderse a las sombras del poder. Fue así como salieron a la luz las más impensadas tramas de corrupción en el país enquistadas en los círculos de influencia.

Lamentablemente, los cambios de signo político en la conducción del Estado parecen no garantizar el final de dichas actitudes intimidatorias. Es así como recientemente desde la Organización de los Estados Americanos (OEA) se hizo un llamado de atención por las embestidas reiteradas del gobierno argentino a medios y periodistas, en lo que se debe incluir al propio titular del Poder Ejecutivo. A dicho llamado se sumaron funcionarios europeos y americanos.

Si bien debe reconocerse que cualquier autoridad gubernamental tiene derecho a disentir públicamente con una opinión o versión periodística si considera a éstas inconvenientes, lo que no se puede tolerar es la descalificación pública a los niveles que se ha llegado valiéndose, además, del efecto inmediato que generan las redes sociales en manos de seguidores por lo general fanatizados. Un pésimo ejemplo para la necesaria convivencia entre argentinos.

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