Entre los puntos en común de las historias de los sub-20 de esta nota hay dos evidentes. Uno está relacionado con la precocidad. Es decir que todos desde los 14, 15 o 16 años tuvieron la visión de hacer algo, ofrecer una solución o ganarse la vida de algún modo aunque no lo necesitaran para vivir. Otro tiene que ver con la apertura mental en la que se observan cambios de rumbo, búsqueda de ayuda y –aunque parezca trillado- pensar en grande. La experimentación, el aprendizaje y el encontrar aquello que falta, que puede hacer bien a la comunidad con el objetivo de crecer cada día un poco más.
Con focos y comunidades diversas para estos emprendedores jóvenes las barreras están para ser sorteadas y la pasión para ser contagiada. En este artículo, el muestreo es variopinto y va desde quienes trabajan con las necesidades en escuelas y universidades a los que tienen un trasfondo sustentable. También están los creadores de contenidos, los que supieron asociarse y los artesanos que fueron por más.
Buen contenido para abrir el apetito
Federico Robello tiene 21 años y es el creador de Guchini, una sandwichería gourmet ubicada en San Lorenzo y Chile de la Ciudad de Mendoza. Ante los 12.000 chicos que formaron parte de la última Experiencia Endeavor en Buenos Aires, fue su primera vez en este imponente escenario. Su espacio gastronómico ya es famoso en la provincia que ya está por abrir otro local y ahora trabaja en replicarlo a través de franquicias. De hecho, posee 80 solicitudes de postulantes para formar parte de su marca que apunta al público joven. Aunque el producto es muy bueno y la propuesta diferente, su éxito radica en una suerte de recorrido inverso.
Es decir que no abrió primero el local gastronómico para después promocionarlo sino que primero lo mostró para luego abrir. Fue así que el 1 de diciembre de 2024, el día de la inauguración de Guchini, había una fila de más de 1.000 personas para comprar uno de sus famosos sándwiches. “Desde hace cuatro años que creo contenido y subo videos todos los días”, relató Federico quien estudia Administración de Empresas. En ese recorrido hizo varias cosas y vendió otras hasta que logró destacarse con un emprendimiento de venta de mates que fue uno de los e-commerce que más vendió en el año que lo tuvo.
“Después lo vendí porque estaba solo, era muy chico y ya no me hacía bien”, relató Federico quien todavía es “chico” y posee más de 350.000 seguidores en redes sociales. Con poca vocación de quedarse quieto, Robello tuvo la idea de la sanguchería pese a que no tenía nada que ver con el mundo de la gastronomía. “Tuve que salir a tocar muchas puertas a gastronómicos hasta que encontré a mis socios que son los dueños de Burgang en Mendoza”, relató. Su idea fue que ellos se dedicaran a lo suyo –la comida- y él a conseguir que el día de la apertura el local estuviese colmado. Y así fue.
Con contenido diario mostró el paso a paso de la remodelación y puesta a punto de la casa donde hoy funciona Guchini –un emprendimiento en ese entonces sin nombre- así como distintos aspectos del negocio. Así su proyecto como creador de contenidos se convirtió en algo más y en poco más de un año no solo se duplicó sino que apunta a un crecimiento exponencial. “Para hacer contenido tenés que ser muy disruptivo, pensar distinto y no detenerte en no lo que te van a criticar”, recomendó Federico.
Define sus publicaciones como contenido genuino y de mucha creatividad ya que requiere algo distinto para cada día. Aunque hoy está en la Universidad y pronto comenzará a formar parte del programa de Endeavor HIT –que impulsa a algunos emprendimientos- contó que su principal fuente de aprendizaje son las personas: “Llamo a la gente que le va bien, les escribo, los invito a tomar un café y me nutro con sus conocimientos”, comentó. Como consejo para futuros emprendedores, el dueño de Guchini recomendó “arrancar” ya que él lo hizo desde muy chico. “Vendí vinos, aceites, pedí un préstamo, me fue mal… pero lo hice porque no hacerlo es más grave que te vaya mal”, cerró Federico.
De portabarbijos a importadora directa de piedras preciosas
Emilia Álvarez es una mendocina que, con sus 20 años, está al frente de su emprendimiento de joyas con piedras importadas de Colombia. Bajo el nombre de Hello Emis realiza diseños exclusivos para sus clientes y ha hecho crecer una importante comunidad que la sigue, le encarga y le compra de manera virtual. “Soy importadora directa de distintas piedras y traigo varios contendores al año”, relató Emilia quien agregó que desde muy chica le gustó emprender. Sus padres son dueños de una mueblería y de ellos tomó el ejemplo de llevar un negocio adelante.
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“Siempre fui una nena muy trabajadora”, recordó Emilia que hoy hacer collares de piedras naturales a mano y trabaja en un taller con piedras que trae de Colombia. Con una variedad inmensa de piedras y calidades dentro de los mismos tipos, entre otras trabaja piedras volcánicas, ónix y turmalinas engarzadas en laminado goldfield. Su emprendimiento ha crecido tanto en el último tiempo que no solo tiene un pequeño equipo de venta en sus redes sino que su mamá ahora la ayuda a ella en lugar de estar en el negocio familiar inicial. Como para muchos emprendedores, la pandemia fue un punto de inflexión para Emilia cuando comenzó a hacer aros de cerámica y portabarbijos especiales.
Con eso logró un importante volumen de venta hasta que los barbijos dejaron de usarse u tuvo que reinventarse. Entonces pensó en hacer collares y pulseras con piedras y logró convertirse en importadora directa, algo que no es sencillo ahora ni lo era antes con una economía más protegida. “Empecé con perlas naturales y de a poco nos metimos en el rubro de la gemología”, recordó la joven quien tuvo que aprender, hacer cursos y estudiar acerca de las distintas piedras y sus calidades. Su tarea es artesanal ya que el 95% de sus clientes solicitan algo diferente, especial y personalizado de los modelos publicados en la página web. Además, luego de realizar los diseños los envía a Colombia en donde cortan o colocan de manera exclusiva y precisa las piedras para esa joya.
De una experiencia traumática a un servicio para estudiantes
Valentín De Antonio tiene 19 años y creó Qaizen junto a un amigo. Es un proyecto que fusiona contenido motivacional y entrenamiento físico para jóvenes desde una mirada cercana, real y empática. Su página web trabaja de manera directa con los colegios y conecta con miles de seguidores que hablan sin filtros sobre salud mental, esfuerzo y crecimiento personal. A través de sus reels, propone a su comunidad rutinas, hábitos y reflexiones para vivir mejor.
Valentín también se paró esta semana frente la multitud de la Experiencia Endeavor de la semana pasada y, aunque ya había participado como público, fue su primera vez como orador. “La verdad es una locura estar ante 12.000 personas”, sintetizó el joven quien se dedicó desde muy chico a aprender programación y que en 2021 vivió una experiencia traumática dentro del colegio al que asistía. “Una alumna de la escuela a la que iba intentó suicidarse y el colegio no actuó de la mejor manera”, relató.
En su momento, el centro de estudiantes hizo una protesta y él buscó transformar la experiencia en algo más. De la mano de sus conocimientos en tecnología creó Qaizén, una plataforma en línea que ofrece dos tipos de soluciones. Una a los colegios como un sitio para enviar comunicados y conectarse con padres y alumnos. Otra tiene que ver con ser un espacio seguro y privado para los chicos que sufren bullying, tienen dudas acerca de su género o se sienten deprimidos; entre otras problemáticas de los adolescentes actuales.
“Ofrecemos un sitio accesible y cuidado para que los chicos se puedan comunicar y encuentren respuestas”, contó De Antonio. El objetivo es evitar episodios como el que le tocó vivir junto a sus compañeros al tiempo que brindar una herramienta ordenada, accesible y confidencial para comunicarse en las dos direcciones. “El proyecto ya está validado y el objetivo es salir a comercializarlo fuerte para expandirnos”, se entusiasmó Valentín.
Un transporte seguro para estudiantes unviersitarios
Melina Caporaletti vive en Buenos aires, tiene 20 años y es la fundadora de Movigo, un servicio de transporte pensado para estudiantes que viven lejos de la universidad. Su emprendimiento nació de una necesidad personal: optimizar los tiempos y moverse de forma más segura ya que vivía en Tigre y la facultad quedaba a más de dos horas de casa. En la actualidad, conecta a cientos de jóvenes del conurbano con sus respectivas facultades en un servicio de colectivo puerta a puerta más económico que ir en auto así como más seguro y cómodo si se piensa en las grandes ciudades.
Como otros emprendedores jóvenes, Melina comenzó a los 14 con la venta de maquillaje, cuando su mamá le hizo un regalo y ella decidió invertir sus ahorros para revender cosméticos. Las amigas de su mamá, sus docentes y conocidas fueron sus primeras clientas, pero no se quedó con eso y creó su cuenta de youtube y su e-commerce en Tienda Nube cuando no era tan usual. En el medio de eso como un modo de conseguir entradas para ella y sus amigas ayudaba a organizar los micros que iban a las fiestas de egresados. “Los primeros viajes salieron fatal, pero después los fuimos mejorando”, recordó Melina.
En el momento de comenzar la universidad y ver todo lo que debía viajar para llegar desde Tigre hasta la 9 de julio en Capital Federal, se le ocurrió implementar un transporte para que llevara a los chicos hasta las facultades. Así, en lugar del transporte público este micro los recoge por sus domicilios y los lleva a las universidades. “Somos más caros que el colectivo común, pero más barato y tranquilo que ir en auto”, definió Melina que hoy también está en proceso de expansión de su negocio.
Canilleras, botines y remeras con impacto social y ambiental
Tomás Machuca (23) jugaba al fútbol en su Rosario natal y cuando a los 17 años tuvo que reponer sus canilleras decidió armar las suyas con un balde de plástico debido a que no tenía para comprar nuevas. Con gracia e ingenio no solo las armó sino que les hizo tan llamativas que en seguida todos sus compañeros querían unas iguales. Así nació Fenikks, una empresa de triple impacto que transforma residuos en equipamiento deportivo, hoy produce miles de canilleras al mes y se encuentra en proceso de expansión de productos y países.
El recorrido de Tomás lo llevó a probar distintos materiales hasta dar con alguien que transformaba las tapas de las gaseosas. Por eso, hoy tiene convenios con los clubes más grandes e importantes de Argentina como principales puntos de recolección de las tapitas que luego se transforman en canilleras. Con el mismo concepto, han comenzado a fabricar botines con PBC y biocuero así como remeras a partir de botellas PET recicladas.
Además del impacto ambiental, Fenikks produce uno social muy importante ya que de cada producto que vende, dona uno para chicos de bajos recursos. En la actualidad está en pleno proceso de internacionalización y así como ha llegado a los equipos más importantes de Argentina, ha hecho lo mismo con los de América Latina. Paraguay, Chile, Ecuador y Uruguay son los países en donde este emprendimiento que nació de un chico de 17 años ha logrado llegar, literalmente, a las ligas mayores.