La discusión sobre el FMI tomó vigor en la campaña electoral cuando la pre candidata por el PRO, Patricia Bullrich, subió a escena la palabra “blindaje” y de esta forma linkeó su discurso al fallido instrumento financiero que en 2001 el organismo internacional le otorgó al ex presidente, Fernando De la Rúa, para tratar de salvar la convertibilidad.
Con el correr de los días intentó modificar el significado de esa expresión traduciéndola en “blindar” la economía con un préstamo del FMI que sirva como paraguas protector para poder levantar el cepo cambiario.
En cualquier caso, la propuesta para salir del cepo de Bullrich incluye un amplio apoyo financiero internacional y que en rigor en los hechos sólo puede brindarla una institución multilateral como el FMI.
La pre candidata del PRO aseguró que cuenta con el respaldo financiero necesario para desmantelar el sistema que está ahogando a la economía argentina y que hoy cuenta con al menos 18 tipos de cambio diferentes, pero hasta el momento se excusó de detallar el origen del dinero para preservar la eventual operación.
Con esta propuesta lanzada, su contrincante en la interna de Juntos por el Cambio, el jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, Horacio Rodríguez Larreta, aprovechó la ocasión para diferenciarse y rechazó la iniciativa: “No vamos repetir eso”, aseguró el alcalde porteño tomando una posición antagónica.
Larreta sostuvo que en caso de llegar a la presidencia se sentaría a “renegociar” el acuerdo con el FMI -algo que el organismo ya contempló implícitamente en su última revisión- pero sin pedirle nuevas líneas crediticias.
En síntesis, dentro de la coalición opositora conviven dos posturas diferentes: por un lado Bullrich intentaría un nuevo acercamiento al FMI solicitando una ingeniería financiera de respaldo para el programa económico de su gobierno, mientras que Larreta buscaría un nuevo programa, pero, en principio, sin tomar nuevos fondos.
De todas formas, ambas posturas pueden chocar con la realidad ante la complejidad de la situación financiera argentina y su relación con el organismo.
Por su parte, Javier Milei, se mostró crítico del FMI por sus últimas decisiones sobre el programa vigente con la Argentina y advirtió que " tendremos que revisar nuestros compromisos con el Fondo”. El líder de La Libertad Avanza cuestionó que en el último acuerdo se le habiliten al gobierno U$S 7.500 millones para “que la rifen intentando controlar el dólar”.
“No podemos seguir sosteniendo este modelo a costa de las generaciones futuras”, afirmó Milei, pero sin plantear una ruptura lisa y llana con el FMI.
El libertario vincula directamente la relación de la Argentina con el organismo a su proyecto de dolarización de la economía. Según su visión, en caso de llegar a la presidencia y logre implementar su proyecto de eliminación del peso “al FMI se le paga de taquito”.
Con esta posición Milei logra eludir la respuesta de cómo se manejará en los primeros meses de gobierno cuando siga vigente el acuerdo con el FMI y la implementación de su iniciativa de dolarización demande más tiempo.
Según Milei, el ajuste que propone el FMI para luego pagar la deuda “es un juego de niños” en comparación con la propuesta de dolarización y cambio de régimen económico que propone ya que se instrumentarían cambios mucho más profundos que los que pide la institución con asiento en Washington.
Su plan económico en general se basa en una drástica reducción del gasto público mediante una serie de reformas estructurales y en consecuencia el excedente sería destinado a cancelar las obligaciones con el FMI. En su discurso sigue existiendo una zona gris hasta alcanzar los objetivos, durante la que se infiere se tendrá que alcanzar un nuevo cronograma de pagos.
En tanto, el precandidato por Hacemos por Nuestra País , Juan Schiaretti, puso en duda la posibilidad de que el FMI asista financieramente otra vez a la Argentina ante una nueva negociación con el nuevo gobierno.
“El mayor deudor del FMI es Argentina. Es poco probable que vayan a dar más plata”, consideró en recientes declaraciones, con lo cual el mandatario cordobés se prepara para una gestión sin fondos frescos pero al mismo tiempo sin romper la relación con el organismo multilateral.
En tanto, su compañero de fórmula, Florencio Randazzo, reforzó esta posición al cuestionar la última renegociación que encaró el gobierno nacional y remarcar que es “importante facilitar la refinanciación” pero rechazó que sea a cambio de un ajuste.
En su plataforma electoral, Schiaretti solamente se refiere a objetivos para tener una “economia sana y vigorosa” pero no hace ninguna referencia al conflicto con el FMI.
En su programa, el precandidato presidencial propone “prudencia y disciplina en la emisión monetaria, equilibrio fiscal, recomposición de las reservas, defensa de la competencia, incentivo a las inversiones y una inteligente política de ingresos”.
“Gastar más de lo que se recauda ha sido una constante en anteriores gobiernos, aun de signo político opuesto. El camino a seguir para alcanzar un equilibrio sostenido de las cuentas públicas no es el ajuste salvaje, sino el ordenamiento racional de las prioridades y la prescindencia de superposiciones. Sin crecimiento, no hay equilibrio fiscal sostenido”, completó.
Por su parte, la Izquierda en todos sus perfiles tiene como principal slogan de campaña el rechazo a cualquier tipo de acuerdo con el FMI.
“Para terminar con la decadencia nacional es fundamental realizar un desconocimiento soberano de la fraudulenta deuda externa y romper con el FMI”, es una de las principales iniciativas del Frente de Izquierda que encabezan, Myriam Bregman y Nicolás del Caño. La misma posición tiene Gabriel Solano, contrincante en el espacio.
En tanto, la referente del MAS, Manuela Castañeira, en línea con la ideología del sector, se pronunció en similar sentido.
Por el lado del oficialismo la situación es más clara y es la que describen los hechos.
La pre candidatura de Sergio Massa apoyada por los principales sectores de la coalición redunda en el mantenimiento de las relaciones con el organismo. La reciente reformulación del acuerdo significa un “puente” hasta la asunción de la próxima administración y trae aparejado implícitamente una nueva negociación desde el 11 de diciembre.
La interna de Unión por la Patria también tendrá una alternativa para canalizar el rechazo al FMI encarnada en la figura de Juan Grabois.
“Se firmó un acuerdo malo” y “El acuerdo es una estafa”, fueron algunas de las expresiones con las que Grabois calificó la reciente gestión de su contrincante interno, el ministro de Economía, Sergio Massa.
Grabois plantea que en las actuales condiciones del país no se le debe pagar al FMI.