Días pasados visitó brevemente el país el primer ministro de la India, Narendra Modi, en la primera reunión bilateral desde 1968, cuando la entonces premier Indira Gandhi viajo a nuestro país. Modi estuvo anteriormente en Buenos Aires cuando el Grupo de los Veinte se reunió en la capital argentina en 2018.
Resulta llamativo al que esto escribe la escasa repercusión política y mediática que ha tenido la presencia, desde el viernes al sábado de la semana anterior, el paso por el país del gobernante de la India. Parece que es más importante ocuparse de los papelones de algunas diputadas que deshonran el recinto del Congreso Argentino, mostrando la liviandad con que algunos partidos y espacios políticos postulan candidaturas, que de hechos que son claves para el desarrollo argentino y su ubicación en el mundo.
La India es el país más poblado de la tierra; con 1.450 millones de habitantes en 2023 superó a la República Popular China. Ya se está convirtiendo en la cuarta economía mundial, superando a Japón, y se ha propuesto convertirse en la tercera, desplazando a Alemania al finalizar esta década, ya que su tasa de crecimiento oscila entre el 6 y el 8 % anual en los últimos 25 años.
El crecimiento económico de la India le ha permitido terminar con las hambrunas que azotaban periódicamente a esa nación y genera una clase media de centenares de millones, confirmando que la mejor política de mejoramiento social es instrumentar políticas económicas que liberando las fuerzas creadoras de la gente para que provoquen el crecimiento de la economía.
La India desde su independencia, en 1947, implementó una política constante de inversión en ciencia y tecnología que con medidas más liberales en economía hace 30 años han permitido estos logros. Sus altas tasas en economía y su demografía la convierten ya en un actor global muy importante, posición que se afianzará en los años próximos.
Nuestro país estableció relaciones diplomáticas con la India hace setenta y cinco años. En 1961 por primera vez viajó un presidente argentino a ese país. Fue Arturo Frondizi junto a su canciller, Miguel Ángel Cárcano, en una gira en la que también se visitó al Japón. En la presidencia de Alvear visitó la Argentina el maharajá de Kapultura. Entonces era un reino bajo protectorado británico. Y hace un siglo estuvo el primer premio nobel de literatura asiático Tagore, invitado por Victoria Ocampo, quien a su vez fue visitada por Indira Gandhi en su estadía en Buenos Aires en 1968.
La India apoyó en todos los organismos internacionales nuestros reclamos sobre la soberanía en las islas Malvinas. Es un país que se define como no occidental pero no antioccidental, como otros de ese continente. El comercio de la Argentina con la India asciende a cinco mil millones de dólares anuales y es superavitario para nuestro país. Somos el primer proveedor de harina de soja y el tercero de aceite de girasol. También se le proveyó en 2008 de un reactor nuclear, con fines medicinales, situado en Mombai y se le exportan pistolas automáticas.
Las recientes visitas del presidente de YPF abren posibilidades para la exportación de LNG y por su parte la India demuestra interés en invertir en Litio; ya lo hace en Catamarca en cobre y en gas. La India puede ofrecernos reequipamiento en Defensa con participación fabril local y proveernos en medicamentos a bajo precio, reduciendo el costo de ese insumo que afecta en gran medida a los jubilados, que soportan los precios abusivos actuales.
Esta visita debe mostrarle al Gobierno que el mundo actual es más complejo y que los intereses nacionales están por encima de simpatías personales de los gobernantes, porque los intereses del país son permanentes y los gobernantes y sus simpatías y alineamientos ideológicos circunstanciales. También deja en claro que cuando se designa en una embajada a personas idóneas se obtienen logros. El embajador Caucino ha demostrado eficacia, como en otras embajadas anteriores, que merece ser reconocida.
La India junto con China, Vietnam y Indonesia cuenta con la mitad de la población mundial y su desempeño económico en los últimos 40 años ha sido impresionante. Un país como el nuestro, que requiere inversiones, tecnologías, exportar, no puede ser indiferente a esa parte del mundo.
Por eso la política exterior del país merece un debate amplio, sin anteojeras ni prejuicios y que se prolongue en el tiempo, cualquiera sea el gobernante de turno. La dirigencia argentina debe comprender que hay un mundo más allá de nuestras fronteras y nuestras disputas aldeanas.
*El autor es presidente de la Academia Argentina de la Historia