14 de febrero de 2025 - 00:00

Los Incendios de Mallín Ahogado

No se vislumbra el camino de la integración, el único válido; al contrario, se advierte por doquier la mano destructora de los sembradores de odio. No me consta, no asevero, que los incendios de Mallín Ahogado tengan allí su origen, tampoco lo descarto. Quedó demostrado que son intencionales, falta identificar los autores.

El colosal choque de culturas de octubre de 1492 produjo gran cantidad de graves conflictos, también una oportunidad histórica de enriquecimiento mutuo.

Muchos conflictos siguen sin resolverse 532 años y cuatro meses después.

Del Ártico a la Antártida, la relación entre los piel oscura de las Naciones Antiguas y los carapálida europeos está pendiente de solución.

No se vislumbra el camino de la integración, el único válido; al contrario, se advierte por doquier la mano destructora de los sembradores de odio.

No me consta, no asevero, que los incendios de Mallín Ahogado tengan allí su origen, tampoco lo descarto.

Quedó demostrado que son intencionales, falta identificar los autores.

El líder más conocido del mal llamado «pueblo Mapuche» declaró contradictoriamente dejando un vacío que permite a cada uno interpretar a su manera.

El Gobernador de Chubut, lo da por cierto, sin dudar.

Mi primera visita a la zona fue en enero de 1988. Vi rastros de tremendas quemazones. Los lugareños afirmaban que los autores eran «los indios», así los llamaban; el motivo, la prohibición de sacar leña de los bosques devenidos Parques Nacionales.

Me asaltó una idea que aún me tortura.

Los «indios» llevaban 10.000 años sacando leña sin hacer daño.

Llegamos los «huincas», asfaltamos los senderos que ellos andaban, talamos los bosques, construimos aeropuertos, hoteles y centros de esquí, arrasamos las llanuras para sembrar lúpulo, fundamos ciudades . . . y un día advertimos el deterioro.

No nos detuvimos, al contrario, el turismo y otras explotaciones aumentan sin cesar, pero les prohibimos sacar leña del bosque.

Es absurdo, llega al ridículo de tan absurdo, es además profundamente injusto y dramático.

No es verdad que el Mundo Civilizado «descubrió» un continente de salvajes sin cultura. La realidad es que todos aprendemos de todos.

Éste es uno de muchos ejemplos, el respeto a la Tierra, que «ellos», los antiguos, practicaban con veneración y «nosotros», los europeos, no terminamos de comprender.

Provocar incendios es un muy grave «renuncio» a ese principio vital. Angustia sobremanera por lo que conlleva de degradación cultural y humana además del daño provocado, que es inmenso.

Conozco de primera mano la realidad de las comunidades canadienses, mi trabajo me llevó a visitar muchas de ellas.

La segregación y rechazo no son diferentes a los de la Patagonia. Son idénticos.

El Gobierno Federal del Canadá las llama «Primeras Naciones».

Reconoce así el estatus político que tenían al momento del arribo del europeo pero no el de originarios pues todos los pueblos de América llegamos de lejanas tierras en diferentes momentos de la historia.

En este continente, todos somo hijos de inmigrantes. Es la realidad.

Es hora (bastante pasada) de dejar de llamarnos «ellos» y «nosotros» para responder a la exigencia histórica.

Llegan inmigrantes de otras tierras, especialmente africanos y asiáticos. Tenemos que integrarnos en un solo pueblo, el «Pueblo Americano». Aludir cuestiones étnicas o de origen carece absolutamente de sentido.

Estamos mezclados. Somos producto de la historia, de toda la historia que nos precede, lo bueno y lo malo.

Elijo lo bueno y exhorto a que dejemos lo malo donde debe estar, en el pasado.

Conquistadores despojaron y corrieron a los pueblos que estaban establecidos. No tenían derecho, es verdad. También hubo convivencia pacífica y colaboración mutua; esta parte se oculta en los relatos, la otra se exagera.

Eso y mucho más es «la historia». Los hechos de la conquista, toda esa gesta, es historia.

Hoy el Mundo es otro, la realidad es otra, la vida es otra. El desafío y nuestro compromiso con la Tierra y con la especie humana son, por lo tanto, otros muy diferentes.

No veo a los gobiernos tratando de encarar el único rumbo sensato, el de la integración.

Tampoco veo en las comunidades la necesaria apertura.

Priman el odio y el resentimiento.

Valoro los esfuerzos y los recursos que el Gobierno del Canadá destina a ayudas de todo tipo. A veces torpemente, como en el trágico episodio de «Los Internados» que fuera motivo de cuatro notas en ocasión de la visita al Canadá del Papa Francisco.

Es, hasta donde puedo saber, el gobierno que más se ocupa del problema en todo el continente.

Pero tampoco es el camino. No es con ayudas ni subsidios, es integrando, haciéndonos uno.

Creo que no es esta tarea de ningún gobierno, aunque les toca una buena parte, que no hacen, sino de los pueblos, directamente de los pueblos.

El próximo estadio de la evolución humana es reemplazar la competencia por la colaboración.

Nos urge dar de ese paso y, con pena en el alma, veo que caminamos en sentido contrario.

Estamos lejísimo.

Mientras tanto, se queman los bosques, es un crimen brutal de incalculables consecuencias nefastas.

No olvidar que muchos incendios, en todo el Mundo, son obra del «hombre blanco» buscando ampliar el negocio inmobiliario.

Que termine esta barbarie, y a tiempo, que quede un trocito de Tierra sano para intentar transitar la vida por mejores rumbos.

* El autor es un ingeniero argentino radicado en Canadá.

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