Política internacional
Sin fuerzas para detener el lento pero constante avance de Rusia en su territorio, Ucrania volvió a lucirse con un ataque inteligentemente diseñado, ejecutado con astucia y audacia, logrando un resultado con gran efecto propagandístico: la Operación Telaraña.
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El golpe ucraniano que humilló a Putin
Ventanita:
Sin fuerzas para detener el lento pero constante avance de Rusia en su territorio, Ucrania volvió a lucirse con un ataque inteligentemente diseñado, ejecutado con astucia y audacia, logrando un resultado con gran efecto propagandístico: la Operación Telaraña.
Por Claudio Fantini
Politólogo y periodista
Texto de la nota:
Ucrania pierde terreno dentro de su propio mapa, pero son sus tropas y aparatos de inteligencia militar los que se lucen con sus tácticas y estrategias. Si genios militares como Sun Tzu, Miyamoto Musashi, Napoleón y Karl von Clausewitz estuvieran mirando esta guerra desde un puesto de observación, aplaudirían a los mil yitares ucranianos. Rusia es la que avanza en territorio enemigo, pero merced a su abrumadora superioridad numérica en tropas y arsenales, mientras que Ucrania es la que da los golpes que lucen astucia, inteligencia y audacia.
Sin fuerzas para detener el lento pero constante avance de Rusia en su territorio, Ucrania volvió a lucirse con un ataque inteligentemente diseñado, ejecutado con astucia y audacia, logrando un resultado con gran efecto propagandístico: la Operación Telaraña.
Con el orgullo herido por el golpe recibido desde las entrañas de la propia Rusia, Vladimir Putin quedó obligado a una respuesta devastadora.
Si Ucrania, ya sin el suministro de armas y municiones de Estados Unidos, aún sigue asestando estocadas dañinas, es lógico que Europa prefiera armarse y prepararse para la guerra, como lo expresó el primer ministro británico Keir Starmer al anunciar la construcción de doce submarinos nucleares.
La audaz operación ucraniana realizada dentro del territorio ruso genera a Europa una presión moral adicional para resistir el expansionismo de Rusia.
Sucede que la Operación Telaraña no solo destruyó casi medio centenar de aviones militares rusos, sino que fue tramada y ejecutada de tal modo que constituyó un golpe propagandístico formidable de Ucrania, que sonó como un cachetazo en el ego de Vladimir Putin.
Fue un éxito del aparato de inteligencia militar del país invadido. Por cierto, en su sofisticado diseño pueden haber participado expertos norteamericanos, británicos y franceses, pero los estrategas del ejército ucraniano y sus cuadros de inteligencia fueron parte del diseño y protagonistas exclusivos de la ejecución.
El mundo vio a Rusia sorprendida en las profundidades de su geografía por una lluvia de drones que alcanzó bases aéreas hasta en la lejana Siberia. Y si llegaron hasta rincones remotos es porque fueron lanzados desde el mismo territorio ruso.
El primer paso fue introducir en camiones civiles los centenares de drones que fueron llevados hasta lugares próximos a las bases atacadas. Poco después de que se concretara la masiva destrucción de aviones militares rusos, una serie de detonaciones destruyeron desde los cimientos puntos clave del puente que une Rusia con la península de Crimea en el Estrecho de Kerch.
Estos golpes se suman a la ingeniosa estrategia con que las fuerzas locales repelieron la ofensiva sobre Kiev que lanzó Rusia desde territorio bielorruso en el comienzo de la invasión. ¿Qué tienen en común aquel éxito inicial con los sonoros golpes que acaban de dar los ucranianos a Rusia? Lo que tienen en común es que son éxitos basados exclusivamente en la inteligencia táctica y estratégica. Operaciones diseñadas con la lucidez que caracteriza a los grandes mariscales.
Aunque puedan no cambiar el curso de la guerra, esos logros militares ucranianos pueden evocar a brillantes estrategas como Edwing Von Rommel, el célebre “wüstenfuchs” (zorro del desierto) que condujo con astucia deslumbrante al ejército alemán en el norte de Africa.
Ninguna de las victorias rusas en lo que va de la invasión a Ucrania evocó a celebridades de la táctica y la estrategia militar, como Rommel y su contraparte británica, el mariscal Montgomery. Los avances rusos se dan a fuerza de usar miles de presidiarios excarcelados para ser usados como carne de cañón. O con masivos bombardeos lanzados a mansalva. O engrosando las inmensas legiones propias con miles de efectivos norcoreanos.
Ucrania consigue pocos éxitos, pero con golpes que lucen inteligencia y audacia en niveles superlativos.
Esos esporádicos lucimientos no compensan su mayor fracaso: la fallida ofensiva en gran escala del 2023, tan largamente anunciada por el presidente Volodimir Zelenski y con tan decepcionantes resultados.
De aquel fracaso, sumado al bloqueo a los suministros que Trump empezó a aplicar desde antes de volver al Despacho Oval usando la mayoría conservadora en el Congreso, Ucrania recién comenzó a recuperarse mediante otra operación donde la audacia compensó la escases de tropas y armamentos: la incursión de tropas ucranianas en territorio ruso, logrando ocupar el oblast de Kursk durante largos meses y poniendo a Moscú en la necesidad de pedir tropas de refuerzo al régimen norcoreano para reconquistar esa porción de su territorio.
Con la Operación Telaraña y las explosiones en el puente ruso sobre el estrecho de Kerch, Ucrania lo hizo de nuevo.
Con el orgullo herido, Putin evalúa cómo devolver el golpe para que resulte devastador. O sea, suficientemente destructivo como para hacer que los ucranianos desistan de lanzar esos golpes espectaculares.
Todo parece indicar que esa respuesta rusa se ejecutará con los poderosos misiles hipersónicos Oreshnik, cuya cabeza puede portar ojivas nucleares.
* El autor es politólogo y periodista.