Palo Pandolfo: “Detesto las bandas que vuelven, me parecen patéticas”

El músico de culto dialogó con Estilo sobre su carrera, su poética como artista y su primera banda, la recordada Don Cornelio y la Zona. Se presenta en formato acústico hoy y mañana en Willys Bar. Además dará mañana una clínica de composición.

La anécdota es que Palo Pandolfo nunca llegó a la foto. En 1983, cuando Charly, Spinetta y Cerati “posaban”, él (líder en ese entonces de una banda revelación, Don Cornelio y la Zona) pegó el faltazo a la entrevista conjunta que les iba a hacer una famosa revista de rock. Pero no es que los haya dejado plantados, no, sino que se quedó en la esquina de Reconquista y Corrientes esperando, esperando, esperando...

Se despistó y disparó, con su guitarra a cuestas, hacia otro lado: ¿Una metáfora de su carrera? “Un poco, parece ser premonitorio”, confirma a los 52 años, cuando está apunto de volver a esa Mendoza que lo vio muchas veces solo y otras con su banda; noches que, de tan lisérgicas, se volvieron inolvidables.

Pero ahora vuelve por dos motivos. Hoy y mañana, a las 23, un set acústico, retrospectivo e íntimo en Willys Bar. Presentará   algunas canciones del segundo disco que sacó con La Hermandad, “Transformación” (que promete presentar con ella este año, en una gira especial); pero también refrescará un repertorio ecléctico, como su propio derrotero musical (tango, música de raíz...).

Y mañana, en la Terraza de la Municipalidad de Ciudad, dará junto a Exequiel Stocco, Nicolás Riquero y Daniel Martín una clínica de composición y producción musical.

-Desde que te vimos por última vez en 2015, ¿qué cambió y qué continuó en Palo?

-Bueno, ese año íbamos a grabar “Transformación” (S-Music, 2016), así que en ese sentido lo diferente es que voy a ir solo y con un repertorio atípico. En sí, no cambió demasiado, sigo en esa línea, salvo en esto que es una especie de isla en la electricidad que son los shows de La Hermandad, que es una bola de electricidad, sí. Es como un descanso, si se quiere. He hecho muchos shows en Cacano (Chacras) en este formato, así que me da bastante sana nostalgia volver a Chacras de Coria solo y de alguna manera tocar así, como a principios de siglo XXI.

-En relación a la clínica que vas a dar, tu última poética compositiva nació con la canción "Oficio de cantor", ¿cómo la explicarías?

-En los últimos años armé como “sistemas de composición”. Yo compongo desde los 12 años, y tengo 52: o sea, en 40 años abordé la canción desde infinitos lugares. Y en los últimos diez, para acotarme un poco, cuando compuse justamente esa canción, que lo hice de manera automática, como decir “poner el grabador-Play-Rec” y grabás la canción como si ya estuviera hecha. Salió con letra, música, estribillo, y me pareció muy rica, muy profunda. Después, cuando puse play para escucharla no lo podía creer.

-¿Ya habías compuesto así?

-Había hecho algunas canciones así anteriormente, pero esta disparó un sistema de composición que lo llamo “composición automática”. Así compuse la mayoría de los temas de “Esto es un abrazo”. Me dije que había que componer así. O sea, ¡no hacía falta estar a las 5 de la mañana totalmente pirado ni nada! Pero llegué a un techo en la composición automática, me agotó.

Compuse un disco y después tuve que seguir componiendo, y en conversaciones con músicos amigos siempre nos preguntábamos a qué se podía deber el triunfo tan categórico de Los Beatles. Y una de las respuestas es la melodía. En todas las geografías, idiomas, colores, han cantado temas de ellos.

Igual, ellos tenían la capacidad de hacer con pocas palabras como she-loves-you estribillos increíbles, melodías muy pegadizas, muy geniales y hasta profundas y emocionantes. A partir de ahí empecé a componer desde la melodía.

“Transformación” es eso, un ejercicio de composición desde la melodía, pura y dura, sin guitarra, sin piano, sin palabras, y hasta parado, grabando o al micrófono. Emitir melodías muy libres, algunas fueron con una base de guitarra también, como por ejemplo el tema de “La fuga”, que lo voy a tocar, que es sobre una armonía un poco rara, medio abstracto, y ahí hice una improvisación vocal y después me ceñí milimétricamente a la forma melódica, a sus conceptos rítmicos, diseñé una letra como orfebre. Así hice casi todos los temas de “Transformación”, como “Un reflejo”, “Drácula”...

-"Un reflejo", justamente, donde se repite tanto la palabra "reinventó", parece ser tu historia...

-Sí, no, bueno... Yo te decía que estas letras las escribí desde el lado consciente. Entonces fui escogiendo temas para desarrollar, y en el caso de “Un reflejo” decidí basarme en una lectura de un libro de Virginia Woolf, “Orlando”. En ese tema hablo de él, justamente utilizando una elipsis termino diciendo cosas muy personales, aparentemente, que no era mi intención. Pero como todo el mundo lo toma como algo re personal...

-Dijiste en algún lugar que "Transformación" era tu mejor disco, ¿qué elementos te llevan a pensar eso?

-El trabajo de la banda, que fue impresionante. Cuatro de los doce temas los compuse con ella. Tuvimos una preproducción muy buena nosotros solos y luego convocamos. Este disco lo banca S-Music, entonces yo puedo decidir ir a un estudio del carajo, porque la compañía nos apoya en todo, Charlie Desidney hizo un diseño de producción de alta calidad, hicimos una pre-producción de 22 temas la banda, después seleccionamos unos 13 temas, de los cuales 12 van al disco.

Yo primero grabé una demo solo con guitarra acústica, después dos más, y grabamos el disco en vivo en el estudio, porque era mi obsesión para generar una obra de arte. Si vos metés a cinco especímenes de sexo masculino en un debate con artilugios sonoros, si no es arte, ¡por lo menos es una experiencia antropológica! (se emociona) Los chabones encerrados ahí, sufriendo y gozando... toda esa preproducción nos permitió meternos en Romaphonic, uno de los mejores estudios de Buenos Aires,  y grabar un disco directamente en vivo.  Los cinco en el mismo estudio, con los equipos separados, en peceras, todos los audios en alta calidad y todos juntos en círculo tocando las canciones. ¡Eso tiene que ver con uno de los mejores discos que hice en mi vida!

-¿Tu mejor experiencia de grabación, entonces?

-Sí, entrar al estudio fue como una ceremonia.

-¿Escuchaste lo último de Charly?

-No, todavía no, están ahí todos peleándose entre sí porque algunos lo quieren y otros lo odian (risas). Ya me cansé antes de escucharlo. Pero sí, lo voy a escuchar porque soy adepto de Charly, no soy fan. Yo voy a hacer una religión, voy a desarrollar su palabra.

-¿Crees que un músico se debe al público o a sí mismo?

-Emm... (silencio telefónico, piensa) Lo que más me interesa es la subjetividad de las cosas. Por ejemplo, el artista número uno de todos los tiempos para mí es Van Gogh. Me interesa mucho la necesidad que él tenía de expresar la soledad atroz, la locura y la muerte. En “Cartas a Théo”, que se las escribió a su hermano, que lo bancaba en su demencia, se ve la mirada profunda de  ese artista. Él quería agradar, vender obras, salir del pozo, pero por otro lado tenía una subjetividad total, una manera de sentir la vida, los colores... Eso me interesa de él.

Por otro lado, vos al subirte a un escenario entrás en un juego de comunicación con el público en el que estás totalmente condicionado; vos vas a vibrar con él, condicionado incluso en el subconsciente y la parte energética, esa vibración compartida. Es exquisito poder sentir eso, porque el músico es eso, va a contagiar una vibración y el público se la va a devolver. Yo dependo de la gente para expresarme y desarrollarme. Es un juego contradictorio, porque por un lado yo busco la subjetividad  total, pero al momento de expresarlo en un escenario necesito la cooperación con el otro.

-¿Qué les decís a esas personas que te piden el regreso de Don Cornelio?

-Que escuchen “Transformación” (silencio, piensa). Se cumplen 30 años del primer disco de Don Cornelio, y desde entonces creció y es de culto, sobre todo por “Patria o Muerte”, que es un aborto genial, lo más subjetivo que hice en mi vida y que trascendió. Si no hubiera estado “Patria o muerte”, Don Cornelio habría desaparecido. Hicimos ese disco pateando el tablero por el aire y llamó la atención de toda la  intelligentsia del rock. Pero, de alguna manera, gracias a que después Los Visitantes estalla desde el under y desde la locura es que se reeditaron en CD los discos de Don Cornelio: le tiene que agradecer eso. O sea, Don Cornelio soy yo, eso quiero decirte. Si yo no hubiera hecho todo lo que hice después, Don Cornelio no existe. Así que le digo a esas personas que agradezcan que yo estoy vivo y sigo haciendo discos, ¡y que escuchen “Transformación”!

-No volverían, entonces.

-Detesto las bandas que vuelven, me parecen patéticas. Las bandas que se juntan para hacer un show, ganar plata y hacerse los lindos me aburren soberanamente. Lo único que me mantiene vivo es hacer música nueva, tener una banda de pibes sub 40 y tocar como voy a hacer allá, que voy a volver con canciones de tango, folclore, psicodelia y me voy a volver loco en vivo una vez más... Quedarse en Don Cornelio me parece muy propio de la necrofilia argentina.

La ficha

Palo Pandolfo por dos:

Palo Pandolfo, set acústico.

Fecha y hora: hoy y mañana, a las 23.

Lugar: Willys Bar (Mitre 1371, Chacras de Coria)

Entradas: anticipadas $150 (en Willys Bar y Amadeus, Necochea 75).

360°experiencia musical: Clínica N°5, de composición de canciones y producción musical. Participan Palo Pandolfo, Exequiel Stocco, Nicolás Riquero y Daniel Martín.

Fecha y hora: mañana, a las 18.

Lugar: Terraza de la Municipalidad de Mendoza (9 de julio 500).

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