Rugbiers hoy: a un año del crimen de Fernando, los días en la cárcel de los 8 detenidos, cuándo habrá juicio y qué pena recibirían

La madrugada del 18 de enero del 2020, cuando el coronavirus todavía era apenas una enfermedad lejana y que afectaba a China y algunos contados países de Europa, un trágico asesinato actuó como antesala para adelantarnos que el 2020 sería un año tenebrosamente malo. Un grupo de rugbiers golpearon violenta y cobardemente a Fernando Báez Sosa, un joven de 18 años que estaba en el mismo boliche que ellos en Villa Gesell. Los ocho imputados y detenidos por el asesinato que conmocionó al país hace exactamente un año cargan con la misma calificación en el expediente, que -se espera- esté próximo a elevarse a juicio: homicidio agravado por alevosía, agravado por la participación de una o más personas.

Los videos de las cámaras de seguridad y de teléfonos celulares que recorrieron el mundo durante las horas y días posteriores mostraban la cobarde agresión de ocho (los rugbiers) contra uno (Báez Sosa) en la vereda de la disco Le Brique. La investigación en base a esas imágenes y los procedimientos posteriores permitieron identificar, imputar y detener a Máximo Thomsen (20, en sus zapatillas secuestradas en el departamento que alquilaba junto a sus compañeros en esa ciudad balnearia se halló sangre de Fernando), Ciro Pertossi (19), Luciano Pertossi (18), Lucas Pertossi (20), Enzo Comelli (19), Matías Benicelli (20), Blas Cinalli (18) y Ayrton Viollaz (20). Los ocho fueron detenidos prácticamente en el acto, y desde hace poco menos de un año sus días transcurren en calabozos. Han pasado por varios, y de distintos complejos penitenciarios.

Además de los ocho detenidos, hay dos jóvenes involucrados en la causa que podrían ser sobreseídos: Juan Pedro Guarino y Alejo Milanesi, ambos ya en sus casas hace meses.

De acuerdo al expediente de la investigación, los jóvenes mantuvieron una discusión con el grupo de amigos de Báez Sosa en el interior del mencionado boliche. Tras ser echados por los patovicas del lugar, los asesinos fueron al encuentro de Fernando -ya en la vereda- de una forma por demás cobarde: mientras cinco de ellos lo atacaron y golpearon por la espalda, los otros tres formaron un cordón humano para que nadie intercediera en la vía pública e intente separar a los jóvenes y frustrar la agresión.

Los instantes posteriores al ataque también tienen detalles indignantes: algunos de los jóvenes que había golpeado y rematado de una patada en la cabeza a Fernando en el piso se dirigieron a un local de comida rápida a comer, y entre ellos se enviaron mensajes donde informaban que Fernando “caducó”. De esa forma se burlaban entre ellos y confirmaban que habían matado al joven de 18 años.

Sus días en las distintas cárceles

El primer penal al que fueron trasladados los rugbiers, cuyos nombres y fotos ya habían recorrido los medios de todo el país, fue el de Dolores. Allí, los otros presos se encargaron de convertir su día a día tras las rejas en una pesadilla (aunque ni siquiera comparable con la pesadilla que vive la familia de Fernando desde hace exactamente un año). Ni siquiera el hecho de permanecer en un sector aislado del resto de la población penitenciaria les evitaba escuchar como, por las noches, los otros presos los insultaban a los gritos y los amenazaban mencionando a viva voz sus apellidos.

Los rumores de privilegios especiales, visitas familiares fuera del horario preestablecido y de contar con cierta protección en el encierro no tardaron en circular; más teniendo en cuenta el círculo familiar y el peso de los apellidos de los imputados. En ese sentido, según publica Infobae en una nota al cumplirse el primer aniversario del asesinato, fue el propio Thomsen quien declaró -y aclaró- en el contexto de la causa judicial sobre estos beneficios en una de sus presentaciones.

“Quiero aclarar que en la cárcel no estamos como dicen los medios, que dicen que tenemos aire acondicionado, que tenemos ventiladores, que somos presos VIP; cuando en realidad estamos toda la noche escuchando lo que nos dicen otros presos, que nos gritan que tienen precio nuestras cabezas, que (el abogado de los padres de Báez Sosa, Fernando) Burlando los va a defender, que nos quieren violar. Nos gritan de todo por la ventana”, declaró el joven, y cita Infobae.

Tras confirmar la prisión preventiva para los ocho, los rugbiers fueron trasladados a la Alcaldía N°3 de Melchor Romero. Y también los gritos con sus apellidos fueron la constante en su nuevo alojamiento. Hace unos meses, en distintos artículos periodísticos que reconstruían el día a día de los imputados, trascendió que los rugbiers habían adoptado un perfil completamente pacífico, sin conflictos y adaptado a las cuestiones sanitarias por la pandemia de Covid-19.

Sobre Thomsen, quien le pateó el rostro a Fernando cuando estaba en el piso, fuentes judiciales destacaron que es un “apasionado de la novela épica y de fantasía”, y siempre tiene en sus manos algún libro de la saga de “El Señor de los Anillos” o de “Juego de Tronos”.

“Los detenidos de sectores cercanos insultaban a los ocho rugbiers, pero a medida que pasaron los días y con el advenimiento de la crisis sanitaria por el Covid-19, cesó cualquier tipo de hostigamiento, y ya son uno más”, dijo una fuente a Crónica en noviembre del año pasado.

La actualidad

Siempre de acuerdo al mencionado artículo de Infobae, el paso de los días y el acostumbramiento rutinario fueron limando las asperezas. Y aunque siguen separados del resto de los internos, desde el establecimiento penitenciario confirmaron que tienen buena relación con algunos presos.

Permanecen en calabozos para dos personas, las familias los visitan periódicamente y siguiendo el estricto protocolo por la pandemia de coronavirus y comen lo mismo que el resto de los internos. Entre las pertenencias que les llevan los familiares en sus visitas esporádicas, sobresale ropa, artículos de higiene, libros, yerba mate y cigarrillos. Y, al estar aislados del resto de la población penitenciaria, sus días transcurren sin demasiados sobresaltos. Si hasta aprovechan para hacer ejercicio y tomar sol, además de apelar al acompañamiento espiritual de un pastor religioso.

Pidieron domiciliaria

Los ocho detenidos han solicitado formalmente el beneficio de la prisión domiciliaria, y hasta han propuesto sus domicilios para cumplir con la prisión preventiva; monitoreados por pulsera electrónica y con geoposicionamiento.

Es el juez de la causa quien debe resolver este pedido.

Qué falta para llegar a juicio

El noviembre del año pasado, en coincidencia con el momento en que la pandemia dio su primera tregua -en cuanto a contagios de coronavirus diarios confirmados-, la fiscal Verónica Zamboni formalizó el pedido de elevación a juicio para los ocho imputados. Y es el fiscal general de Dolores, Diego Escoda, quien debe poner fecha. “La idea es realizarlo (al juicio) este año”, confirmó Escoda a Infobae. “Esperamos que se lleve adelante el juicio y que los padres de la víctima, puedan seguir adelante con su vida, con alguna sensación de que hubo justicia. Por supuesto, nada ni nadie va a reparar la pérdida de un hijo, de una vida humana. Por más perpetua, o por más pena que haya, es irreparable”, se explayó el fiscal.

Los propios imputados -por medio de sus abogados- deberán definir si el juicio se celebra en la modalidad de por jurados (con 12 ciudadanos ocupando esos roles), o con un tribunal colegiado. Y, aunque no hay ningún pedido formal todavía; este fin de semana la agencia Telam detalló que el abogado de los rugbiers habría rechazado la posibilidad de un juicio por jurados al considerar que no está garantizada la imparcialidad.

Luego de que la fiscal haya elevado la acusación y cuente con el acompañamiento de los abogados de la defensa de Báez Sosa, ahora es la defensa de los ocho imputados (en la figura del abogado Hugo Tomei) quien debe hacer su propia solicitud. Tomei tiene tiempo hasta el 1 de febrero para pedir que vayan a juicio sus defendidos (proponiendo su propia solicitud de posible desenlace), que sean sobreseídos; o bien insistir con pedidos de nulidades (algo que ya hizo durante la instrucción).

Posible perpetua

De acuerdo a la acusación con que la fiscal formalizó la elevación a juicio, y que tiene grandes similitudes con lo que pidieron los abogados de la familia de Fernando Báez Sosa (aunque ellos pidieron que Milanesi sea condenado también); los ocho rugbiers podrían recibir una condena a prisión perpetua. Esto en caso de que los jueces o los jurados hagan lugar a este pedido.

Más allá de denominarse “prisión perpetua”, técnicamente hablando -y en caso de recibir esta pena-, los jóvenes podrían recuperar la libertad recién dentro de 35 años. Aún resta saber qué solicitará el abogado de los rugbiers en lo referido al desenlace del procedimiento.

La “broma” que involucró a otro joven y el hermético secreto

Durante las horas y días posteriores al asesinato y a la detención de la “Patota de Zárate” (allí están domiciliados los deportistas), se mencionó a otro joven. “Pablo Ventura” fue el nombre que aportó en su momento uno de los jóvenes, que instantes después se convertiría en un de los primeros ocho imputados y detenidos, cuando los efectivos policiales preguntaron quién había asesinado a Fernando. Quien dio su nombre estaba esposado en el piso junto a sus compañeros, y nunca quedó bien en claro de voz de quien mencionó su nombre. Y, a un año de aquella noche, hay un pacto entre ellos: no han dicho ni tienen pensado decir quién aportó el nombre de Ventura.

La Policía viajó esa misma noche a Zárate (donde también estaba domiciliado Pablo) y lo detuvieron, con traslado a Gesell incluido. Su padre, totalmente descolocado, siguió a los patrulleros de Zárate a la ciudad de la Costa Atlántica esa misma noche.

Ventura pasó cuatro días encerrado antes de ser liberado con un prueba irrefutable que lo excluía de la escena del crimen: según se veía en una filmación, la noche del 17 de enero de 2020, Pablo Ventura estaba comiendo en una parrillada de Zárate con su familia. Es decir, Ventura nunca siquiera estuvo en Villa Gesell.

¿Por qué el imputado misterioso lo mencionó entonces cuando los uniformados llegaron al departamento en los instantes posteriores al asesinato?. La explicación es insólita: dentro del grupo de amigos (quienes acababan de asesinar a Fernando), era una “broma” común mencionar y culpar a Pablo Ventura de cualquier episodio que ellos mismos protagonizaban. Aunque Ventura ni siquiera estuviera con ellos en ese momento, como ocurrió aquella madrugada del 18 de enero de 2020.