20 de junio de 2025 - 19:41

Ovnis en la Antártida: hace 60 años, los gobiernos de Argentina y Chile afirmaron haber avistado platos voladores

Se cumplen en unos días 60 años de un difundido avistamiento en las bases argentina, chilena y británica de la Antártida, de un objeto volador no identificado. Ocurrió el 3 de julio de 1965.

Buena parte de la población mundial comparte la idea de que los ovnis son misteriosos visitantes del más allá, con la íntima esperanza de que, algún día, los gobiernos habrán de reconocer oficialmente y sin tapujos su efectiva presencia en la Tierra.

Sin embargo, pocos recuerdan que ese día existió y de manera efectiva, al menos para la Argentina y Chile, a raíz de unos sucesos que conmovieron a la opinión pública a inicios de julio de 1965, hace 60 años, cuando eran presidentes Arturo Umberto Illia en nuestro país y Eduardo Frei Montalva en Chile.

En la mañana del martes 6 de julio de 1965, una espectacular noticia ocupó las portadas de todos los medios santiaguinos: la Fuerza Aérea Chilena (FACh) informaba oficialmente que extraños objetos aéreos no identificados habían sido vistos sobre la Antártida desde bases de Argentina, Inglaterra y Chile.

El primer anticipo en la prensa argentina apareció recién en horas de la tarde, incrustado en la tapa de la 5ª edición del diario porteño Crónica y hablaba de “una flotilla de ovnis” sobre la Antártida.

Al día siguiente, con grandes titulares desplegados a toda página, los matutinos nacionales reproducían un nuevo boletín informativo oficial, esta vez de la Marina Argentina.

El título admitía sin eufemismos el “avistaje de objetos voladores no identificados en la Antártida argentina” con un texto igualmente revelador: “Desde el Destacamento Naval Decepción en la Antártida Argentina, fue observado el 3 de julio a las 19.40, un objeto volador de forma lenticular, aspecto sólido, coloración predominante rojo y verde, por momentos tonalidades amarillas, azules, verdes, anaranjadas y blancas.

Fue registrado su desplazamiento en dirección general este, por momentos cambiando al oeste, a una altura de 45 grados sobre el horizonte y a una distancia aproximada de 10 a 15 kilómetros.

Destaca el informe la ausencia de sonido y el haberse observado en el transcurso de sus evoluciones las variaciones de velocidad, así como también el hecho de haber permanecido estacionario por momentos en el espacio. (…) El reconocimiento del ovni, fue efectuado por el observador meteorológico de dicho destacamento, junto con 10 personas más de la dotación. El intervalo de observación fue de 15 a 20 minutos, pudiéndose tomar fotografías.

Personal del Destacamento Naval Antártico Orcadas también observó en la tarde del mismo día el ovni de referencia (…).”

Pasando todo en limpio, los ovnis fueron reportados desde los destacamentos antárticos de la Marina argentina en Orcadas y Decepción, además desde la base chilena Presidente Aguirre Cerda (FACh) y desde la base “B” del Reino Unido (BAS), estas dos últimas también ubicadas en la Isla Decepción, Archipiélago de las Shetland del Sur.

El jueves 8, un segundo informe oficial de la Secretaría de Marina ratificaba que el personal de la Base Decepción realizó un “avistaje de objetos voladores no identificados” evidenciando desplazamientos incompatibles con fenómenos astronómicos o aviones, además de provocar perturbaciones magnéticas en el Destacamento Naval Orcadas.

Este segundo documento introducía sutiles correcciones, hablaba de “un objeto brillante, como una estrella de primera magnitud” dejando atrás adjetivaciones como “sólido” y “lenticular” que remitían al popular estereotipo del plato volador.

En los reportajes periodísticos que siguieron, el teniente de fragata Daniel A. Perissé (1936-2008, quien se convertiría en experto del fenómeno OVNI), comandante del Destacamento Decepción, refutó otras exageraciones difundidas. Por ejemplo, que hubiera pasado una “flotilla de ovnis”: desde cada una de las bases se vieron -en distintos horarios- objetos luminosos individuales, lejanos, mayormente descriptos como una estrella de primera magnitud.

En la Isla Decepción había una dotación argentina, otra chilena y otra británica formando entre las tres bases un triángulo de unos 7 kilómetros de lado. Y estando tan cerca resulta muy curioso que cuando se observaba un objeto aéreo desde una de las bases no fuera advertido también desde las vecinas…

Un detalle que se repite en las descripciones de estos fenómenos antárticos es su capacidad de permanecer estacionarios durante minutos y luego lanzarse a gran velocidad, comportamiento que jaquea cualquier explicación convencional.

En aquel julio de 1965 el impacto mediático de esta aceptación oficial por parte de Argentina y Chile tuvo una intensa repercusión mundial. El diario “La Razón”, en su edición del 7 de julio, sintetizaba el clima emocional del momento y las expectativas que se proyectaban, en un texto pleno de intriga y dramatismo:

“Queda por ver ahora -y los próximos meses o quizás sólo días lo dirán- si los comunicados de la Marina argentina y de la Fuerza Aérea chilena responden al propósito de ‘quemar etapas’ de un lento proceso y confrontar a 3.000 millones de terráqueos con la evidencia, ya inocultable, de que están en presencia de visitantes llegados de otros mundos, y de que ya es hora de ir pensando en un plan coordinado para la toma de contacto y el control de la situación a partir del intercambio del primer mensaje.”

(*) El autor es escritor y autor del libro “Los ovnis de la Antártida”

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