27 de abril de 2025 - 00:00

Lino Barañao: "Están destruyendo el aparato científico en Argentina y nadie dice nada"

El exministro de Ciencia y Tecnología de Cristina Fernández y de Mauricio Macri denuncia una fuga de cerebros sin retorno, el vaciamiento del Conicet, además de la pasividad de la política y del sector académico frente al colapso.

Fue el único ministro que logró atravesar dos gestiones antagónicas, la de Cristina Fernández y la de Mauricio Macri, al frente de la cartera de Ciencia, Tecnología e Innovación. Doctor en Química, investigador del Conicet y ex sindicalista durante 18 años, Lino Barañao pisó Mendoza para participar del workshop sobre Economía del conocimiento y nuevas tendencias tecnológicas, organizado por la Universidad Nacional de Cuyo.

A propósito de su visita, Barañao dialogó con Los Andes sobre el escenario actual de la ciencia y fue categórico: “Estamos viviendo un proceso de destrucción del aparato científico”, lanzó. También advirtió sobre una nueva “fuga de cerebros” y afirmó que le preocupa la apatía de la comunidad científica, pero aún más el silencio de la oposición ante el desmantelamiento y el desfinanciamiento sistemático por parte del Gobierno nacional.

-En el Instituto Balseiro se fueron casi 50 científicos entre 2023 y 2024. Los menores de 45 años son los que más renuncian. ¿Está el riesgo de una nueva fuga de cerebros?

-Hay una nueva fuga de cerebros. Ya está ocurriendo. Los científicos se están yendo del país. Algunos dejan el Conicet para irse al sector privado, lo cual no sería tan grave. Lo peor es que muchos se van a Europa o a países vecinos que pagan mejor. Las consecuencias son irreversibles porque es muy raro que, una vez que se van y se acomodan afuera, quieran volver. Lo hicimos una vez con el Plan Raíces, cuando repatriamos a varios científicos, pero nadie se arriesgaría dos veces.

-¿El financiamiento para la ciencia mejoró este año o disminuyó aún más?

-No tengo buenas noticias. La partida para el sector sigue siendo casi nula: es del 0,2% del presupuesto nacional y sólo va para pagar sueldos paupérrimos y sostener los edificios. Todo lo demás está parado. Pese a que la ciencia tiene un fondo de 50 millones de dólares otorgados por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), no son ejecutados desde hace dos años.

-¿Por qué cree que llegamos a este extremo?

-Primero, no se sabía quién firmaría el desembolso del BID en el traspaso de poder de 2023. Después, la parte formal se subsanó, pero no hubo voluntad política. De hecho, se desmanteló el Ministerio hasta el punto de degradarlo al nivel de Secretaría. No sólo hubo desidia, sino que hubo una intención manifiesta de desactivar el aparato científico y tecnológico del país. Las perspectivas son bastante negativas.

-¿Hay un cambio de mirada sobre la ciencia? Da la sensación de que toda evidencia científica ahora es cuestionable.

-Sí, totalmente. Creo que eso es un fenómeno global. Yo estuve en 2015 en Estados Unidos en una convención sobre ciencia y el tema que les preocupaba era que la sociedad americana veía a los científicos como un grupo de interés particular. Por ejemplo: si alguien defiende la vacuna, está pagado por la industria farmacéutica. Incluso hoy el secretario de Salud de Estados Unidos niega la eficacia de las vacunas. Y eso es muy grave porque todo tiene el mismo peso. Hay una atmósfera de irracionalidad y un ataque al conocimiento. Las redes también colaboran en esto.

-¿Qué hace la comunidad científica argentina ante el desfinanciamiento?

-No mucho, y me da un poco de bronca. Cuando yo, como ministro de Macri, restringí el ingreso al Conicet porque había que mantener un requisito de excelencia y había ajuste, los trabajadores me tomaron el Ministerio. Ahora ni siquiera hay ingresos a la carrera científica, ya no hay financiamiento y no se ve a nadie que salga. Hay miedo a la represión, al escrache en redes sociales, hay cierta apatía del gremio, y eso es grave.

-¿Cómo ve el rol de la oposición en este sentido?

-Que la oposición esté en silencio me parece aún más grave. Hay sectores como el radicalismo, que históricamente se ha jactado de ser el movimiento universitario de donde emerge el conocimiento científico, y también está callado ante semejante desfinanciamiento. Quizás por conveniencia electoral. Y el peronismo está preocupado por otros temas, parece. No ha asumido la defensa de esto, incluso cuando las gestiones de Néstor y Cristina fueron las que más apoyaron a la ciencia.

-Usted fue ministro de Mauricio Macri también y lo criticaron en su gestión por un ajuste. ¿Cuál es la diferencia con la presidencia de Milei?

-Con Macri hubo un ajuste en el área de la ciencia, pero fue menor que el que hubo en otras áreas. Aclaro que yo había anunciado entonces que renunciaría a mi cargo si el ajuste era demasiado grande. Pero la idea era mantener el “motor funcionando” y echarle nafta a futuro. En la visión de país de Milei, claramente no está el conocimiento científico. Lo tira por la borda porque le parece innecesario. Su único objetivo es achicar todo para mantener la inflación baja. Más logro que ese no hay.

-Hay un prejuicio en donde parece que aquel que defiende la ciencia hoy es kirchnerista. ¿Está de acuerdo con eso?

-El científico no es kirchnerista per se. No es un tema ideológico, sino que es donde mejor estuvo pago. En última instancia, estaría defendiendo su estatus quo, y es válido. Incluso un científico que disiente con los K acepta que en ese momento tuvo más plata en el bolsillo y más fondos para investigar. También la sociedad ha cambiado. Hoy un científico corta la calle y lo insultan porque todos están mal.

-¿Hay avances en el desarrollo de pymes tecnológicas, más allá de la falta de impulso por parte del Estado?

-En el país hay más de 450 startups y la mayoría está conformada por profesionales del Conicet y universidades nacionales. Hay fondos privados de inversión que siguen financiando investigaciones. De hecho, yo estoy trabajando como consultor en muchas empresas que tienen apoyo económico, pero ese es el fruto del árbol. Ahora, si cortás el árbol, no hay más que esas empresas.

-¿Cabe un mea culpa de su parte como ex funcionario nacional?

-Quizás nos llevó mucho tiempo el cambio cultural dentro de la comunidad científica. Ejemplo: como investigador, en un momento tenés demasiados recursos por parte del Estado y sólo tenés que publicar un paper al año y bueno… Estás cómodo. Los investigadores de a poco fueron aprendiendo la responsabilidad ética de tener que devolverle conocimiento a la sociedad que los financia, más allá del rol docente. También faltó comunicar mejor sobre lo que se hacía.

-¿Esta es la peor crisis que ha vivido el Conicet? ¿Cómo se sale?

-Hoy hay más gente en el Conicet que en otras épocas, pero no tiene más recursos para hacer trabajo productivo. Hay que tratar de establecer vínculos con el sector productivo. Se necesita mucha creatividad para que las pymes puedan invertir en ciencia y también encontrar mercados para vender nuestros productos tecnológicos. En el sector privado hay mucho desconcierto para invertir y las universidades deben cambiar sus programas de estudio. Están muy atrasados. Argentina tiene un enorme potencial en la economía del conocimiento y, si el Gobierno nacional se retira del financiamiento, no queda otra que esa responsabilidad la tomen las provincias para mantener viva esta llama.

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