Homenaje: René Favaloro, a 20 años de su trágica muerte

Transcurren los años y la figura del gran cardiocirujano, René Favaloro se mantiene incólume en la memoria de los argentinos. Ejemplo para jóvenes generaciones.

El médico que recordamos no solo fue un gran profesional, también estudió la vida y obra de San Martín.
El médico que recordamos no solo fue un gran profesional, también estudió la vida y obra de San Martín.

Hace unos días –un 27 de julio- se cumplieron veinte años de la penosa muerte del doctor René Gerónimo Favaloro, quien se quitó la vida agobiado por los problemas económico-financieros de su querida fundación.

El hombre que recordamos nació en 1923 en una casa humilde del barrio “El Mondongo” de La Plata. Era muy cerca del Hospital Policlínico. Un indicio de lo que estudiaría el recién nacido. Muy chico se insinuó la profesión en él; un tío médico influenció.

A la primaria la hizo en una escuela barrial. Sus padres eran humildes: la madre, habilidosa modista, el padre, ebanista. La abuela materna le transmitió afecto por las plantas y la tierra.

En 1936, un joven René entraba al Colegio Nacional de La Plata, que tenía profesores como Ezequiel Martínez Estrada y Pedro Henríquez Ureña.

Golpe de timón

Superada la secundaria, ingresó en la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad Nacional de La Plata. En el tercer año comenzó las pasantías en el Hospital Policlínico y el contacto con los pacientes. Se interesaba por la evolución de los enfermos y conversaba mucho con ellos.

Aprendía de sus maestros, entre otros, Federico E. B. Christmann, cuyas enseñanzas aplicaría en futuras operaciones del corazón.

Favaloro obtuvo un panorama general de todas las patologías y los tratamientos pero, sobre todo, aprendió a respetar a los enfermos.

En 1949, con 26 años, accedió a su primer cargo de médico suplente.

Con el paso del tiempo, vino su viaje a los Estados Unidos, donde profundiza conocimientos y adquiere una alta especialización. Pero su amor por la patria, hace que decida regresar a su país de origen. Le dedicará entonces el resto de sus años a levantar un departamento de Cirugía Torácica y Cardiovascular en Buenos Aires.

Con ese objetivo creó en 1975, a los 52 años, la Fundación Favaloro, junto con otros colaboradores y afianzó la labor que venía desarrollando desde su regreso al país. Uno de sus mayores orgullos fue el de haber formado más de cuatrocientos cincuenta residentes provenientes del país y América latina. Contribuyó a elevar el nivel de la especialidad en beneficio de los pacientes mediante innumerables cursos, seminarios y congresos organizados por la Fundación, entre los que se destaca Cardiología para el Consultante.

En 1980 Favaloro da vida al Laboratorio de Investigación Básica. Dependía del Departamento de Investigación y Docencia de la Fundación Favaloro. Con posterioridad, pasó a ser el Instituto de Investigación en Ciencias Básicas del Instituto Universitario de Ciencias Biomédicas. Fue el paso previo a la creación de la Universidad Favaloro. En la actualidad la universidad consta de una facultad de Ciencias Médicas, donde se cursan dos carreras de grado -Medicina (iniciada en 1993) y Kinesiología y Fisiatría (iniciada en 2000)- y una Facultad de Ingeniería, Ciencias Exactas y Naturales.

En 1992 se inauguró en Buenos Aires el Instituto de Cardiología y Cirugía Cardiovascular de la Fundación Favaloro, entidad sin fines de lucro. Con el lema “tecnología de avanzada al servicio del humanismo médico” se brindan servicios altamente especializados en cardiología, cirugía cardiovascular y trasplante cardíaco, pulmonar , cardiopulmonar, hepático, renal y de médula ósea, además de otras áreas. Favaloro concentró allí su tarea, rodeado de un grupo selecto de profesionales.

Como en los tiempos del pueblo de Jacinto Aráuz, siguió haciendo hincapié en la prevención de enfermedades y enseñando a sus pacientes reglas básicas de higiene. Con ese objetivo se desarrollaron en la Fundación Favaloro estudios para la detección de enfermedades, diversidad de programas de prevención, como el curso para dejar de fumar, y se hicieron varias publicaciones para el público en general a través del Centro Editor de la Fundación Favaloro, que funcionó hasta 2000.

Pero el hombre no se conformó con ayudar a resolver los problemas de esa necesidad básica que es la salud, también contribuyó a curar los males que aquejan a nuestra sociedad en conjunto. Jamás perdió oportunidad de denunciar problemas tales como la desocupación, la desigualdad, la pobreza, el armamentismo, la contaminación, la droga, la violencia.

Favaloro fue miembro activo de 26 sociedades, correspondiente de 4, y honorario de 43. Recibió innumerables distinciones internacionales entre las que se destacan: el Premio John Scott 1979, otorgado por la ciudad de Filadelfia, EE.UU; la creación de la Cátedra de Cirugía Cardiovascular “Dr René G. Favaloro” (Universidad de Tel Aviv, Israel, 1980); la distinción de la Fundación Conchita Rábago de Giménez Díaz (Madrid, España, 1982). La nómina de galardones siguen y ocuparían muchos renglones. Una de los últimos reconocimientos debe haber sido el Premio Príncipe Mahidol, otorgado por el rey de Tailandia, en 1999. Un año después con un disparo al corazón se quitaba la vida.

Mucho antes había sostenido: “Quisiera ser recordado como docente más que como cirujano”. Por esa razón, dedicó gran parte de su tiempo a la enseñanza, tanto a nivel profesional como popular. Incursionó en la televisión con el programa “Los grandes temas médicos”. Además, fue un gran escritor y un apasionado estudioso de la historia de San Martín y su causa emancipadora. Por eso se emocionó mucho cuando en 1996 pasó una jornada en el departamento de San Martín. / Fuente: Fundación Favaloro.

Sus visitas a Mendoza y un homenaje especial

Es probable que el recordado cirujano haya realizado varias visitas a Mendoza. Recordamos una a fines de los 70, con una conferencia de prensa en el viejo Plaza Hotel. En esa oportunidad se disgustó con periodistas que querían promocionar supuestas diferencias con otro eminente cardiólogo, Pedro Cossio. Alguien que admira mucho a Favaloro es el veterano dirigente social Héctor Antinori (83). Le hizo construir una moderna escultura con el símbolo de la fundación Favaloro, emplazada en Avellaneda y Pedro Molina, distrito Belgrano.

Por su parte, el cardiólogo Emilio Marigliano (73) contó que el 19 de abril de 1996, el médico pasó un día inolvidable en San Martín, ocupándose del tema que le apasionaba: la historia del prócer. Había venido a la provincia por la Jornada Argentina Trasandina de Cardiología, pero en esa jornada se ocupó del Libertador.

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