23 de julio de 2025 - 09:41

Hay 30% menos de nieve: el fenómeno de la megasequía, sus causas y el duro escenario hídrico para Mendoza

Investigadores expertos en agua y glaciares del Conicet explican el nuevo patrón climático, analizan el impacto del calentamiento global y anticipan un panorama crítico para el abastecimiento en la región.

En pleno julio, Mendoza atraviesa un invierno con menos nieve que en años recientes. Aunque los picos montañosos siguen cubiertos de blanco, la reducción en la cantidad de las nevadas preocupa a científicos, pero también a sectores productivos y turísticos que dependen del agua de deshielo para sostenerse.

Para entender mejor qué está pasando con la nieve y el agua, Los Andes dialogó con dos especialistas del Conicet Mendoza: Pierre Pitte, investigador y experto en Glaciología, y el hidrólogo Ezequiel Toum, quienes afirman que estamos casi por la mitad de la media de precipitaciones níveas promedio y que esa supuesta “anomalía” responde a un nuevo patrón que ya tiene nombre y apellido: megasequía. Aunque este año, aseguran, el escenario está “más difícil que en años anteriores”.

Un patrón variable que cambió hace 15 años

“En la cordillera de los Andes central, que abarca Mendoza y San Juan, la nieve tiene un comportamiento natural muy variado. Hay años con mucha nieve y años más secos, como ocurrió en la sequía del 68 y en otras más recientes”, explica Pitte. Esta variabilidad natural hacía que la región alternara breves sequías con temporadas con mayor acumulación de nieve.

Sin embargo, desde hace aproximadamente 15 años, esta dinámica parece haber cambiado: “No tiene antecedentes. Tenemos registros de caudales de agua desde hace 100 años, y un periodo de sequía tan prolongado como este nunca se había visto. Estamos en un régimen diferente al histórico”. Aunque los dos inviernos previos fueron relativamente buenos en nieve, ahora la situación volvió a ser difícil, especialmente en las cuencas del norte provincial, mientras que el sur está cerca de la mitad del promedio. “Hay que tener paciencia porque julio traerá un poco más de nieve (se espera un fin de semana con probabilidades de nevadas), también hay que ver agosto e incluso septiembre. Pero promediando el invierno sí notamos que esta situación no es para nada favorable”.

El impacto en el sistema hídrico y en el consumo

La nieve no es solo un fenómeno estético o turístico. “La nevada es el aporte principal que tienen los ríos”, señala Pitte. La escasez de nieve afecta directamente el caudal durante el verano, con menos agua disponible para el ecosistema y las actividades productivas. “La sequía se propaga a toda la cuenca, aunque por ahora no está tan generalizada. Los caudales de la nieve acumulada comienzan a correr en verano, por lo que todavía es un anticipo de lo que puede venir. Por eso, analizar las nevadas del invierno nos permite anticipar la próxima temporada”.

Además, las repercusiones incluyen el consumo humano. “Seguramente habrá que pedir un uso muy controlado del agua para la próxima temporada”, advierte el experto. “Que estemos en esta situación a mitad de invierno, claro, no es un buen escenario”.

El “tapón” atmosférico y la megasequía

Para entender el fenómeno desde la hidroclimatología, Toum explica que en Mendoza un elemento clave es un anticiclón semipermanente en latitudes medias, que actúa como un “tapón” que regula la llegada de sistemas de mal tiempo. “Este anticiclón puede desplazarse hacia el norte o el sur, y eso modifica la cantidad de nieve que cae en la cordillera. Esa variabilidad siempre existió, pero el problema actual es que desde 2010 se ha observado una seguidilla prolongada de años con déficit de nieve, un fenómeno que se denomina megasequía”.

En números, la megasequía implica un déficit en la precipitación nívea que oscila entre el 20 y el 45%, con un promedio del 30% menos de nieve con respecto al nivel histórico en Mendoza.

Un fenómeno con causas “más naturales que humanas”

La reconstrucción de la disponibilidad de agua y nieve a través de anillos de árboles —que reflejan con mayor o menor crecimiento los períodos húmedos o secos— muestra que este período de megasequía es uno de los más extremos de los últimos mil años.

La intendencia de pidió al centro de esquí de Las Leñas que habilite algunas pistas y al menos un medio de elevación.
Centro de esquí Las Leñas.

Centro de esquí Las Leñas.

Sobre sus causas, Toum señala que “el 70% se explica por la variabilidad natural del sistema y el 30% restante por la emisión de gases de efecto invernadero”. Así, la megasequía que vivimos responde a una combinación de factores naturales y a la influencia humana.

Los estudios realizados por Ianigla para el Departamento de Irrigación de Mendoza proyectan que esta situación —esa relación 70/30 entre variabilidad natural y cambio climático, respectivamente— será la “nueva normalidad” para el año 2050. Es decir, el déficit hídrico prolongado, hoy considerado una anomalía, podría convertirse en el promedio. Incluso en los escenarios más optimistas, no se alcanzaría el promedio histórico de los últimos 100 años.

En este sentido, Toum aclara que “no hay un nuevo régimen hidrológico, sino una intensificación de las condiciones de sequía, pero no un cambio de régimen”. Esto significa que las oscilaciones y variaciones naturales persisten, aunque la sequía se ha vuelto más intensa y frecuente.

¿Qué esperar para la temporada primavera-verano 2025?

Si bien faltan dos meses de frío y con ello, la esperanza de más precipitaciones níveas en este invierno, los investigadores se muestran cautelosos a la hora de ilusionarse o desanimarse de antemano.

“Todavía no se hacen proyecciones concretas para el caudal de la próxima temporada. Hay que esperar a ver cuánta nieve cae en lo que queda de julio, todo agosto y algo de septiembre”, coinciden Pitte y Toum, quienes esperan que las nevadas pronosticadas para los próximos días traigan cierto alivio y colaboren para aportar más agua durante el deshielo estival. Sin embargo, advierte el Ezequiel Toum: “Por ahora, si miramos el contenido de agua de nieve, estamos a la mitad del promedio histórico para esta fecha: unos 100 milímetros de agua equivalente cuando lo normal serían 200”.

A pesar de que en los próximos dos meses podría haber alguna recuperación, todo indica que 2025/2026 serán años deficitarios en nieve y, por tanto, en agua de deshielo. Por lo que el futuro no traería consigo la promesa -afirman los expertos- de un escenario demasiado blanco persistente en el tiempo.

Crecen el “esquí a vela” y el “rando esquí”

El esquí tradicional en Mendoza enfrenta un desafío importante: la falta de nieve y la caída del poder adquisitivo de los turistas. Floridor González, presidente de la Cámara de Turismo de Malargüe, lo describe sin vueltas: “La reserva viene floja...”.

La realidad económica juega un papel clave. Muchos visitantes que antes optaban por destinos locales como Las Leñas ya eligieron Chile o Brasil, donde los costos resultan más accesibles. El turista que queda en Mendoza busca alternativas acordes a un presupuesto más limitado. Por eso Malargüe se las ingenió y este año reforzó la oferta alternativa: el randó esquí o randoné, que consiste en caminar con raquetas por la nieve, o el esquí a vela, una especie de windsurf sobre tabla que no requiere grandes acumulaciones ni pistas habilitadas.

En Las Leñas, la base y el parque aventura funcionan a pleno, aunque algunas pistas están cerradas por falta de nieve. Las actividades cuya demanda va en aumento, además de los trineos, son las excursiones con raquetas para quienes no buscan necesariamente deslizarse a toda velocidad. Penitentes, por su parte, limita sus servicios a lo básico: gastronomía y espacios para disfrutar del paisaje, hasta tanto un nuevo temporal de cierto respiro al sector alicaído.

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