“Está toda embarrada, dándose baños de tierra colorada… no tiene precio ver eso”, cuenta con emoción, en Aconcagua Radio, Juan Ignacio “Nacho” Haudet, director de Biodiversidad y del Ecoparque de Mendoza. Se refiere a Kenia, la elefanta africana que vivió durante décadas en el antiguo zoológico provincial y que acaba de ser trasladada a un santuario en Brasil, donde comenzará una nueva vida en condiciones más cercanas a su hábitat natural.
El viaje, que demandó un recorrido de casi 3.500 kilómetros, marca el cierre de una etapa de profunda transformación institucional iniciada en 2016, cuando Mendoza fue pionera en declarar a los animales como sujetos de derecho. “Fue un trabajo enorme de años, con decisiones políticas firmes y un acompañamiento técnico que contempló tanto los aspectos burocráticos como los emocionales y físicos de cada animal”, detalla Haudet.
Un proceso de años
¿Cuál fue el tratamiento previo que se le dio? ¿Todo el trayecto, todo el trabajo que implicó llegar hasta acá?
“En principio hubo que buscar un lugar acorde a sus necesidades. Nada es ideal, pero se trató de encontrar la mejor opción posible”, explica Haudet. “Kenia fue entrenada con técnicas de condicionamiento positivo: se le enseñó a aceptar extracciones de sangre, revisiones de trompa y otras pruebas necesarias para obtener el certificado veterinario internacional. Todo esto, con premios y estímulos amigables”.
Los entrenamientos comenzaron hace más de cinco años, con el equipo del Ecoparque trabajando de forma dedicada para que la elefanta aceptara ingresar a la caja de transporte, permaneciera tranquila y se adaptara al largo trayecto. “Esto estaba planificado desde hace meses, pero ella no estaba lista. Lo hizo cuando quiso y cuando pudo. Y eso también es parte del respeto que merece”, agrega Haudet.
La llegada al santuario
¿Qué sigue ahora? ¿Cómo es la aclimatación al nuevo entorno?
Kenia fue recibida por Pupi, otra elefanta africana que vivía en el Ecoparque de Buenos Aires. Aunque todavía no se reencontró con Guillermina, la otra elefanta mendocina, ya inició el proceso de integración a su nuevo hogar. “Primero se la mantiene en un recinto de cuarentena. Aunque estaba en condiciones sanitarias óptimas, este proceso permite monitorear su comportamiento y adaptación”, explica el director.
El santuario evaluará cuándo estará lista para recorrer libremente las hectáreas disponibles. “Por cómo salió de la caja y su carácter, probablemente sea muy pronto. Hace calor y eso le viene bien. La semana pasada, con la nieve en Mendoza, lo estaba pasando muy mal”.
Ecoparque: una nueva lógica
¿Qué pasa con el Ecoparque? Han pasado más de diez años sin que abra sus puertas al público.
Haudet responde con claridad: “Hay que hacer una distinción. El paseo patrimonial, diseñado por Ramos Correa, probablemente se abra pronto porque las obras están avanzadas. Pero el Ecoparque como institución nunca se cerró. Se transformó. Ya no es un lugar de entretenimiento con animales, sino un centro de conservación, educación ambiental y rehabilitación”.
¿Y cuántos animales quedan hoy en el Ecoparque?
“El censo se actualiza en julio, pero tenemos alrededor de 1.149 animales censados. Muchos no pueden ser reinsertados porque son exóticos, no tienen hábitat de destino o pertenecen a especies sin planes de conservación activos. Por ejemplo, los babuinos, que llegaron a ser 200 en condiciones lamentables”, señala.
Se trabajó intensamente en un nuevo recinto para ellos, con calefacción, luz natural y controles poblacionales mediante vasectomías y ecografías. “No podemos seguir reproduciendo especies que no tienen destino de conservación ni bienestar. No se trata de encierro sino de responsabilidad”, enfatiza.
El futuro del paseo
¿Qué significa “prontamente” cuando se habla de la reapertura?
Haudet insiste en que el Ecoparque no es solo lo visible, sino también lo que ocurre a puertas cerradas: “La imagen de la primera mona tomando sol en su nuevo recinto es tan valiosa como la de Kenia embarrada en Brasil. Cada individuo cuenta”.
“Las obras están en terminaciones. Cuando se finalicen, habrá un tiempo de adaptación para nosotros también. Ya no se entrará por donde estaba la boletería. Habrá una nueva entrada, espacios educativos, una plaza de juegos… La idea es que el paseo sea una extensión del Parque General San Martín, con un corazón educativo. Queremos que los visitantes se lleven un mensaje, no una postal de un animal encerrado”.
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