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El mendocino que recorrió el mundo con sus ductos y sobrevivió tras secuestrado por la guerrilla colombiana. Foto: Gentileza Carlos Miranda
Arabia Saudita, donde empezó todo
Miranda estudió Agrimensura en la Universidad Maza. En 1970, cuando era un estudiante de 19 años, junto a un amigo y compañero llegaron a la Casa de Gobierno de Mendoza porque habían escuchado el rumor de que la Dirección de Hidráulica buscaba personal luego del importante aluvión.
Allí se encontraron con su profesor de Dibujo Técnico, quien les consultó por el motivo que los había llevado hasta allí. Cuando “Zuco” y su compañero les explicaron, el profesor no lo pensó dos veces.
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El mendocino que recorrió el mundo con sus ductos y sobrevivió tras secuestrado por la guerrilla colombiana. Foto: Gentileza Carlos Miranda
“Ustedes se quedan acá conmigo”, les dijo. Y ese fue el primer trabajo de Miranda. En paralelo, Carlos realizaba trabajos independientes y particulares que le encargaban Así fue como se abriría la puerta que cambiaría su vida.
“Había empezado a trabajar también en una consultora minera y me enteré de que Techint buscaba gente para ir a trabajar a Arabia Saudita. En ese momento no era como ahora, que está todo desarrollado, por lo que si te ofrecían ir a trabajar a Arabia Saudita era como si te ofrecieran ir a trabajar a Groenlandia. Pero yo acepté y tenía todos los papeles”, rememora.
Pese a haberse postulado, la confirmación para aquel puesto no le llegaba. Mientras tanto, seguía trabajando para la consultora minera y lo designaron en un proyecto de Salta.
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El mendocino que recorrió el mundo con sus ductos y sobrevivió tras secuestrado por la guerrilla colombiana. Foto: Gentileza Carlos Miranda
El tiempo transcurría hasta que, un día, una tía de Carlos Miranda le llamó. “Venite a casa, quiero que te juntes con un conocido que trabaja en la parte comercial de Techint”, fueron las palabras. Y la incertidumbre ante la falta de confirmación por el puesto en Arabia Saudita fue suficiente para que Miranda asistiera.
“Cuando fui, me dijeron que ya habían decidido designar a otra persona para el puesto en Arabia Saudita. Pero me dijo que había otro trabajo allá, que le dejara un currículum”, repasa “Zuco”.
Todo eso tuvo lugar un jueves, mientras que el viernes le dijeron que su perfil encajaba con la persona que buscaban, por lo que le propusieron viajar a Buenos Aires y completar todo el lunes siguiente, todo de manera exprés y en tiempo récord. Por entonces, Carlos ya estaba casado y tenía dos hijos: Javier, quien todavía no cumplía 3 años y Cecilia, quien acababa de nacer.
Fue todo tan imprevisto que, en un primer momento, Carlos Miranda rechazó la propuesta. Pero, al pensarlo mejor, se dio cuenta de que era la oportunidad de su vida.
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El mendocino que recorrió el mundo con sus ductos y sobrevivió tras secuestrado por la guerrilla colombiana. Foto: Gentileza Carlos Miranda
“La propuesta económica era 10 veces más de lo que estaba ganando entonces. Entonces logré atrasar un poco todo, pero a la semana siguiente ya estaba con destino a Frankfurt para luego seguir rumbo a Arabia Saudita. Yo no conocía a nadie y allí comenzó la aventura de una vida trashumante”, reconstruye.
Todo a pulmón
Hasta ese momento, el agrimensor mendocino no sabía nada de ductos. Pero, a pulmón y a fuerza de ganar experiencia en el campo, comenzaría a convertirse en un especialista.
El primer trabajo en suelo árabe consistió en la instalación de un gasoducto de 1.200 kilómetros, que salía de Arabia y desembocaba en el Mar Rojo.
“Los primeros tres meses viviendo allá fueron de irme a dormir una noche leyendo el libro de inglés y, la otra, con el libro que enseñaba cómo usar la computadora que me habían dado. Me dije a mí mismo: ‘¡Esto no me va a vencer!’ ”, recuerda "Zuco".
De los dos años y medio que demandó el proyecto en Arabia Saudita, Miranda estuvo uno y medio. Hasta que un día hizo un nuevo click en su cabeza.
“Un día me desperté y me di cuenta de que no conocía a mis hijos. Decidí volverme a Mendoza”, agrega el agrimensor. “Me ofrecieron de todo para quedarme, pero yo me quise volver”, agrega.
Sin embargo, siguió vinculado a Techint, donde trabajó casi 40 años. Y también siguió viajando por el mundo, yendo de un lado a otro, justamente como si fuera por un “ducto”.
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El mendocino que recorrió el mundo con sus ductos y sobrevivió tras secuestrado por la guerrilla colombiana. Foto: Gentileza Carlos Miranda
Estuvo en Colombia, Venezuela, Ecuador, México, Estados Unidos y África. También pasó por Europa, aunque allí se enfocó puntualmente en capacitaciones.
En África, por ejemplo, encabezó obras en regiones que, por entonces, eran relativamente tranquilas, pero en las que hoy reina el caos, por lo que sería una utopía siquiera proyectar cualquier ducto en estas zonas.
“Atravesé cuatro veces la Cordillera de los Andes con obras complicadas. Pero en Colombia era más difícil porque, además de cerros y montes, había selva. También hice un ducto de crudo pesado en Ecuador, teniendo que meter caños de casi 8.000 kilos, pegarlos y atravesar montañas”, rememora.
En Colombia, el agrimensor Carlos Miranda encabezó dos megaobras, una más complicada que la otra. La primera de ellas fue en la región de Antioquia (en las inmediaciones de Medellín), mientras que la otra fue en el límite con Venezuela. Ambas fueron en la década de 1980 y, por supuesto, con ductos como protagonistas.
Pero fue en aquella en la región selvática de Antioquia donde vivió uno de esos momentos que jamás olvidará, Y que, como quien dice, lo hizo sudar más de la cuenta.
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El mendocino que recorrió el mundo con sus ductos y sobrevivió tras secuestrado por la guerrilla colombiana. Foto: Gentileza Carlos Miranda
“Estaba trabajando en la selva cuando se presentaron unas personas del Ejército de Liberación Nacional, una de las guerrillas de allá. Me dijeron que me presentara en un lugar y que, si no lo hacía, iban a quemar las líneas de construcción. Yo ya sabía cómo venía la mano y, cuando fui a hablar con ellos, me dijeron que no me iba a ir hasta que apareciera la plata”, recuerda sobre aquel secuestro que duró dos días.
En el lugar, también en medio de la selva, colocaron una hamaca colgada de dos árboles y le dejaron un plástico para que se cubriera si llovía. Sus captores se quedaron cerca de él para, periódicamente, ir a controlarlo.
“Yo no participé, se comunicaron directamente con la empresa y, desde el momento en que se dio aviso del secuestro, en Buenos Aires empezaron a moverse para juntar la plata del rescate. A mí me venían a ver de a ratos, me preguntaba cómo estaban y hablábamos de fútbol y otras cosas”, recuerda Miranda.
En aquel momento los secuestradores pidieron un rescate de 250.000 dólares a pagarse en pesos colombianos.
“Tu vida en ese momento vale una bala”, reflexiona.
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El mendocino que recorrió el mundo con sus ductos y sobrevivió tras secuestrado por la guerrilla colombiana. Foto: Gentileza Carlos Miranda
México, su nuevo hogar
Sus últimos años en Techint encontraron a Carlos Miranda en México. Y tras jubilarse y regresar a Mendoza, volvió a aquel país en 2016. Aunque esta vez ya como parte de DTP Consultores.
“Estoy viviendo allá, en la zona de Santa Fe, que está cerca de la oficina. Porque si no, para todo son dos horas de ida y dos horas de vuelta”, resume.
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El mendocino que recorrió el mundo con sus ductos y sobrevivió tras secuestrado por la guerrilla colombiana. Foto: Gentileza Carlos Miranda
Siempre volviendo
Miranda intenta regresar a Mendoza cada tres meses. Aquí lo esperan su esposa, Estela Velasco, sus hijos Javier (49) y Omar (38), y de vez en cuando coincide con su hija Cecilia, quien es monja y vive fuera del país. También aquí puede disfrutar de sus tres nietos -Lucas (15), Felipe (11) y León (quien nació hace apenas unas semanas)-.
“Nunca me fui con mi familia porque los lugares no eran muy cómodos”, explica. Y cuenta que cada vez que viene a Mendoza tiene la sensación de que nunca se hubiese ido.