El furor actual por los nuevos alfajores de pistacho de Havanna y la nostalgia por los clásicos de siempre traen al presente una historia de hace casi cinco décadas. En 1977, un mendocino abrió una franquicia, la primera en la provincia, y fue todo una novedad.
Daniel Levy fue el visionario que apostó por la marca en un contexto muy complejo, el de la última dictadura cívico-militar en Argentina. Con el espíritu emprendedor que lo caracterizaba, según cuenta su familia, trajo el sabor de los alfajores desde Mar del Plata a la Ciudad de Mendoza y durante varios años estuvo al frente de este comercio.
“Nosotros pasábamos siempre las vacaciones en Mar del Plata, todos los veranos íbamos. No tengo tan presente cómo se gestó la idea, porque yo era más chica, pero mi hermano era muy observador y le llamaba la atención que no había en Mendoza la posibilidad de comprar alfajores Havanna, que siempre comprábamos para traernos y para regalar porque acá no se conseguían”, recuerda Viviana Levy, la única hermana de Daniel, ya fallecido.
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Las empleadas de Havanna Mendoza con los uniformes obligatorios de esa época de la marca.
Daniel tenía apenas 20 años cuando comenzó con las averiguaciones para abrir la franquicia. En ese momento, la familia Levy ya contaba con un negocio en la Galería Caracol (Confitería Caracol), que estaba ubicada abajo, donde termina el espiral. Y fue este comercio el que les sirvió de respaldo para dar ese nuevo paso comercial en plena Ciudad de Mendoza.
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Daniel Levy (camisa blanca) en el stand de la Feria Internacional Aconcagua.
Furor por los alfajores marplatenses tras su desembarco en Mendoza
Viviana, que tenía 16 años cuando abrieron el local y lo atendía junto a otras empleadas, cuenta que una de las exigencias de la casa central para poder tener una franquicia en la provincia, era que el local debía estar ubicado en una calle principal, por eso alquilaron un espacio sobre la Avenida San Martín, en la que fuera la zona de los billares.
Desde el primer día, el local generó expectativas. "Nos sorprendía que se nos terminaba la mercadería, permanentemente poníamos carteles de ‘mercadería agotada’ y eso era una alegría para nosotros", rememora Levy.
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El ingreso al primer local de Havanna que tuvieron.
“El negocio nos quedaba chico por la cantidad de gente que venía, sobre todo en verano. En esa época, como ahora, se buscaban mucho los alfajores para regalar, era un clásico”, recuerda la mendocina que atendió el negocio de su hermano hasta el cierre, por lo que conocía a la perfección lo que ocurría a diario en el local.
Pero con el tiempo, el ritmo de venta fue tan intenso que implementaron turnos extendidos y optaron por abrir de noche. “Abríamos a la mañana, hacíamos un pequeño receso a la siesta y después atendíamos hasta la medianoche porque los clientes nos lo pedían”, recuerda con emoción.
Las cajas con mercadería de Havanna llegaban en avión desde Buenos Aires
Los comienzos fueron a pulmón, como la mayoría de los emprendimientos, pese a que tenían noción de cómo manejar un negocio. Es que las cajas con los productos venían en avión desde Buenos Aires hasta Mendoza y ellos se encargaban con sus propios vehículos de buscarlas por el aeropuerto.
“Mandaban los alfajores en avión y al principio los buscábamos como podíamos, con los autos. Después buscábamos las cajas con una camioneta que compramos y, con el tiempo, pudimos comprar un camión refrigerado y tomamos a dos choferes para que pudieran hacer los viajes hasta Mar del Plata”, detalla cómo el aumento de las ventas los obligó a modificar la forma en la que traían la mercedería.
También recuerda que las cajas llegaban desarmadas y las hacían a pedido del cliente. “Armábamos las cajas a gusto de la persona, seis y seis de los clásicos, o como quisieran”.
En cuanto a los productos más vendidos, Viviana no duda que era “los alfajores, tanto negro como blanco, los de chocolate con nuez, las galletas de limón, los havannets y las tortas de chocolate y coco". Y destaca que para ella estos productos son buscados por el dulce de leche: "Es especial, eso los hace tan ricos y marca la diferencia”.
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El interior del primer local de Havanna en Mendoza.
Cafetín y Havanna, el local que combinaba el café y los alfajores
Con el tiempo, a este local lo movieron y abrieron uno nuevo que combinaba dos propuestas, los alfajores y el café. “Después pusimos un negocio que era mitad cafetería, que se llamaba Cafetín, y la otra mitad era de Havanna, frente al ACA. No era como la cafetería de Havanna actual, eran dos locales en uno, separados por un vidrio. La gente compraba alfajores y tomaba café”, cuenta.
Incluso, la franquicia mendocina también tuvo presencia institucional: “Muchas veces participamos de la Feria Aconcagua, que hacían cerca del Cerro de la Gloria. Poníamos un stand con los productos y era una locura la cantidad de gente que iba”.
La experiencia de los Levy con Havanna duró alrededor de siete años. Luego, por razones personales, decidieron cerrar y la "fiebre alfajorera" de la época quedó en el recuerdo. Uno muy dulce.
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Viviana Levy junto a la mercadería de Havanna.
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Así era el packaging de Havanna a fines de los '70.
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El ingreso del segundo local de Havanna, frente al ACA.