Con el título recién estrenado, mucho entusiasmo y un panorama laboral poco alentador, dos jóvenes nutricionistas mendocinas se lanzaron a crear algo totalmente inesperado: un alfajor de lentejas. Sí, un alfajor bien argento, pero con la legumbre como base. Así nació el "Alfateja", una golosina saludable pensada para saciar los antojos sin culpa.
Valentina Soria y Constanza Martínez, ambas de 23 años, contaron a Los Andes que la chispa surgió en sus propios consultorios: pacientes que pedían algo dulce, rico y nutritivo para combatir la ansiedad. “Faltaba algo que pudiéramos recomendar. De ahí nació la idea”, explican.
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Coti y Valen, las dos jóvenes nutricionistas que crearon un alfajor para recomendar en su consultorio. Foto: Gentileza.
El jueves 24 de abril lanzaron oficialmente su producto en redes sociales, tras casi seis meses de trabajo a puro "prueba y error", con una idea clara: lograr un sabor y una textura que no tuvieran nada que envidiarle al alfajor tradicional. Se largaron con apenas 40 unidades y, al final del día, ya tenían más del doble de pedidos para el día siguiente. “Ese mismo día vendimos 90. Nos quedamos hasta las 3 de la mañana para cumplir y a las 7 ya estábamos de nuevo produciendo”, recuerdan entre risas.
Hoy, tres semanas después, elaboran más de 150 alfajores por día en sus cocinas y ya superaron las mil unidades vendidas. “La recepción fue buenísima. Empezamos vendiendo por Instagram y después se sumó el famoso boca en boca”, celebra Coti.
El valor nutricional del Alfateja
VACO es el nombre de la marca que engloba este primer producto, al que ya piensan sumar otros. Por ahora, el Alfateja viene en dos versiones: chocolate con naranjas (las rallan a mano) y dulce de leche. Ambos son suaves, generosos en relleno y para nada empalagosos.
Las chicas explican que su creación no se queda solo en lo marketinero. No se trata de “decir que lleva lentejas” y listo: la masa no tiene azúcares añadidos -solo el del dulce de leche y el baño de repostería-, no hay saborizantes ni colorantes. Todo es casero, hecho a mano.
El alfajor tiene 8,3 gramos de proteína, el doble que un alfajor común, gracias a la clara de huevo y, claro, a la lenteja. También aporta hierro, fibra, potasio y magnesio. “El equilibrio de azúcar y grasa genera más saciedad. No te lleva al picoteo sin fin”, explican.
La lenteja está presente en la masa. Y no fue una elección al azar. Valentina cuenta que probaron con otras legumbres, pero muchas dejaban una textura arenosa. “La lenteja amalgama perfecto. Probamos y fue la que mejor encajó en sabor y textura. Eso se nota en la aceptación por parte de la gente que lo prueba”, señala.
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Coti y Valen, las dos jóvenes nutricionistas que crearon un alfajor para recomendar en su consultorio. Foto: Gentileza.
También marcan una diferencia clave con otras golosinas “dietéticas”, como las de arroz inflado. “Les falta proteína, por eso no llenan”, explican.
¿Y las calorías? “No es cuestión de contar calorías a secas. Lo importante es de dónde vienen. No es lo mismo 100 calorías de proteína que 100 de carbohidratos. Una sacia, la otra no y se metaboliza de forma totalmente distinta”, aclara Coti.
Valen agrega que el Alfateja fue la mejor idea entre muchas otras que barajaron y enseguida aclaran que la idea es replicar el concepto en otros productos. “Tenemos muchas otras opciones que también queremos desarrollar. Siempre con el foco en ofrecer productos ricos, nutritivos y diferentes”.
Ni reposteras, ni expertas en marketing
Valentina y Constanza fueron compañeras y amigas durante toda la carrera de Nutrición. Su terreno es la salud, no la pastelería ni el marketing. Por eso el desafío fue enorme, aseguran.
“No somos reposteras. No usamos azúcar, así que no teníamos ni idea de cómo lograr esa esponjosidad. Pero nos las arreglamos para que el producto tuviera buena aceptación”, cuentan. ¿Cómo lo hicieron? Tutoriales, lecturas, Inteligencia Artificial y ayuda de conocidos. “Fuimos investigando y aprendiendo todo desde cero”, explicaron.
Las chicas debieron ponderar el emprendimiento en detrimento de sus consultorios particulares ya que -aseguran- emprender no es nada fácil. “Hacer alfajores de este tipo para luego venderlos lleva mucho tiempo. Por suerte, nuestras familias nos ayudan un montón. Compran insumos, entregan pedidos… Estamos produciendo todo el tiempo”, dice Constanza.
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Coti y Valen, las dos jóvenes nutricionistas que crearon un alfajor para recomendar en su consultorio. Foto: Gentileza.
El sueño de las pibas
No es la primera vez que un emprendimiento exitoso empieza en la cocina de una casa. Pero sí es una de esas historias que inspiran por el empuje, la creatividad y las ganas de hacer algo distinto.
¿Cómo se ven a futuro? “Nos imaginamos vendiendo en todos lados. Queremos salir a tomar algo y ver el Alfateja en el kiosco, en un bar, en donde se pueda llegar”, sueña Coti. “Emprender tiene crisis, caídas y vueltas a empezar. La perseverancia es todo”, agrega.
Valen coincide: “Nunca te esperás lo que se viene. Todos los días hay desafíos nuevos. Hay que resolver rápido y seguir”.
El próximo paso ya está en marcha: están desarrollando un segundo producto pensado para deportistas. Además, buscan que el emprendimiento sea cada vez más sustentable. Ya usan bolsas de papel madera para la entrega y quieren mejorar los materiales del envoltorio del alfajor en un futuro cercano.
¿Y cómo seguir creciendo sin perder calidad? Con más herramientas. “Queremos comprar hornos, procesadoras, maquinaria. Sin eso, la producción a mayor escala se nos complica. Pero todo lo que recaudamos lo reinvertiremos ahí. La idea es seguir creciendo, pero sin perder la esencia nutricional, que es lo nuestro”, aseguran orgullosas, entre delantales, potes con dulce de leche y su legumbre estrella.
Por ahora, los Alfateja se pueden encargar por Instagram en @vaco_vc o vía WhatsApp al 2614601480 (Coti) o 2616219981 (Valen).