Challaolandia, el “Disney” de Mendoza que fue furor en los ‘70 y sigue intacto en el recuerdo

El antiguo parque de diversiones era un imán de numerosos visitantes que llegaban desde distintas partes de la provincia. Su competencia hoy se envuelve en el misterio.

La alfombra mágica era una de las atracciones de Challaolandia y aún hoy se conserva. El resto fue reemplazado por un barrio. Foto: Mariana Villa / Los Andes
La alfombra mágica era una de las atracciones de Challaolandia y aún hoy se conserva. El resto fue reemplazado por un barrio. Foto: Mariana Villa / Los Andes

Los recuerdos de aquel rincón de felicidad que era Challaolandia en las décadas del ’70 y ’80 afloran en la memoria de quienes hoy peinan canas con un dejo de nostalgia. Y no es para menos. El innovador parque de diversiones situado en el corazón de El Challao era punto de atracción de numerosas familias que llegaban desde diversas ciudades de Mendoza exclusivamente para pasar el día.

“Era un lugar mágico, nuestro Disney”, coinciden Marta Willink y Adelia Barbeito, que ya pasaron los 50 y guardan los mejores recuerdos de este lugar “mágico” al que solían visitar en grupo cuando eran adolescentes.

Recuerdan que todos los juegos eran espectaculares para la época. Uno de los clásicos era la telesilla, que ofrecía paseos hasta una cruz. La fila para subir era interminable, al igual que con “El gusano loco” y “La alfombra mágica”.

A diferencia de Marta y Adelia, Juan Olguín vivía en El Challao, por entonces una villa habitada por escasas personas. Evoca como si fuera ayer aquellos fines de semana abarrotados de visitantes.

El “Tren fantasma”, “El zamba”, “La Rueda Mágica” y los autitos chocadores convocaban a grandes y chicos, sin distinción. Tal era el auge que los domingos se organizaban grandes bailes populares en el lugar.

Juan, que necesitaba ganarse unos pesos, aprovechaba para vender chucherías. “Toda esa movida daba mucho empleo a la gente”, recuerda hoy, a los 66 años.

El combo era perfecto porque, al entretenimiento que ofrecía Challaolandia se sumaba el paisaje inigualable del piedemonte, su surgente natural y la imponente iglesia Nuestra Señora de Lourdes, que aún hoy recibe a miles de fieles.

A Carina Zotto, también nacida en los ’70 y asidua concurrente al parque, todavía le parece ver la rueda gigante en el lugar donde hoy se emplaza el barrio Ruca-Cura. “Me da nostalgia recordar viejos tiempos en los que todo parecía más simple. Nos divertíamos sanamente, a diferencia de lo que sucede hoy”, compara.

El principio del fin

Muchos mendocinos opinan que el principio del fin de Challaolandia fue el accidente de una niña y la posterior denuncia de sus padres, hecho que generó “dimes y diretes” y por eso terminó cerrando.

Sin embargo, Marta Lemos de Romero Day, viuda de Raúl Romero Day, uno de los socios, aseguró en diálogo con Los Andes que eso nada tuvo que ver y que el motivo del final se relaciona con la situación económica del país y el desinterés de los descendientes de continuar con el negocio.

El parque inauguró en 1964 y cerró a mediados de los ’80, quedando al principio sólo el balneario y un circuito de bicicross, que desaparecieron cuando se terminó de liquidar la sociedad, a mediados de los ’90.

Se dividió el terreno, según los aportes societarios, y se convirtió en el barrio Ruca-Cura que se observa en la actualidad.

Marta Lemos vuelve a recordar aquel proceso del fin. “Caía el poder adquisitivo de manera estrepitosa, por ejemplo, si un abuelo llevaba a sus nietos, al principio jamás se fijaba en gastos. Pero al tiempo había que medir los juegos hasta que finalmente, ese abuelo debió dejar de ir”, graficó.

Y agregó: “La ecuación fue simple: los dueños se hicieron viejos y los números no daban”. Además aclaró que Challaolandia nada tenía que ver con otro parque situado enfrente, llamado El Challao Land Park.

“Eran muy distintos; el nuestro tenía más categoría de juegos y era más grande porque pertenecía a una sociedad que durante mucho tiempo anduvo bien”, aclaró la mujer.

Hoy el lugar se reemplazó por un barrio, mientras que parte de la sala donde funcionaba “El Gusano Loco” se encuentra el boliche Cariló, contó.

Challao Land Park, la competencia

“Manolo” Martín, el dueño de El Challao Land Park, tiene más de 70 años y todavía se ilusiona con volver a oír la música a través del megáfono que aún yace intacto en el depósito de juegos oxidados en que se convirtió el parque.

Situado enfrente de lo que fue Challaolandia, también representó un lugar de encuentro y felicidad para muchos niños, pero corrió la misma suerte y debió cerrar debido a las elevadas tasas municipales y exigencias impositivas imposibles de sobrellevar, según comentó.

“Tengo la ilusión de volver a abrirlo. Siempre espero que alguien se ofrezca a reflotarlo”, se esperanzó Manolo tiempo atrás.

El Challao Land Park competía con el parque ubicado enfrente. Foto:
El Challao Land Park competía con el parque ubicado enfrente. Foto:

El lugar es custodiado hoy por un cuidador que pasa sus días en una precaria casilla rodante.

Hay que decirlo: de noche el lugar se llena de misterio. Por eso algunos vecinos, que quizás dejan volar su imaginación, aseguran que suelen oírse ruidos extraños.

Jorge Muñoz, ex titular de la asociación vecinal de El Challao y fanático de la villa, admite que esos rumores existen, aunque prefiere no hacerse cargo.

“Es incomprobable”, opinó y aseguró que, más allá de todo tipo de comentarios, “no existe en el mundo un lugar más sereno y apacible que la villa El Challao”.

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