La cirugía metabólica permite prevenir o resolver más de 15 complicaciones de la obesidad

Diabetes tipo 2, enfermedad cardiovascular, hipertensión arterial, hígado graso y apnea del sueño se encuentran entre las principales enfermedades asociadas al exceso de peso, que pueden evitarse, mejorar o ser resueltas mediante este procedimiento quirúrgico. Sin embargo, persisten barreras que impiden el acceso a quienes podrían aumentar su calidad y expectativa de vida con esta operación.

Hasta hace pocos años atrás, el peso era el factor determinante a la hora de identificar a los pacientes que eran candidatos a una cirugía bariátrica, comúnmente conocida como “cirugía para el descenso de peso” o “cirugía de la obesidad”.

Sin embargo, largos años de experiencia en la especialidad derivaron en el concepto de “cirugía metabólica”, que si bien se vale de las mismas técnicas quirúrgicas, su finalidad es resolver, mejorar o prevenir una larga lista de comorbilidades, es decir aquellas enfermedades que suelen surgir a causa del estado inflamatorio crónico que caracteriza a la obesidad.

“En concreto, la cirugía metabólica implica una mirada más integral del paciente, no tan peso-céntrica, ya que con ella se busca resolver enfermedades, prevenirlas si no las tiene, y mejorar así la calidad y expectativa de vida”, subrayó el doctor Pedro Martínez Duartez, médico cirujano especialista en cirugía bariátrica y metabólica, miembro de la Sociedad Argentina de Cirugía de la Obesidad (SACO).

En la actualidad, el grado de obesidad se determina de acuerdo con el índice de masa corporal, una cifra que se calcula dividiendo los kilogramos de peso por el cuadrado de la estatura en metros. Hoy se considera que un IMC de entre 30 y 35 corresponde a la obesidad grado 1.

“La evidencia indica que a medida que aumenta el índice de masa corporal, se multiplica el riesgo de padecer ciertas enfermedades. Se sabe que las personas con un IMC de entre 30 y 35 tienen un riesgo 3,4 veces mayor de padecer diabetes que alguien con un peso normal; 3,3 veces más riesgo de padecer cálculos biliares; 2,8 veces más hipertensión; 2 veces más riesgo de várices; 1,9 veces más riesgo de sufrir artrosis; 1,6 veces más de padecer infarto de miocardio, enfermedad cardíaca, y dolor de espalda; y 1,2 veces más riesgo de sufrir ciertos tipos de cáncer (endometrio, mama, colon)”, detalló Martínez Duartez.

“Por eso es la importancia de hablar de la cirugía metabólica como un tratamiento para el cual no hay que esperar a que el paciente ya presente deterioro o que tenga muchos años de evolución de estas enfermedades. La cirugía debería ser ofrecida cuanto antes para evitar los daños de órganos, es decir, que no tenga una ceguera por diabetes, que no necesite diálisis por insuficiencia renal o que necesite una amputación”, prosiguió el especialista, quien coordinó la mesa dedicada a esta temática central durante el 6º Congreso Argentino de la SACO, que tuvo lugar del 29 al 31 de marzo pasados en San Carlos de Bariloche.

En cuanto al éxito de la cirugía metabólica, en términos de las tasas de resolución de comorbilidades que permite alcanzar, se observa:

  • 96% resolución de la apnea del sueño.
  • 95% resolución de la esteatosis hepática.
  • 85% resolución de la diabetes tipo 2.
  • 82% reducción del riesgo de enfermedad cardiovascular.
  • 82% mejoría o resolución del asma.
  • 70% resolución de la hipertensión arterial.
  • 63% resolución de la dislipemia.
  • 57% de resolución de las migrañas.

Objetivos

En la misma línea la doctora María del Pilar Quevedo, médica clínica y especialista en Nutrición, miembro del comité de Educación y Fellowship de la SACO y del Comité de Congresos, detalló que si bien comparten una base fisiopatológica, la cirugía bariátrica y la cirugía metabólica no son exactamente sinónimos porque “en la cirugía metabólica se realizan intervenciones sobre el tubo digestivo con el objetivo de mejorar o resolver trastornos metabólicos y no solamente el descenso de peso. Es decir, se enfoca en reducir el riesgo cardiovascular a través del tratamiento de sus factores de riesgo, como diabetes, hipertensión y dislipemias, que son el trastorno en el metabolismo de los lípidos en la sangre, como colesterol y triglicéridos”.

“Esto nos permitió modificar los criterios de selección de los pacientes candidatos a este tipo de cirugía -antiguamente el IMC era el único criterio de selección- y con la cirugía metabólica se abrió un nuevo capítulo para pacientes sin obesidad tan severa, como era antiguamente, pero que tuvieran asociada diabetes mal controlada -a pesar de un tratamiento farmacológico optimizado- o comorbilidades cardiometabólicas. De esta forma surge el concepto de cirugía metabólica, ofreciendo tratamiento de enfermedades comórbidas asociadas a la obesidad leve o moderada”, amplió la médica.

Quevedo hizo hincapié en que la importancia de ofrecer esta herramienta terapéutica está relacionada con tratar la causa biológica de las enfermedades asociadas. “En pacientes con obesidad no solamente el peso corporal o el exceso de grasa es lo que genera enfermedades, sino la inflamación del tejido adiposo, llamado ‘adiposopatía’. Lo que hace la cirugía a través de mecanismos vinculados a la pérdida de peso, pero también por cambios hormonales que ocurren en el procedimiento, es mejorar el estado inflamatorio, el perfil de glucemia y el perfil de lípidos. De esta forma se tratan eficaz y tempranamente todas las enfermedades cardiometabólicas que se asocian a la obesidad”, argumentó la especialista, quien añadió: “Es una herramienta segura, eficaz, y sostenida y eso es lo que hace la diferencia con otras estrategias”.

Obstáculos

Se estima que menos del 1% de los pacientes que podrían beneficiarse con la cirugía metabólica acceden a ella debido a diversas barreras. “Una de las principales limitaciones es el conocimiento de los médicos de que esta herramienta existe y que es hoy en día muy segura (tanto o más que operarse de vesícula). Se requiere un cambio de la mentalidad de los profesionales médicos. Antes se pensaba, resolvamos la diabetes y después vemos el peso. Ahora se sabe que es necesario resolver el peso para controlar o revertir la diabetes”, precisó Martínez Duartez.

Una segunda limitación es la cobertura de la cirugía por parte de obras sociales y prepagas. Al respecto, el especialista recordó que, si bien el año pasado ésta se amplió mediante la resolución 1420/2022 de la ley 26.396, aún no están contemplados aquellos pacientes que tienen un IMC de entre 30 y 35 con alguna comorbilidad.

“El otro factor es el miedo de los pacientes o sus familiares”, agregó el cirujano, quien aclaró: “Deben saber que se trata de una cirugía segura y el riesgo de complicaciones se ve muy reducido gracias a la capacitación y el entrenamiento profesional que se tiene actualmente, a la tecnología y a iniciativas como la de la SACO junto con la Sociedad Argentina de Cirugía, que se ocupan de la acreditación de centros de cirugía bariátrica y metabólica”.

Entre las diversas acciones que se están realizando para extender los conocimientos sobre los beneficios de este procedimiento quirúrgico, Martínez Duartez apuntó por último: “Ahora hemos creado una diplomatura en Cirugía Metabólica, junto con la SACO y la Sociedad Argentina de Diabetes (SAD) porque creemos que es fundamental hacer entender este mecanismo de acción de la cirugía, que aumenta calidad y expectativa de vida”.

Asesoraron: Dr. Pedro Martínez Duartez (M.N. 128.384) y Dra. María del Pilar Quevedo (M.N. 124.023)

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