Las cucarachas son una de las plagas más difíciles de eliminar del hogar, especialmente en zonas cálidas o durante el verano. Sin embargo, existe un truco simple y ecológico que cada vez más personas ponen a prueba: usar café molido para alejarlas sin recurrir a insecticidas químicos.
Además de ser un ingrediente infaltable en la cocina, el café puede convertirse en un aliado poderoso para mantener limpia la casa y libre de insectos. Su aroma intenso y algunos de sus compuestos naturales resultan sumamente molestos para estos insectos, que evitan las zonas donde el olor está presente.
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El aroma del café es un truco natural y ecológico que mantiene las cucarachas lejos del hogar.
El secreto del café está en su alto contenido de cafeína y compuestos ácidos naturales, que actúan como repelentes naturales. Según expertos en control de plagas, estos olores interfieren con las señales químicas que las cucarachas utilizan para orientarse y encontrar comida.
Además, el grano molido funciona como una barrera física: al entrar en contacto con el polvo, las cucarachas sienten irritación en sus antenas y patas, lo que las obliga a retirarse de inmediato.
Cómo usar el café para alejarlas de forma efectiva
El método más recomendado es colocar pequeños recipientes con café molido (puede ser usado o seco) en los lugares donde suelen aparecer: debajo de la heladera, detrás del horno, en rincones húmedos o cerca de los desagües.
Otra opción eficaz es mezclar café con bicarbonato de sodio, lo que potencia el efecto repelente y ayuda a mantener la zona seca y sin olores. Es importante cambiar el contenido cada 5 o 7 días para conservar la intensidad del aroma.
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El aroma del café es un truco natural y ecológico que mantiene las cucarachas lejos del hogar.
A diferencia de los aerosoles o trampas químicas, este truco no contamina el aire ni representa riesgos para mascotas o niños. Además, reutilizar los restos del café colado lo convierte en una opción sustentable y económica.
El resultado es un hogar limpio, fresco y libre de cucarachas, aprovechando un producto que ya forma parte de la rutina diaria. Un pequeño gesto que combina eficacia, naturaleza y ahorro.