En el universo del jardín, la jardinería y las plantas, hay un protagonista que combina belleza, frescura y vida: el lapacho. Este árbol, con sus flores rosadas, amarillas o blancas, no solo atrae pájaros y abejas, sino que además brinda una sombra perfecta para los días de calor intenso.
Su presencia transforma patios, veredas o parques en espacios donde el aire se siente más fresco y la vista se llena de color. Es una especie noble, resistente y de gran valor ornamental, muy elegida en distintas regiones de Argentina por su capacidad de adaptarse al clima y embellecer cualquier entorno con sus flores vibrantes.
Un espectáculo natural que también protege
El lapacho (Tabebuia impetiginosa) es una de las plantas más valoradas en jardinería por su doble función: decorar y proteger del sol. Su copa amplia y frondosa genera una sombra densa y fresca, ideal para disfrutar del verano sin necesidad de toldos ni sombrillas.
Además, sus flores, que brotan entre fines de invierno y principios de primavera, son un verdadero imán para pájaros, abejas y mariposas, que encuentran en este árbol un punto de alimento y descanso. La interacción que genera con la fauna hace que cualquier jardín cobre vida y movimiento, creando un pequeño ecosistema natural.
Recién en los últimos años, estudios del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) confirmaron que los lapachos contribuyen a reducir la temperatura del suelo y mejorar la humedad ambiental en su entorno cercano. Es decir, no solo brindan sombra: también regulan el microclima de su alrededor.
Fácil de mantener y de larga vida
A diferencia de otras especies de gran porte, el lapacho no requiere cuidados exigentes. Es un árbol de bajo mantenimiento, que soporta tanto las altas temperaturas como los períodos de sequía moderada. Se adapta bien a distintos tipos de suelos y no necesita riego frecuente una vez establecido.
Los especialistas en jardinería recomiendan plantarlo en zonas con buena exposición solar y espacio suficiente para el desarrollo de sus raíces. Con el tiempo, su crecimiento firme y su floración constante lo convierten en una de las plantas más agradecidas del jardín argentino.
Su longevidad es otro punto a favor: puede vivir más de 50 años, brindando sombra y color a generaciones enteras. Así, el lapacho se consolida como el árbol ideal para quienes buscan un espacio fresco, natural y lleno de vida sin grandes esfuerzos.