Una mujer estadounidense, de 71 años, reapareció públicamente para mostrar su rostro a 16 años del brutal ataque de un chimpancé domesticado. Se trata de Charla Nash, quien se hizo presente en un programa especial de 60 Minutes Australia.
La víctima del ataque fue Charla Nash. La mujer fue sometida a un pionero trasplante tras quedar al borde de la muerte.
Charla Nash fue atacada por un chimpancé y ahora en un centro de cuidados.
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60 minutesUna mujer estadounidense, de 71 años, reapareció públicamente para mostrar su rostro a 16 años del brutal ataque de un chimpancé domesticado. Se trata de Charla Nash, quien se hizo presente en un programa especial de 60 Minutes Australia.
El caso sucedió el 16 de febrero de 2009, cuando “Travis”, la mascota de su amiga Sandra Herold, le arrancó la cara y las manos. Nash sobrevivió al ataque y recibió uno de los primeros trasplantes faciales completos en el Brigham and Women’s Hospital, en un procedimiento financiado por el ejército de Estados Unidos.
Sin embargo, la mujer vive en un centro de cuidados y aún enfrenta desafíos: sigue ciega, sin independencia total y con sensaciones parciales en el rostro. Aun así, afirma que su vida “está mejorando”.
“Mi chimpancé se volvió loco, está atacando a mi amiga”, alertó Sandra Herold a las autoridades en 2009. En aquel momento, su mascota de 14 años, un chimpancé macho llamado Travis, destrozó el rostro y las manos de Charla Nash, una amiga cercana y empleada suya.
Travis, con más de 90 kilos de peso y una altura cercana a 1,70 metros, había sido criado como un humano: abría puertas, usaba el control remoto, bebía vino y comía en la mesa. Además había participado en comerciales. Según trascendió, Herold lo consideraba “como un hijo”.
Previo al ataque, Nash acudió a la casa de Herold para ayudar a controlar a Travis, quien se había escapado con las llaves del auto. De acuerdo a las investigaciones posteriores, el chimpancé pudo haber confundido a Nash con un extraño debido a su nuevo peinado. Además, Herold le había dado Xanax, un ansiolítico humano que puede provocar efectos adversos severos en primates. Poco después, Travis estalló en furia.
El chimpancé le arrancó la nariz, los labios, los párpados y ambas manos, dejando a Nash al borde de la muerte. Sandra Herold intentó desesperadamente detener a Travis, golpeándolo con una pala y luego apuñalándolo con un cuchillo de carnicero, pero el chimpancé no dejaba de atacar. Finalmente, Sandra corrió a su casa y llamó frenéticamente al 911.
“¡Está matando a mi amiga! ¡Por favor, apresúrate! ¡Se la está comiendo!”, gritó Herold, apenas comprensible por el pánico. Cuando la policía llegó al lugar, encontraron a Travis merodeando por el área, cubierto de sangre. Un oficial le disparó varias veces, pero el chimpancé, herido, corrió hacia la casa y finalmente murió en su habitación.
La escena del brutal ataque dejó trozos de carne, dedos y casi la mitad de la sangre de la víctima cubriendo el patio. El chimpancé le había arrancado los párpados, la nariz, la mandíbula, los labios y gran parte del cuero cabelludo. A pesar de la gravedad de sus heridas, Charla Nash todavía estaba viva y logró agarrar la pierna del oficial cuando se acercó.
Tres días después, la mujer fue trasladada en estado crítico a la Clínica Cleveland, donde pasó 15 meses en terapia intensiva.
En 2011, Charla Nash se convirtió en una figura clave de la historia médica contemporánea al someterse a uno de los primeros trasplantes faciales integrales en los Estados Unidos. La operación se realizó en el Brigham and Women’s Hospital de Boston, y fue solo la tercera de su tipo en esa institución. Fue financiada en su totalidad por el ejército estadounidense, interesado en explorar las posibilidades de esta cirugía para ayudar a soldados heridos en combate.
Según informó 60 Minutes Autralia, el procedimiento duró más de 20 horas e incluyó el reemplazo de la nariz, los labios, la piel facial, los músculos y los nervios, con el objetivo de devolverle funciones básicas como masticar, hablar y expresar emociones. Cabe mencionar que Nash ya no tenía ojos tras perderlos por una infección transmitida por el chimpancé, por lo que fue equipada con ojos de vidrio, aunque sin recuperar la visión.
Ahora, Nash debe someterse a pruebas médicas frecuentes, entre ellas resonancias magnéticas, tomografías computadas y análisis de flujo sanguíneo, para verificar que el trasplante continúe funcionando sin rechazo. Si bien el intento de trasplante de manos fue fallido, el de rostro fue considerado un éxito clínico, técnico y simbólico.
“Es algo maravilloso y no hay palabras para expresar la gratitud que siento por haber tenido la oportunidad de vivir una vida mejor”, expresó la mujer en una entrevista. Aún sin sentir la nariz ni el labio superior, aseguró que poco a poco está recuperando sensibilidad en la frente y las mejillas. Y lo más esperanzador: “Ya puedo empezar a comer comida sólida”.
El nuevo rostro de Charla Nash fue más que una reconstrucción médica: se convirtió en un proyecto de interés estratégico para el Departamento de Defensa de los Estados Unidos ¿El objetivo? Estudiar y perfeccionar tecnologías médicas que pudieran aplicarse en el tratamiento de soldados gravemente heridos en combate.
Su rostro había sido devastado por un trauma de alta intensidad, similar al que sufren algunos militares tras explosiones o fuego enemigo. Al permitir el acceso total a su historial, cuerpo y evolución postquirúrgica, Nash se convirtió en un “caso de estudio vivo” para los médicos e ingenieros biomédicos del gobierno.
Los estudios:
A sus 71 años, Charla Nash vive en un centro de cuidados asistidos, donde recibe atención diaria y participa en sesiones de rehabilitación y terapia del habla. Ciega, sin manos funcionales y aún con sensibilidad limitada en partes del rostro, la mujer depende del personal del centro para realizar tareas básicas como vestirse, alimentarse y desplazarse.
Lejos de darse por vencida, Nash mantiene un espíritu resiliente. Poco a poco recupera la capacidad de comer alimentos sólidos, tras años dependiendo exclusivamente de una pajilla para hidratarse y alimentarse. La recuperación de la sensibilidad avanza lentamente: puede sentir parte de sus mejillas y frente, aunque la nariz y el labio superior siguen entumecidos.
Por otra parte, a nivel emocional, Nash ha aprendido a lidiar con el aislamiento. En entrevistas previas, reconoció que muchas personas tienen miedo de acercarse, y que perdió por completo su independencia: “Antes cambiaba la rueda de mi camioneta sola, ahora no puedo ni alimentarme”, manifestó al medio Boston Herald.
El mayor anhelo de Charla Nash es vivir sola en una pequeña casa de campo, lejos del bullicio, rodeada de animales y naturaleza.