Julieta Silva en prisión: de recibir visitas en su casa a una celda aislada

La comerciante condenada por la muerte de Genaro Fortunato volvió al penal de San Rafael el miércoles.

Julieta Silva en prisión: de recibir visitas en su casa a una celda aislada
Julieta Silva en prisión: de recibir visitas en su casa a una celda aislada

Las visitas diarias, sin horarios ni límites de tiempo cambiaron por encuentros una vez a la semana, en un sitio comunitario y bajo la mirada de los guardiacárceles. La comodidad de la habitación, el baño particular y la intimidad se transformaron en una celda pequeña en un pabellón común, compartido con 13 desconocidas.

A dos años y dos meses de la muerte de Genaro Fortunato, Julieta Silva (30) está nuevamente en la penitenciaría de San Rafael y es allí donde continuará cumpliendo con la sentencia que le impuso el tribunal por atropellar y matar al rugbier sanrafaelino.

El caso Fortunato tuvo un nuevo capítulo esta semana. La Corte mendocina rechazó un recurso federal extraordinario que presentó Alejandro Cazabán, el abogado defensor de Silva, con la intención de elevar la causa a la Corte Suprema de Justicia de la Nación. La decisión de los supremos le puso punto final a la instancia judicial.

La condena de 3 años y 9 meses de prisión que dictó el Tribunal Penal Colegiado integrado por Rodolfo Luque, María Eugenia Laigle y Julio Bittar por homicidio culposo agravado por la conducción antirreglamentaria, quedó firme y el Código Procesal Penal establece que el encierro se dé en una institución carcelaria, salvo excepciones, como tener hijos menores de cinco años.

La muerte de Fortunato ocurrió el 9 de septiembre de 2017 y un año después, la Justicia encontró culpable a Julieta Silva. 

La comerciante estuvo los dos primeros meses con prisión preventiva en el penal de avenida Mitre, en el departamento del Sur provincial, y luego continuó recluida pero bajo el régimen de prisión domiciliaria. Esa condición se mantuvo incluso después de conocerse la sentencia.

Esa situación cambió con la resolución del máximo tribunal mendocino y el último miércoles concretaron el traslado a la cárcel.

Silva recaló en un lugar conocido: es la misma celda que ocupó en su primer paso por la penitenciaría.

Visitas en el patio

La cárcel de San Rafael tiene 80 años de antigüedad y aloja actualmente a más de 400 internos. Detrás de los muros hay 12 pabellones, de los cuales uno es exclusivo para mujeres. Allí hay siete celdas y dos están preparadas para mantener aisladas a las presas.

Julieta es la interna número 14 y junto una reclusa que trasladaron tiempo atrás desde Mendoza, ocupan esas dos celdas aisladas.

"Antes, cuando estuvo, se comportó bien y no tuvo problemas. Esperemos que sea así ahora", indicó una fuente carcelaria.

Las visitas son una vez a la semana y el día queda a elección de la reclusa. Son, por lo general, en el patio de la cárcel y pueden extenderse de las 11.30 a las cinco de la tarde.

Si Julieta elige cambiar de sitio para recibir a los visitantes en un ambiente con más privacidad, no habría problemas pero el tiempo permitido se reduciría considerablemente.

Extremos opuestos

La nueva condición de encierro de Julieta Silva es el extremo opuesto de los beneficios que mantuvo durante 22 meses al permanecer con arresto domiciliario.

En ese tiempo vivió con sus hijos, de 7 y 12 años, recibía habitualmente visitas y no había restricciones en cuanto a cantidad de gente o tiempo.

Por lo general estaban las amigas, que además la ayudaban con algún que otro trámite, familiares, la ex pareja y conocidos.

"La persona está encerrada pero no incomunicada por lo que, salvo alguna instrucción expresa de no estar con alguien en particular, una persona con prisión domiciliaria puede continuar con su vida social", comentó una persona vinculada al sistema judicial.

“El límite en esto es moral”, agregó el especialista y trajo a colación aquella reunión que dio mucho que hablar cuando Silva compartió una comida con amigas un mes después de la condena, que incluyó fotos subidas a las redes sociales. Esa situación en la que aparece exultante, lo mismo que sus amistades, generó indignación en la familia Fortunato y en la sociedad sanrafaelina.

La estadía de Silva en la casa -primero del padre, después en una alquilada en calle San Lorenzo y la última en Sarmiento al 6.000, cerca de Las Paredes- era monitoreada con una pulsera electrónica.

No podía estar más allá del hall de entrada y periódicamente concurría el personal del Servicio Penitenciario a revisar las instalaciones y la pulsera.

Igualmente en la familia Fortunato están convencidos de que Silva violó el perímetro, entre otras irregularidades, o fue protagonista de situaciones similares a la famosa fiesta.

Miguel Fortunato, el papá de Genaro, afirmó que se enteraron de "un montón todos los días" de hechos irregulares pero, al igual que la juntada con amigas en octubre de 2018, no tuvieron suerte para conseguir que le revocaran entonces el arresto domiciliario.

"Todo lo que conseguimos lo hicimos nosotros, nadie más. Pero fue un desgaste eterno, largo, tedioso y al final no pasó nada", dijo a Los Andes, Miguel Fortunato después de enterarse de que Silva volvía a la cárcel.

Ventas online 

Hasta la fatídica madrugada del 9 de septiembre de 2017, Julieta era comerciante: tenía un negocio de venta de ropa.

Mientras estuvo recluida en la casa, trató de mantenerse activa y “seguía vendiendo ropa pero por internet”, comentaron personas que supieron tomar contacto con ella.

A diferencia de la opinión de los Fortunato, aseguraron que Julieta no era de tener contacto con vecinos “si no podía ir más allá de la puerta”, afirmaron. También indicaron que era común ver ingresar a amigas pero todo transcurría “dentro de lo normal”.

A Julieta Silva le resta cumplir un año y siete meses de condena pero a partir de marzo de 2020 se cumplirán los tres cuartos de la pena impuesta por la Justicia e ingresará en la fase de libertad condicional. Además, en estos meses podría solicitar otros beneficios, como salidas transitorias.

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