Jugando otro juego

Cuando dos personas -o dos equipos- se enfrentan para contender en un juego -tenis o fútbol, por ejemplo- ambas partes están tácitamente de acuerdo en algo: que conocen las reglas del juego, y las respetarán.

Esa obviedad torna que sea una locura que salgan a la cancha dos equipos, y al momento de comenzar el partido, uno juegue al fútbol, y otro al rugby. Inmediatamente se debe parar el juego porque hay un malentendido, hay una grieta.

Aunque poco conocida y respetada, la Argentina tiene sus reglas compiladas en una Constitución que tornan al país en una República.

Tomando el ejemplo deportivo del comienzo, podemos decir que la ley mayor (la Constitución) es la regla de un tipo de juego llamado República.

Seguramente, dentro de ese juego republicano, hay quienes se desempeñan mejor que otros, como hay futbolistas que juegan mejor que otros. Lo que no puede admitirse, es que alguien pretenda jugar al fútbol con la mano: esa regla no pertenece a este juego.

Ciertas agrupaciones políticas no quieren jugar el juego de la República. No es que proponen otra manera de jugar el mismo juego, sino que pretenden jugar un juego distinto, muy distinto. Ellos han zanjado una grieta, y se han colocado del otro lado.

Al parecer, por lo que dicen las crónicas, el grupo RAM se encuentra entre los que se niegan a participar de los derechos y deberes que dicta la república. Lo mismo pasa con grupos anarquistas (que se uniforman con capucha y palo en mano), y, en modo más camuflado, el kirchnerismo y ciertos movimientos "populares".

La República es el modo más cuerdo en que se han organizado las naciones, al menos, las naciones más previsibles y respetuosas del orden.

Hay otras que no, como Cuba, Venezuela, o Corea del Norte. Quizás Castro, Maduro o el gordito coreano puedan invitar a los "Jones Hualas" argentinos a habitar en sus feudos. Tal vez allí puedan jugar bien.

Mauricio Gallardo
DNI 22.790.843

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