A lo largo de casi dos horas, la Orquesta Sinfónica de la Universidad Nacional de Cuyo (OSUNCuyo) volverá a convertir la Nave UNCuyo en el escenario de una cita con la emoción y la nostalgia, donde el Séptimo Arte encontrará, otra vez, su espejo sinfónico.
Este viernes 25 y el sábado 26 de abril, siempre a las 20:30, la batuta del maestro venezolano César Iván Lara reactivará esa vieja complicidad entre celuloide y partitura que nació —dicen los expertos— cuando Camille Saint-Saëns escribió, en 1908, la música para "El asesinato del duque de Guisa".
Más de un siglo después, la OSUNCuyo retoma la tradición con un programa que, si bien gravita en torno a la nostalgia del blockbuster, despliega a la vez una estrategia clara: revelar la madurez de un género conocido como "banda sonora", y mostrando cómo ha dialogado con la gran sinfonía romántica, con el impresionismo francés, el jazz norteamericano y, en los últimos lustros, con la manipulación digital de timbres orquestales.
Y hay expectativas en el público, vale aclarar. Año tras año, la "fecha de música de películas" es una de las más esperadas por los mendocinos, al punto de que ya es una parada obligada de la temporada de la orquesta. Algunas veces se realiza al aire libre, dado el gran interés que suscita, y otras veces en un doblete de conciertos, como ahora, con el objetivo de cubrir la alta demanda de entradas.
Las entradas, a $8.500 la general y $8.000 para estudiantes, docentes, personal no docente y jubilados, se consiguen en EntradaWeb.com o en la boletería de la Nave (Maza 250, Ciudad) de 18 a 22. El ingreso estará habilitado 30 minutos antes del inicio de la función, por lo que se ruega puntualidad. Una vez comenzado el concierto no se permitirá el ingreso de público en la sala.
En el oído y la retina
El preludio quedará marcado por la "Fanfarra de 20th Century Fox", breve pero incisivo recordatorio de que la industria hollywoodense jamás ha descuidado el efecto hipnótico de un gran acorde brillantemente instrumentado. Acto seguido, la orquesta invocará a Nicola Piovani y a su entrañable " La vida es bella", parábola fílmica que precisaba de un vals capaz de sostener la ironía y la ternura incluso en medio de la barbarie. Piovani supo construir un oasis melódico que amortiguara el horror, y de hecho ganó el Oscar a Mejor Banda Sonora por ello (la película también obtuvo dos más).
Del lirismo italiano se pasará al lirismo rioplatense de Luis Enrique Bacalov en " El cartero" (" Il postino"), basada en la célebre novela "Ardiente paciencia", de Antonio Skármeta. Bacalov, compositor argentino fallecido en Roma en 2017, también resultó oscarizado por esta banda sonora. De hecho, pocos músicos han entendido tan bien como él la lección de Nino Rota: que la melodía —cuando es buena— soporta cualquier orquestación, por mínima que sea.
Y el puente a Ennio Morricone es inevitable: no solo por contigüidad geográfica, sino porque "Once Upon a Time in the West" representa la síntesis de un nuevo sinfonismo popular. “ Your Love”, fragmento escogido por la OSUNCuyo, es un recordatorio de la capacidad que tenía el maestro romano para edificar catedrales de emoción con una sola melodía como punta.
Será entonces cuando Danny Elfman irrumpa con "Spider Man" (2002), una partitura que se deja contagiar por las secuencias de acción del cine de superhéroes. En este caso un héroe, sí, que también resultó mártir de sus propios poderes.
En una cita para escuchar bandas sonoras, es solo cuestión de tiempo para que irrumpa el nombre del gran John Williams: "Jurassic Park", el clásico de 1993, nos lleva con su epifanía sonora a la Isla Nublar, donde Spielberg supo crear tantas secuencias inolvidables. Detrás de ellas, y algunas veces en un suntuoso primer plano, estaba la música de Williams, quien en febrero cumplió 93 años.
Y si es cuestión de épica, la del "El Señor de los Anillos: la comunidad del anillo" es uno de los hitos de gran orquestación. Howard Shore, sin embargo, empezó su carrera con bandas sonoras que experimentaban con caóticos sintetizadores distorsionados (el recordado "Videodrome", de Cronenberg). Pasó más de una década para que el universo de Tolkien lo convocara para escribir una gran partitura con despliegue posromántico, abundante en cuerdas, metales y percusión, que es lo que se escuchará esta noche y mañana, para placer de los fanáticos de la Tierra Media.
El repertorio continuará con la música de Alan Silvestri para "The Polar Express" y Michael Giacchino para "Up!", de Pixar. Las piezas elegidas en esta última son "Escape de Muntz" y "Vida de casados".
Así, el concierto terminará con tres "hitazos" del género. El primero de ellos es la música de "Frozen", firmada por Kristen Anderson Lopez y Robert Lopez, una pareja de compositores que supo revestir a esta gélida película de Pixar con una de las bandas sonoras más emocionantes. Al día de bhoy, clásicos como " Let it Go", el máximo estandarte de la partitura, siguen resonando en los oídos de generaciones de niños.
Y así se dará paso a "La La Land", quizás el último gran exponente del musical hollywoodiense. Estrenada en 2017 y ¡casi! ganadora del Oscar a Mejor Película, la música de Justin Hurwitz juega con el jazz californiano en todos los matices, y el fragmento elegido para este concierto, el Epílogo, es un resumen retrospectivo de la vida que los protagonistas podrían haber tenido de no haberse separado: el piano melancólico, los irresistibles ritmos metálicos y un vals (que parece extraído de un cuento de hadas) conforman las instantáneas de un amor que no fue.
Y, como escribió las bandas sonoras de más de un centenar de películas, no es raro que su nombre vuelva a sonar para el cierre: John Williams regresará con " Indiana Jones", una música tan conocida que casi no requiere explicación. Baste decir que, para cerrar este viaje musical, nada mejor que hacerlo con la partitura que se volvió sinónimo de aventura.