Durante el sorteo del Mundial 2026 fue captado ajustándose el pantalón en pleno show; el blooper reavivó las dudas sobre su drástico cambio físico.
Robbie Williams y Nicole Scherzinger interpretan “Desire” en la apertura del sorteo del Mundial 2026, en el Centro Kennedy de Washington D. C.
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Web Robbie Williams volvió a un escenario global de la mano de la FIFA, pero el foco terminó lejos de la música. El cantante británico fue una de las grandes figuras de la apertura del sorteo de la fase de grupos del Mundial Estados Unidos–México–Canadá 2026, en el Centro John F. Kennedy para las Artes Escénicas de Washington D. C., donde interpretó junto a Nicole Scherzinger el tema “Desire”, elegido como nuevo himno del organismo.
Sin embargo, un momento incómodo frente a las cámaras empañó la presentación: en pleno show en vivo, Williams fue captado subiendo y ajustando su pantalón una y otra vez, en una escena que se volvió viral y volvió a poner bajo la lupa su notorio cambio físico.
Para la ocasión, Robbie Williams apostó por un look sastrero de alto impacto: camisa, saco y pantalón a juego en un tono lavanda que llamó la atención desde la alfombra roja. En las fotos previas al show se lo veía cómodo y seguro con la elección. El problema apareció cuando empezó a moverse sobre el escenario. Apenas comenzaron los primeros acordes de “Desire”, el artista notó que el pantalón no le quedaba tan firme como esperaba.
Las cámaras de la transmisión oficial lo registraron mientras, con una mano, intentaba subirse el pantalón delante de millones de televidentes. Lejos de ser un gesto aislado, el movimiento se repitió varias veces y su incomodidad se hizo evidente. Para disimular la situación, en un momento decidió ubicarse de costado respecto al público, con el objetivo de ocultar que seguía acomodando el cinto en plena interpretación.
En redes sociales, los usuarios no tardaron en capturar el fragmento, convertirlo en clips virales y sumarlo al debate sobre el fuerte descenso de peso que el cantante exhibe desde hace meses. Lo que para muchos fue una escena graciosa o curiosa, para sus fans reforzó la preocupación por su estado de salud y los efectos de los tratamientos que él mismo admitió estar usando.
El cambio físico de Robbie Williams no es un tema nuevo. En una entrevista con el diario británico The Sun, el propio cantante contó que su figura actual se debe a un tratamiento farmacológico para bajar de peso, basado en inyecciones recetadas por médicos. Y advirtió que ese proceso no fue gratis para su salud: incluso afectó su vista.
“Quiero advertir a la gente que lea esto de los riesgos potenciales, para que se asegure de investigar”, dijo, con la intención de que su experiencia funcione como llamada de atención. Luego detalló: “Fui un consumidor bastante precoz de las inyecciones, pero lo que también estoy notando es que mi vista no es muy buena”.
Según relató, la pérdida de visión comenzó a interferir incluso en su trabajo: en algunos conciertos ya no lograba identificar con claridad a las personas del público y, en un partido de fútbol al que asistió recientemente, los jugadores se veían como simples “manchas en un campo verde”. A esto se sumó la necesidad de ajustar la graduación de sus lentes, lo que terminó de confirmar que algo no estaba bien.
“Todo el mundo lo está experimentando. Yo le digo a la gente: ‘Borroso, ¿verdad?’. Y dicen: ‘Oh, Dios mío, ¿es por eso?’”, contó, al sugerir que estos efectos podrían ser más frecuentes de lo que se admite entre quienes usan este tipo de medicación.
En 2023, Williams ya había hablado de su llamativa pérdida de peso. Explicó que respondía a una combinación de indicación médica y necesidad emocional, en el marco de los efectos que la depresión había tenido sobre su cuerpo y su ánimo. En una nota citada por The Independent, reveló con ironía: “Nena, estoy tomando Ozempic”, para luego matizar: “Bueno, algo como Ozempic. Es como un milagro de Navidad”.
Más allá de la anécdota del pantalón y la discusión sobre los fármacos para adelgazar, es el propio Robbie quien expone la dimensión más cruda del problema: su relación con el cuerpo y la autoimagen. Con su estilo frontal, llegó a bromear al decir: “Me han diagnosticado de autodesprecio tipo 2”, antes de profundizar en lo que eso significa para su vida diaria.
“Es terriblemente catastrófico para mi salud mental aumentar de peso. Mi voz interior es intolerante y cruel frente a la gordura. Es enloquecedor”, admitió, al describir cómo el aumento de kilos se transforma en una angustia constante marcada por la culpa y la autoexigencia.
También habló de la dismorfia corporal y de cómo la mirada ajena, incluso cuando viene en forma de preocupación, termina reforzando sus obsesiones. “Cuando la gente te dice que está preocupada por tu aspecto, pensás: ‘Lo he conseguido’. Y cuando la gente me dice: ‘Nos preocupa que estés demasiado delgado’, eso se traduce en mi cabeza como ‘lo logré: he llegado a la tierra prometida’”, confesó.