Por mi actividad privada debo viajar de manera frecuente por la ruta provincial 186, que conecta nuestra ciudad con el distrito de Agua Escondida. Recientemente me tocó trasladarme hasta el paraje Carapacho, donde funciona una escuela albergue con una matrícula de cincuenta alumnos. El estado deplorable del camino afecta directamente a estos niños y a sus familias, ya que muchas veces los transportistas se niegan a participar de las licitaciones escolares por las condiciones intransitables de la ruta. Esto perjudica no solo a la educación, sino también a los pobladores que necesitan esta vía para acceder a servicios básicos y para trasladar su producción.
Esta obra fue licitada en 2012, durante la gestión del entonces gobernador Celso Jaque, por un monto de 45 millones de pesos. Sin embargo, nunca se concretó. Trece años después, seguimos padeciendo las mismas dificultades, con la diferencia de que el deterioro ha avanzado y la demanda social se ha hecho más urgente.
La ruta provincial 186 no es un camino secundario. Es un eje estratégico para Malargüe, ya que comunica el centro de la ciudad con el este y sureste del departamento. La utilizan a diario el transporte público de pasajeros y empresas privadas que trasladan personal, insumos y materias primas. También es fundamental para la actividad productiva, ya que vincula explotaciones mineras, hidrocarburíferas y centros de producción ganadera. A esto se suma su valor turístico y científico: a lo largo de la traza se encuentran áreas protegidas, como la Reserva Natural La Payunia y la Laguna de Llancanelo, además de la antena DS3, instalación de investigación espacial que representa a Malargüe en el mundo.
Resulta inaceptable que un camino con semejante importancia estratégica permanezca en el abandono. En los últimos años se realizaron reuniones con Vialidad Provincial y se firmaron acuerdos para establecer equipos permanentes de trabajo. Pero la realidad en terreno es otra: tramos destruidos, ausencia de mantenimiento y vecinos que sienten que sus reclamos no son escuchados.
El sur mendocino no pide privilegios, pide equidad. La pavimentación y el mantenimiento de la ruta 186 son una deuda pendiente que no puede postergarse más. Esta vía es la puerta de entrada y salida de cientos de familias, de trabajadores y de estudiantes que merecen las mismas condiciones de accesibilidad y seguridad que cualquier otro mendocino.
* Matías Guajardo. Vecino de Malargüe.