Jorge Bergoglio, Francisco, Papa, jesuita, cuervo y argentino

Un periodista internacional de renombre dijo peyorativamente al comienzo de su papado: ’’parece un cura párroco’’, comparándolo con su antecesor, a quien calificó de gran teólogo. Creo que, sin quererlo, le hizo el mejor y más certero halago que podía hacerle.

Francisco, Papa en tiempos cruciales de la humanidad. El fin de una era, se anuncia un tormentoso cambio.

En la crisis mundial de líderes, destaca su figura de maestro, hombre de voz serena al que todos quieren escuchar. Solamente en Argentina se lo discutió. Así somos.

Extendió las fronteras de la Iglesia, logró avances notorios en terrenos diplomáticamente muy resbaladizos, como en las relaciones con China, simplificó y ordenó la administración del Vaticano y no le tembló el pulso para castigar a defalcadores y pedófilos, del rango que fueren.

En Canadá se arrodilló a pedir humildemente perdón hasta por faltas que ni él ni la Iglesia habían cometido. Fui testigo.

Todo sin aspavientos, sin alzar la voz, como el guía espiritual amoroso que se propuso ser.

Un periodista internacional de renombre dijo peyorativamente al comienzo de su papado: ’’parece un cura párroco ’’, comparándolo con su antecesor, a quien calificó de gran teólogo.

Creo que, sin quererlo, le hizo el mejor y más certero halago que podía hacerle.

Un cura párroco y un gran Papa, accesible, abierto al diálogo con la gente llana, diplomático de altísimo nivel, hincha de San Lorenzo, porteño, de barrio y universal, sencillo y magistral.

Y fue argentino.

* Gabriel Rey. Ingeniero mendocino radicado en Quebec.

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