Con frecuencia los integrantes de los centros de investigación del sistema científico nacional y de las universidades se aplican en trabajos que redundan en beneficio de los ciudadanos.
Es el caso de una investigación llevada a cabo por integrantes del Instituto de Ambiente, Hábitat y Energía (Inahe)-Conicet-Mendoza, que propicia la instalación de espacios urbanos que mitiguen los efectos adversos de los fenómenos de calor extremo, es decir cuando las temperaturas superan los 39 grados centígrados, como ha ocurrido en Mendoza en el periodo estival que está terminando.
Las investigadoras Ana Laura Castillo, María Belén Sosa (ambas arquitectas) y la ingeniera agrónoma María Angélica Ruiz, con la conducción de la doctora Erica Correa, titular del Inahe, han desarrollado diversas iniciativas para crear espacios urbanos que mitiguen los efectos adversos de los fenómenos de calor extremo.
Los refugios climáticos son una de estas iniciativas, que ofrecen un espacio que garantiza condiciones térmicas adecuadas para proteger a las personas, especialmente a los mayores y los niños, de temperaturas extremas como las que se han soportado recientemente.
Son instalaciones fáciles de construir y sería altamente gratificante que los municipios del Gran Mendoza las observaran. Barcelona (España) se erigió como pionera en esta materia por aplicación del Plan Clima 2018-2030, en el cual se estableció la creación de una red de refugios climáticos.
Mendoza posee una concepción de "ciudad bosque" con el magnífico Parque General San Martín como ejemplo de gran pulmón de protección ambiental y las plazas que se distribuyen en la Capital y los puntos urbanos de los departamentos. Además, las veredas de calles arboladas.Sin embargo, pese a esa protección de verde y sombra hay muchos lugares donde las temperaturas del aire son mayores que en los alrededores naturales no urbanizados, como explica la doctora Érica Correa, la ya citada titular del Inhae.
Ese fenómeno se conoce como “isla de calor urbana” y no retrocederá totalmente por la aplicación de los mencionados refugios, pero si mejorará la protección y el bienestar de la población.
Analizando los estudios que hay sobre refugios climáticos, uno de los puntos también a tener en cuenta es la accesibilidad. Se propicia, o sugiere, la creación de una red de refugios para que personas que viven en diferentes sectores de una ciudad o área metropolitana accedan fácilmente. En el diseño de esos puntos de encuentro debe estar presente la incorporación de bebederos, sombra dada por la vegetación, humidificadores, puntos para conectar el celular u otros dispositivos, utilización de materiales duraderos y reciclables.
Es de esperar que se contemple la posibilidad de instalación de refugios climáticos como los que proponen las investigadoras en el área metropolitana de Mendoza y progresivamente en otros departamentos.
Será un avance deseable para combatir el rigor de las marcas estivales propias de un territorio inmerso en una región desértica, donde además la generación de calor aumenta por la combinación de grandes edificios, el tránsito de vehículos particulares con motores a combustión y los ómnibus de transporte público de pasajeros.
Entonces, como sostienen los especialistas en la acción climática sobre las personas, los refugios son una respuesta inmediata a una crisis atribuida, entre otras variables, al cambio climático.