Agresiones inadecuadas en un marco democrático

Se debería esperar que desde el oficialismo nacional, como principal causante de los ataques verbales y descalificaciones al periodismo, se revisen estas actitudes, buscando en adelante otros mecanismos de entendimiento con los profesionales del periodismo cuando alguna divulgación tiene desaciertos o bien marca algún error oficial de gestión.

Agresiones inadecuadas en un marco democrático

El asedio a los integrantes de los medios periodísticos en nuestro país se mantiene y ya constituye un motivo de preocupación para los profesionales del sector.

Recientemente, el Monitoreo de Libertad de Expresión perteneciente al Foro de Periodismo Argentino (Fopea) dio a conocer su informe correspondiente a 2024, señalando que el poder político argentino fue el principal responsable de las agresiones contra miembros de la prensa durante ese año. Además, los ataques al periodismo crecieron un 53% con respecto a 2023.

La entidad también indicó que el poder político fue el principal responsable de las agresiones a los integrantes de la prensa el año pasado, representando más del 52% de los 179 incidentes registrados en toda la Argentina.

Tal vez lo más preocupante del informe lo constituya el dato que indica que el presidente de la Nación, Javier Milei, protagonizó 56 de los episodios denunciados y registrados por el monitoreo. Esta actitud del titular del Poder Ejecutivo Nacional se reiteró, mayoritariamente, a través del discurso estigmatizante, agravios o insultos, según precisó la organización de periodistas.

A estas descalificaciones hay que sumarles innumerables agresiones efectuadas a través de youturbers y trolls adictos al oficialismo y, por ende, partidarios del método desacomodado que exhibe el presidente Milei, lamentablemente. Está comprobado que en estas estrategias agresivas las redes sociales conforman un rol amplificador determinante, lo que inquieta al campo profesional del periodismo y a los medios en general a raíz de la fuerte inclinación hacia ese mecanismo de difusión que se observa cada vez más en la población en general.

Este tipo de ataque se traduce en una embestida grave contra la libertad de prensa, estrategia que no es nueva en la Argentina; recuérdense los momentos tensos vividos por las empresas periodísticas independientes en tiempos del kirchnerismo. Sin embargo, algo que se consideraba superado, finiquitado, parece volver a consolidarse en base a actitudes tal vez mucho más frontales que aquéllas, pero igualmente descalificadoras de la sana vocación de informar y opinar.

¿Con qué autoridad el poder de turno se siente habilitado para contrastar lo que considera mal informado descalificando a los periodistas? O fallan los mecanismos de divulgación de las medidas de gobierno o lisa y llanamente se busca silenciar al informador mediante la amenaza y la degradación. No surge fácilmente otra explicación.

Como acertadamente señala la conducción de Fopea, el asedio al periodismo trae como triste consecuencia el debilitamiento de la democracia. Peligrosa estrategia.

Se debería esperar que desde el oficialismo nacional, como principal causante de los ataques verbales y descalificaciones al periodismo, se revisen estas actitudes, buscando en adelante otros mecanismos de entendimiento con los profesionales del periodismo cuando alguna divulgación tiene desaciertos o bien marca algún error oficial de gestión.

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